DICCIONARIO MÉDICO

Atopia

Qué es la atopia

La atopia es una predisposición genética que tienen algunas personas para desarrollar reacciones alérgicas exageradas frente a sustancias que, en condiciones normales, no deberían provocar una respuesta inmunitaria intensa. Estas reacciones se manifiestan con mayor frecuencia a través de enfermedades como la dermatitis atópica, el asma bronquial y la rinitis alérgica, aunque también puede estar implicada en algunas formas de conjuntivitis o alergias alimentarias.

La atopia no es en sí una enfermedad, sino una condición de base que predispone al organismo a responder de forma hipersensible a determinados alérgenos ambientales o alimentarios. Esta predisposición está mediada por una respuesta inmunológica en la que interviene la producción de inmunoglobulina E (IgE), un tipo de anticuerpo que se activa en presencia de estos alérgenos.

Causas y factores de riesgo

La principal causa de la atopia es genética. Es habitual que varios miembros de una misma familia presenten antecedentes de asma, dermatitis atópica o rinitis alérgica. Sin embargo, los factores ambientales también influyen en la expresión y severidad del fenotipo atópico.

Factores genéticos

Se han identificado múltiples genes implicados en la regulación del sistema inmunológico, la integridad de la barrera cutánea y la producción de IgE. Entre ellos, destaca el gen FLG, relacionado con la filagrina, una proteína esencial para la función barrera de la piel. Las mutaciones en este gen se asocian a dermatitis atópica grave y persistente.

Factores ambientales

  • Exposición temprana a alérgenos: como ácaros del polvo, pólenes, epitelios de animales o ciertos alimentos.
  • Contaminación atmosférica: especialmente en áreas urbanas.
  • Uso excesivo de antibióticos en la infancia.
  • Factores perinatales: como el parto por cesárea, alimentación artificial o ausencia de lactancia materna.

Enfermedades relacionadas con la atopia

Las personas con atopia tienen mayor probabilidad de desarrollar varias enfermedades alérgicas, que pueden aparecer de forma simultánea o sucesiva a lo largo de la vida, fenómeno conocido como marcha atópica.

Dermatitis atópica

Es una inflamación crónica de la piel que se caracteriza por sequedad, picor intenso, enrojecimiento y lesiones eccematosas. Suele comenzar en la infancia y puede persistir en la edad adulta. El deterioro de la barrera cutánea facilita la entrada de alérgenos y microorganismos, lo que agrava el cuadro clínico.

Rinitis alérgica

Se manifiesta con congestión nasal, estornudos, picor nasal y rinorrea acuosa. Puede ser estacional (relacionada con pólenes) o persistente (asociada a ácaros, animales o moho). En muchos casos, coexiste con conjuntivitis alérgica.

Asma bronquial

El asma alérgica es una forma común de asma en pacientes atópicos. Se caracteriza por inflamación crónica de las vías respiratorias, con síntomas como disnea, sibilancias, tos y opresión torácica. La exposición a alérgenos puede desencadenar crisis asmáticas.

Alergias alimentarias

Son más frecuentes en niños con antecedentes de dermatitis atópica. Los alimentos implicados con mayor frecuencia son leche, huevo, frutos secos, pescado y mariscos. Las reacciones pueden ir desde urticaria hasta anafilaxia.

Mecanismo inmunológico de la atopia

En la atopia, el sistema inmunológico reacciona de forma desproporcionada ante sustancias inocuas mediante un proceso denominado hipersensibilidad tipo I mediada por IgE. El mecanismo es el siguiente:

  1. El sistema inmune reconoce un alérgeno como una amenaza.
  2. Se produce IgE específica frente a ese alérgeno.
  3. La IgE se une a receptores en mastocitos y basófilos.
  4. En una segunda exposición, el alérgeno provoca la degranulación de estas células.
  5. Se liberan histamina y otros mediadores inflamatorios que causan los síntomas alérgicos.

Diagnóstico de la atopia

El diagnóstico se basa en la historia clínica, la exploración física y la realización de pruebas específicas. Es importante distinguir entre sensibilización (presencia de IgE) y alergia (presencia de síntomas clínicos).

Pruebas cutáneas

Las pruebas cutáneas o prick test consisten en aplicar pequeñas cantidades de alérgenos en la piel para valorar la aparición de una reacción local inmediata (habón y enrojecimiento). Son rápidas y fiables, y permiten identificar los desencadenantes específicos.

Determinación de IgE específica

Se realiza mediante análisis de sangre y cuantifica la presencia de IgE frente a alérgenos concretos. Es útil en pacientes con dermatitis activa o cuando las pruebas cutáneas no son posibles.

Test de provocación controlada

Consiste en exponer al paciente al alérgeno sospechoso bajo supervisión médica. Es el método más concluyente, aunque requiere condiciones de seguridad adecuadas.

Tratamiento de las enfermedades atópicas

El tratamiento de la atopia se basa en tres pilares fundamentales:

  • Evitar los desencadenantes (control ambiental, dieta específica, etc.).
  • Terapia farmacológica para controlar los síntomas.
  • Inmunoterapia específica en casos seleccionados.

Fármacos utilizados

  • Antihistamínicos: para aliviar picor, estornudos o urticaria.
  • Corticoides tópicos o inhalados: para la dermatitis y el asma.
  • Inmunomoduladores tópicos: como tacrolimus en casos de dermatitis resistente.
  • Broncodilatadores: en crisis asmáticas.

Inmunoterapia (vacunas)

La inmunoterapia para las alergias consiste en administrar dosis crecientes del alérgeno causante para inducir tolerancia inmunológica. Puede modificar el curso natural de la enfermedad en casos de asma o rinitis alérgica.

Cuándo acudir al médico

Es aconsejable consultar con un especialista en alergología o dermatología en las siguientes situaciones:

  • Presencia de síntomas persistentes como picor, eccemas, estornudos o tos.
  • Reacciones cutáneas tras ingerir ciertos alimentos o tomar medicamentos.
  • Falta de respuesta a tratamientos habituales.
  • Antecedentes familiares de enfermedades atópicas.

Precauciones y cuidados en pacientes atópicos

El manejo diario de la atopia requiere medidas preventivas y de cuidado constante. Algunas recomendaciones generales son:

  • Evitar exposición a alérgenos conocidos (polvo, animales, polen, etc.).
  • Usar ropa de algodón y evitar tejidos sintéticos o lana.
  • Hidratación cutánea diaria en casos de dermatitis atópica.
  • Evitar productos cosméticos irritantes o con perfumes.
  • Seguir el tratamiento prescrito de forma regular, incluso en ausencia de síntomas.

Preguntas frecuentes sobre la atopia

¿La atopia desaparece con la edad?

En algunos casos, los síntomas pueden disminuir o desaparecer en la edad adulta, especialmente en formas leves. Sin embargo, la predisposición genética persiste, por lo que pueden reaparecer ante ciertos estímulos o situaciones.

¿Puedo prevenir que mi hijo desarrolle atopia?

No se puede prevenir completamente, pero sí se pueden reducir los factores de riesgo. La lactancia materna exclusiva, evitar la exposición temprana a alérgenos y mantener una buena salud intestinal pueden ser medidas útiles en los primeros años de vida.

¿Qué alimentos deben evitarse si tengo predisposición atópica?

Dependerá del tipo de sensibilización. En general, no es recomendable hacer restricciones sin diagnóstico. Si existen síntomas tras consumir determinados alimentos, es necesario realizar un estudio alergológico específico antes de eliminarlos de la dieta.

¿Es lo mismo atopia que alergia?

No exactamente. La atopia es la predisposición a desarrollar alergias mediadas por IgE, mientras que la alergia es la manifestación clínica (síntomas) ante un alérgeno específico. Una persona atópica no necesariamente tiene alergias activas en todo momento.

¿Es útil realizar pruebas de alergia a todos los pacientes con atopia?

Las pruebas son útiles cuando existen síntomas clínicos compatibles. En ausencia de síntomas, detectar IgE específica sin correlación clínica puede llevar a restricciones innecesarias o ansiedad.

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