Bronquiolitis aguda

"La mayoría de las bronquiolitis se resuelven solas con cuidados en casa; lo fundamental es vigilar al bebé y acudir al pediatra si su respiración empeora".

DRA. MÓNICA GÓMEZ DE PABLOS ROMERO
ESPECIALISTA. DEPARTAMENTO DE PEDIATRÍA

¿Qué es la bronquiolitis aguda?

La bronquiolitis aguda es una infección respiratoria muy común que afecta a los niños más pequeños, principalmente a los menores de dos años. La enfermedad consiste en la inflamación de las vías respiratorias más pequeñas de los pulmones, llamadas bronquiolos. Esta inflamación provoca un aumento de moco y una hinchazón que dificulta el paso del aire, haciendo que al bebé le cueste respirar.

La causa es casi siempre un virus. El más frecuente es el Virus Respiratorio Sincicial (VRS), responsable de hasta el 80% de los casos. La enfermedad suele comenzar como un resfriado común, con mocos y tos. A los pocos días, la tos puede empeorar y aparecer la dificultad para respirar, que se manifiesta con respiración rápida (taquipnea), hundimiento de las costillas (tiraje) y sibilancias ("pitos en el pecho").

Lo más importante que deben saber los padres es que no existe un tratamiento que cure la bronquiolitis; el manejo se centra en aliviar los síntomas. Las medidas de soporte, como mantener una buena hidratación y realizar lavados nasales para despejar las vías, son la clave del tratamiento. La mayoría de los niños se recuperan en casa, aunque la tos puede durar varias semanas.

¿Cuáles son los síntomas de la bronquilitis aguda?

La bronquiolitis se manifiesta de forma progresiva.
Es crucial reconocer cómo empieza y qué señales indican que la enfermedad se está complicando.

Síntomas Iniciales (similares a un resfriado)

La enfermedad comienza con síntomas respiratorios de las vías altas que duran entre uno y tres días. Estos primeros signos son muy parecidos a los de un catarro común e incluyen:

  • Secreción nasal (rinorrea) y estornudos.
  • Tos, que al principio suele ser leve.
  • Fiebre, que puede ser baja o incluso no aparecer.

Evolución a síntomas de vías bajas y dificultad respiratoria

Tras los primeros días, la infección avanza hacia los bronquiolos, y los síntomas se vuelven más evidentes. En esta fase, que suele durar de 7 a 12 días, es cuando aparece la dificultad para respirar. Los síntomas característicos son:

  • Empeoramiento de la tos.
  • Respiración rápida y agitada (taquipnea).
  • Sibilancias: un sonido similar a un "pito" o silbido al respirar, que a veces se puede oír sin estetoscopio.
  • Crepitantes: ruidos parecidos a un crujido al auscultar los pulmones.
  • Tiraje o retracción costal: se hunden las costillas o el esternón al respirar, lo que indica que el bebé está haciendo un esfuerzo mayor para poder tomar aire.

Signos de Alarma: ¿Cuándo Buscar Ayuda Médica Urgente?

Es fundamental vigilar al niño para detectar signos de que la enfermedad se está agravando. Debe acudir a urgencias si observa:

  • Dificultad respiratoria grave:
    • Aleteo nasal (movimiento de las aletas de la nariz al respirar) y quejido al exhalar.
    • Uso de músculos accesorios y tiraje intercostal o supraesternal muy marcado.
  • Problemas con la alimentación: rechazo de las tomas o ingesta inferior al 50% de lo habitual, lo que puede llevar a la deshidratación.
  • Apnea: pausas en la respiración, especialmente comunes en bebés prematuros.
  • Cambios en el estado general: letargia, somnolencia excesiva o irritabilidad.
  • Cianosis: coloración azulada en la piel, los labios o las uñas, lo que indica falta de oxígeno.

¿Tiene alguno de estos síntomas?

Si sospecha que su bebé padece alguno de los síntomas mencionados,
debe acudir para su diagnóstico a un especialista médico

¿Cuáles son las causas?

La bronquiolitis aguda es una enfermedad causada casi exclusivamente por virus. El agente infeccioso más importante y frecuente es el Virus Respiratorio Sincitial (VRS), que es responsable de entre el 50% y el 80% de todos los casos. El VRS es la principal causa de infección respiratoria grave en lactantes.

Aunque el VRS es el protagonista, existen otros virus que también pueden provocar bronquiolitis. Entre ellos se encuentran el rinovirus (5-25% de los casos), el virus parainfluenza, el metapneumovirus, el adenovirus y el coronavirus. Más recientemente, se han identificado como agentes causales el bocavirus y el enterovirus.

La infección se transmite habitualmente de un niño mayor o un adulto con un resfriado a un lactante. La contaminación ambiental, especialmente la exposición al humo del tabaco, también puede actuar como un desencadenante.

Estacionalidad y evolución

La enfermedad es endémica de las temporadas frías, con un pico de incidencia principalmente entre noviembre y abril en el hemisferio norte, coincidiendo con los meses de otoño e invierno.

La duración habitual de los síntomas es de 7 a 12 días, aunque la dificultad para respirar y alimentarse suele mejorar en unos 6 o 7 días.

Sin embargo, es fundamental saber que la tos puede persistir durante varias semanas (de 2 a 4) después de que la fase aguda haya pasado, lo cual es normal y no debe generar alarma.

Entender esta evolución natural de la bronquiolitis ayuda a manejar las expectativas y a saber cuándo los síntomas se encuentran dentro de lo esperado para esta enfermedad viral autolimitada.

¿Cómo se diagnostica la bronquiolitis aguda?

El diagnóstico de la bronquiolitis aguda es fundamentalmente clínico. Esto significa que el médico se basa en la historia clínica del niño y en los hallazgos del examen físico para identificar la enfermedad. No se necesitan pruebas complejas en la mayoría de los casos.

El diagnóstico se establece siguiendo los criterios clásicos, que incluyen:

  1. Ser el primer episodio de dificultad respiratoria con sibilancias ("pitos").
  2. Afectar a un niño menor de 1 o 2 años.
  3. Presentar un cuadro clínico característico: el niño comienza con síntomas de un resfriado común (tos, mocos, a veces fiebre) y, a los 2 o 3 días, evoluciona con dificultad para respirar (respiración rápida, hundimiento de costillas), sibilancias y/o crepitantes al auscultar.

Durante la evaluación, el médico también valorará la presencia de factores de riesgo que puedan indicar una enfermedad más grave, como la prematuridad o enfermedades cardíacas o pulmonares previas.

¿Cómo se trata la bronquiolitis aguda?

Tratamiento de la bronquiolitis: cuidados básicos en casa

No existen medicamentos que curen la bronquiolitis. El tratamiento se basa en medidas de soporte para mantener al bebé hidratado, respirar mejor y estar lo más cómodo posible mientras su organismo combate el virus.

1. Hidratación

  • Ofrecer tomas más pequeñas y frecuentes de leche para evitar el cansancio.
  • Vigilar signos de deshidratación: rechazo mantenido de la alimentación, ingesta menor al 50% de lo habitual o menos pañales mojados.
  • En casos graves, en el hospital puede ser necesaria la alimentación por sonda o la administración de sueros intravenosos.

2. Oxigenación

  • Se administra oxígeno suplementario en el hospital si la saturación baja por debajo del 90–92%.
  • En casa no es necesaria la monitorización continua; basta con la observación clínica y seguir las indicaciones del pediatra.

3. Aseo nasal

  • Los lavados nasales con suero fisiológico son muy eficaces.

Tratamiento farmacológico

En la bronquiolitis no existen medicamentos que curen la enfermedad ni que aceleren la recuperación. Por eso, la mayoría de fármacos no están recomendados de forma rutinaria. Lo más importante es centrarse en los cuidados de apoyo (hidratación, limpieza nasal y oxigenación cuando se necesita).

1. Broncodilatadores

No funcionan porque la obstrucción se debe a la inflamación y al exceso de moco, no a un espasmo de los bronquios.

Solo se prueban en casos muy concretos, cuando hay sospecha de asma en niños más mayores, y se mantienen únicamente si hay una mejoría clara.

2. Corticoides

Aunque son antiinflamatorios potentes, no ayudan en la bronquiolitis. No reducen ingresos ni acortan la enfermedad, y no deben usarse.

3. Antibióticos

No sirven porque la bronquiolitis es viral. Solo se utilizan si aparece una infección bacteriana añadida (muy poco frecuente).

4. Adrenalina nebulizada

Puede dar alivio transitorio en casos graves, pero no cambia la evolución de la enfermedad, por lo que no se recomienda de forma rutinaria.

5. Otros medicamentos no recomendados

Mucolíticos, jarabes para la tos, descongestionantes, antihistamínicos o terapias alternativas: no han demostrado eficacia y pueden ser dañinos.

Fisioterapia respiratoria con vibraciones o percusiones tampoco está indicada: no mejora la evolución y puede causar efectos adversos.

Inmunización

Dado que la enfermedad puede ser especialmente grave en los primeros meses de vida, se han desarrollado estrategias de inmunización para proteger a los recién nacidos y lactantes más pequeños.

La inmunización pasiva mediante anticuerpos monoclonales es una de las principales herramientas de prevención. Tradicionalmente, esta estrategia se ha reservado para poblaciones infantiles de alto riesgo.

El palivizumab, un anticuerpo monoclonal aprobado desde 1998, se ha utilizado de forma restrictiva en niños con un riesgo elevado de desarrollar una enfermedad grave por VRS. Este tratamiento ha demostrado reducir las hospitalizaciones por VRS en estas poblaciones de riesgo en un 45-55%.

Recientemente, las estrategias de inmunización se han ampliado, buscando proteger a una población infantil más extensa. La aprobación de nuevos anticuerpos monoclonales de acción prolongada, como el nirsevimab, ha supuesto un avance significativo. La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y la FDA han aprobado su uso para la prevención de la enfermedad por VRS en todos los recién nacidos y lactantes que inician su primera temporada de circulación del virus, no solo en aquellos con factores de riesgo.
 

¿Dónde la tratamos?

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