Alimentación y dieta
en la enfermedad renal crónica

Convivir con la enfermedad renal crónica (ERC) puede ser exigente, y la alimentación desempeña un papel central en su bienestar diario. Sabemos que las pautas a veces se perciben restrictivas o poco apetecibles, pero una nutrición renal bien planificada no tiene por qué renunciar al sabor ni al disfrute.

Tomar decisiones informadas sobre qué comer y beber puede ayudarle a sentirse con más fuerza y energía, a controlar el sodio, el potasio y el fósforo, y a proteger la función renal.

En esta guía de alimentación en la enfermedad renal crónica encontrará recomendaciones prácticas para sus cuidados en casa, desde la compra y la lectura de etiquetas hasta técnicas de cocina que reducen minerales. Aun así, cada caso es distinto: resulta esencial el asesoramiento y la evaluación nutricional individualizada para ajustar su ingesta proteica y energética a sus necesidades y analíticas.

Objetivos principales de la dieta renal

Adaptar la alimentación a las necesidades del paciente ayuda a proteger la función renal, aliviar síntomas y prevenir complicaciones asociadas.

Estos son los principales objetivos de una dieta renal bien planificada:

Proteger la función renal restante

El primer propósito de la dieta renal es ralentizar la progresión de la enfermedad y reducir el trabajo que deben realizar los riñones. Al limitar el exceso de proteínas —especialmente en etapas previas a la diálisis— se generan menos productos de desecho como la urea, disminuyendo la carga metabólica. Priorizar proteínas de alta calidad y aumentar los alimentos de origen vegetal contribuye a preservar la función renal y mejorar el bienestar general.

Controlar los síntomas y mantener el equilibrio metabólico

Una alimentación equilibrada ayuda a regular el sodio, el potasio y los líquidos, favoreciendo la estabilidad de la presión arterial y evitando la retención de agua o la hinchazón. Limitar el sodio mejora el control de la tensión y el potasio adecuado previene alteraciones cardíacas. Asimismo, una dieta adaptada reduce la acumulación de toxinas y mejora la energía, el apetito y el estado general del paciente.

Prevenir complicaciones nutricionales

Mantener un estado nutricional correcto es clave para evitar el desgaste proteico-energético y sus consecuencias sobre la masa muscular y la calidad de vida. En fases avanzadas o en diálisis, se requiere ajustar la cantidad de proteínas y calorías para compensar pérdidas y prevenir la desnutrición. Además, controlar el fósforo protege los huesos y vasos sanguíneos, mientras que asegurar un aporte suficiente de vitaminas y minerales ayuda a prevenir anemia y otros déficits micronutricionales frecuentes en la ERC.

Imagen de la Dra. Nuria García Fernández, especialista en Nefrología de la Clínica Universidad de Navarra. La Dra. García se dedica preferencialmente a la enfermedad renal crónica avanzada, al paciente con diabetes y enfermedad renal, y la hemodiálisis.

“La alimentación no solo complementa el tratamiento de la enfermedad renal crónica: es una parte esencial de él. Cuidar lo que come cada día puede marcar una gran diferencia en la evolución de su función renal y en cómo se siente.”

Dra. Nuria García,
especialista en Nefrología de la Clínica Universidad de Navarra

Nutrientes clave que deben controlarse en la enfermedad renal crónica 

Nutrientes

Objetivo principal

Qué limitar/evitar

Qué priorizar

Consejos prácticos

Proteínas

Reducir carga de urea y proteger función renal.

Excesos de carne roja y raciones grandes continuadas.

AVB: pescado, huevo (clara), carnes magras; combinar con vegetales.

Raciones pequeñas; asegurar calorías suficientes para no “quemar” proteína.

Sodio (sal)

Control de tensión arterial y líquidos.

Ultraprocesados, embutidos, sopas/salsas envasadas, snacks.

Cocina casera con hierbas y especias; alimentos frescos.

Leer etiquetas (>20% VD = alto). Enjuagar conservas. Evitar sustitutos con KCl sin indicación.

Potasio

Prevenir hiperpotasemia y arritmias.

Plátano, naranja, aguacate, tomate, patata, frutos secos; ultraprocesados con aditivos de K.

Frutas con menos K (manzana, pera, melón, piña) y verduras tratadas.

Pelar, trocear y hervir dos veces. Preferir conservas o congelados bien enjuagados.

Fósforo

Proteger hueso y reducir riesgo cardiovascular.

Refrescos de cola, bollería, embutidos, productos con fosfatos.

Raciones moderadas de proteína natural; planificar lácteos.

Evitar aditivos: E338–E452. Quelantes si lo pauta el médico.

Líquidos

Evitar sobrecarga hídrica y edemas.

Excesos de bebidas y “líquidos ocultos” si hay retención.

Ingesta fraccionada y guiada por el equipo clínico.

Control de peso interdialítico; vasos pequeños; manejo de sed.

Cómo planificar una dieta equilibrada para la enfermedad renal crónica

Recomendaciones generales diarias

Una dieta saludable y equilibrada para la enfermedad renal crónica (ERC) debe aportar la cantidad adecuada de energía, proteínas, vitaminas y minerales, ajustada a su situación clínica. Las guías actuales recomiendan patrones ricos en alimentos vegetales (tipo Mediterránea o DASH), con consumo moderado de alimentos de origen animal y exclusión de ultraprocesados.

Equilibrio entre grupos de alimentos y patrones dietéticos

  • Patrones basados en vegetales: verduras, frutas, legumbres, cereales integrales, semillas y frutos secos; cantidades pequeñas o moderadas de carne, pescado, huevos y lácteos.
  • Beneficios: ayudan al control del peso y la presión arterial, y pueden mejorar el equilibrio ácido-base y el fósforo. Un patrón vegetal bien planificado puede enlentecer la progresión de la ERC y facilitar el control de potasio, fósforo y sodio (siempre individualizando).
  • Evitar ultraprocesados: bebidas azucaradas, comida rápida, snacks y bollería industrial por su alto contenido en sal, azúcares, grasas saturadas y aditivos (sodio/potasio/fosfatos) perjudiciales para el riñón.

Porciones orientativas y mantenimiento del peso

El objetivo es mantener un buen estado nutricional y prevenir el desgaste proteico-energético (DPE). El cálculo debe realizarse con peso ajustado libre de edema y revisarse con su nefrólogo/dietista. Recuerde que al menos el 50% de la proteína debería ser de alto valor biológico (AVB) y que un aporte energético suficiente evita “gastar” la proteína como combustible.

Importancia del peso y el seguimiento: mantener un IMC saludable reduce riesgos. El control debe integrar parámetros antropométricos (peso/IMC), bioquímicos (albúmina sérica, electrolitos) y funcionales (dinamometría), con ajustes dietéticos según analítica y síntomas.

Distribución de comidas y horarios

Distribución de las comidas y estrategias ante la falta de apetito

La distribución de las comidas debe adaptarse a las preferencias, horarios y estilo de vida de cada paciente. En quienes presentan riesgo de desnutrición o pérdida de apetito, una organización flexible y nutritiva puede marcar la diferencia en su estado general y energía diaria.

  • Comidas frecuentes y ligeras: realizar 5 o 6 ingestas pequeñas cada 2–3 horas. Aproveche los momentos del día en los que tenga más apetito y elija preparaciones sencillas y apetecibles.
  • Mejor absorción y control de electrolitos: cuando existe falta de apetito, se recomiendan alimentos de poco volumen y alto valor calórico. Los batidos hipercalóricos elaborados con leche entera, la adición de aceite de oliva virgen extra a las comidas y el uso de carbohidratos energéticos (galletas, cereales, miel o mermelada en pan y tostadas) ayudan a cubrir los requerimientos diarios.
  • Evitar restricciones innecesarias: en pacientes con riesgo de desnutrición o bajo peso, las dietas demasiado estrictas pueden ser contraproducentes. Se debe priorizar una adecuada ingesta de calorías y proteínas, aunque implique un aumento temporal de potasio, fósforo o sodio, siempre bajo supervisión médica.
  • Cetoanálogos (en ERC avanzada no dialítica): en etapas con filtrado glomerular menor a 30 ml/min, las dieta muy bajas en proteínas (0,3–0,4 g/kg/día) suplementadas con análogos de cetoácidos pueden ser útiles para mejorar el control metabólico. Este tipo de pautas debe ser indicada y monitorizada por un nefrólogo y un dietista-nutricionista, ya que requieren seguimiento estrecho.

El objetivo final es mantener la fuerza, el peso y la calidad de vida, favoreciendo una alimentación suficiente, segura y agradable que se adapte a cada fase de la enfermedad renal.

Menú diario orientativo

Ejemplo de menú orientativo para enfermedad renal crónica

A continuación se presenta un menú diario orientativo, diseñado para una alimentación baja en proteínas y con control de electrolitos (potasio, fósforo y sodio), aplicando las técnicas de cocinado recomendadas —como el hervido doble o el lavado previo de alimentos en conserva—. Este menú debe adaptarse siempre a la etapa de la enfermedad y a las pautas indicadas por el nefrólogo o dietista-nutricionista.

Momento Opción de menú (bajo en proteínas / controlado en K, P, Na)
Desayuno Tostada de pan (blanco o integral, según indicación) con aceite de oliva, ajo y perejil aromatizado.
Yogur natural (1 unidad).
Media mañana Fruta con bajo contenido en potasio (manzana o pera).
Comida Pasta (60–80 g) con sofrito de verduras cocidas (cebolla y pimiento).
Pechuga de pollo (porción pequeña, 50–75 g) cocida.
Agua, si no hay restricción de líquidos.
Media tarde Bizcocho casero o galletas de bajo contenido en fósforo y sodio.
Cena Ensalada de escarola y tomate enlatado (bien lavado).
Merluza (porción pequeña) a la plancha.
Fruta en almíbar (sin el caldo).

Nota sobre la diálisis: en pacientes en tratamiento de diálisis, las porciones de proteína (carne o pescado) deben ser mayores —aproximadamente 100–150 g por ración— para cumplir con los requerimientos aumentados de 1,2–1,3 g/kg/día. El resto de las recomendaciones sobre el control de electrolitos se mantienen.

Herramientas para la planificación

Para asegurar una pauta nutricional adecuada, se recomienda llevar un registro dietético de tres días (incluyendo un día de diálisis y otro sin diálisis, si aplica). Este diario permite al dietista-nutricionista evaluar si la ingesta de proteínas, calorías y líquidos se ajusta a las necesidades del paciente y realizar los ajustes necesarios.