Qué hacer ante las molestias de estómago
El estómago es un órgano importante que puede padecer múltiples enfermedades, unas más leves, como la gastritis y la úlcera, y otras más graves, como el cáncer y las úlceras sangrantes o perforadas, que pueden poner en riesgo la vida del paciente.
La zona donde se localiza el estómago, conocida habitualmente como "boca del estómago" (médicamente se denomina epigastrio) es un área en la que con frecuencia se focalizan los síntomas abdominales más comunes: dolor agudo o crónico relacionado o no con la ingesta, náuseas, pesadez, distensión abdominal, etc.
Y en un gran número de ocasiones, estos síntomas no se relacionan con ninguna alteración orgánica, sino con una alteración en el funcionamiento de los órganos relacionados con la digestión, lo cual se denomina dispepsia funcional.
¿Cuáles son los síntomas?
Probablemente, el síntoma que con mayor frecuencia presentan las personas que tienen problemas gástricos es el dolor.
Las características de éste: localización, intensidad, irradiación a otras zonas, momento de aparición durante el día, relación con la ingesta, factores que lo incrementan o lo calman, síntomas acompañantes, etc., nos podrán orientar hacia el origen de dicho dolor y nos indicarán la conveniencia o no de consultar con nuestro médico.
Un dato esencial es la edad: por encima de los 40-45 años es más frecuente encontrar enfermedades orgánicas graves, por lo que dicha edad marca como una barrera a la hora de que el médico pida exploraciones específicas para estudiar con mayor profundidad a cada paciente y descarte la existencia de procesos serios.
Cuando el dolor se acompaña de pesadez, distensión abdominal con flatulencia, se alivia al defecar o se asocia con estreñimiento o diarrea alternantes y es intermitente o alterna con días o semanas sin molestias, es muy probable que su origen sea funcional (dispepsia funcional) y esté en relación con un estómago con poco tono (hipotonía gástrica) o que se vacía lentamente, con un transito intestinal lento, etc. Con frecuencia, esta dispepsia funcional se asocia con una alteración en el funcionamiento del intestino grueso o colon llamado síndrome del intestino irritable.
El Departamento de Digestivo se compone de un equipo multidisciplinar de especialistas expertos en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades del tracto digestivo.
Disponemos de una Unidad de prevención y consulta de alto riesgo de tumores digestivos en la que estudiamos y comprobamos la presencia de ciertos genes responsables de la predisposición a padecer cáncer de colon hereditario.
Pero cuando el dolor nos despierta por la noche, se prolonga de forma mantenida durante semanas o meses y se acompaña de vómitos, náuseas y pérdida de peso con deterioro del estado general (cansancio, decaimiento,...) probablemente nos encontremos ante enfermedades orgánicas y es muy conveniente consultar cuanto antes.
Probablemente, y dependiendo de los síntomas y en los mayores de 40-45 años, seremos estudiados mediante diferentes métodos diagnósticos: análisis de sangre, orina y heces (estudio de sangre oculta), radiografías de tórax y abdomen, ecografía abdominal o tomografía computarizada (TC o Scanner) y endoscopia (gastroscopia y/o colonoscopia) o estudios radiológicos con contraste (tránsito esófago-gastro-intestinal y/o enema opaco).
Por desgracia, los síntomas no son muy específicos a la hora de apoyar un diagnóstico u otro, por lo que deben basarse en la realización de las pruebas diagnósticas arriba indicadas para confirmar si se trata de patología orgánica o funcional.
Síntomas de gastritis, úlcera gástrica y cáncer gástrico que son indiferenciables e incluyen cualquiera o ninguno de los siguientes síntomas:
- Sensación de plenitud durante o al final de la ingesta.
- Sensación de distensión abdominal tras la ingesta.
- Dolor en la parte superior del abdomen.
- Náuseas.
- Vómitos.
Datos que apoyan el diagnóstico de úlcera duodenal.
Datos fuertes
- Dolor en el epigastrio señalado con el dedo.
- Aparición nocturna de dolor.
- Antecedentes familiares de úlcera.
- Tabaquismo.
- Toma de AINES (antiinflamatorios no esteroideos).
- Periodicidad del dolor (semanas o meses con dolor y otros sin dolor).
- Similitud con otros episodios de úlcera diagnosticados por endoscopia.
Datos débiles
- Alivio del dolor con antiácidos o inhibidores de la secreción.
- Dolor mal localizado en el abdomen superior.
- Nauseas o vómitos ocasionales.
Cuando una persona previamente sana o con antecedentes de úlcera gastro-duodenal presenta vómitos con sangre roja o con coágulos negros (vómitos en posos de café) u observa que las heces son negras (melenas), debe acudir sin demora a su médico o a un centro sanitario, porque éstos son signos de que se ha producido una hemorragia digestiva alta por alguna lesión localizada en esófago, estómago o duodeno.
Ante este hecho, dependiendo del estado del paciente (tensión arterial, pulso, estado de conciencia, sudoración,...) y de los antecedentes personales (enfermedades asociadas, tratamiento farmacológico, etc.), el médico valorará la conveniencia de realizar una gastroscopia urgente.
Ésta podrá servir, tanto para diagnosticar la causa y origen de la hemorragia, como para tratarla, si fuese necesario, ya que mediante esta técnica se pueden emplear diferentes métodos para detener la hemorragia (inyección de diversas sustancias, colocación de bandas elásticas o clips, electrocoagulación, etc.).
¿Cómo se puede llegar a un diagnóstico?
Existen procesos agudos de fácil diagnóstico, como son las gastroenteritis por toxinfecciones alimentarias, las intoxicaciones etílicas o los abusos en la ingesta (grandes comilonas), que si ceden en poco tiempo con medidas convencionales (reposo, dieta suave a base de líquidos o purés, antiácidos, rehidratación, etc.) no requerirán la asistencia sanitaria.
Pero si estos cuadros, sobretodo las toxinfecciones alimentarias, no ceden en 1-2 días con las medidas antes indicadas y los vómitos no cesan, deberá acudirse a un centro hospitalario para recibir tratamiento intravenoso encaminado a evitar las complicaciones secundarias a la deshidratación.
Estas medidas deberán tomarse con mayor rapidez en los niños, ancianos y pacientes con procesos crónicos (insuficiencias cardiaca, respiratoria o renal, inmunodeprimidos, etc.) por tener mayor riesgo de sufrir complicaciones más graves.
¿Qué puede hacer para aliviar estas molestias?
La dieta juega un papel relativo en las patologías gástricas. Se ha comprobado que el tipo de dieta no juega un papel importante en el origen de las úlceras gastro-duodenales o la gastritis. Tampoco a la hora de su curación la dieta influirá en que aquella sea más rápida o más lenta.
Donde sí influye es en los síntomas que un tipo u otro de dieta puede producir en estos pacientes. Todo lo que sean alimentos fuertes y excitantes (picantes, especias, café), grasas y comidas muy copiosas y condimentadas producirán un empeoramiento de los síntomas y su prolongación en el tiempo.
En general, el tabaco es un gran enemigo del estómago sano y mucho más del estómago enfermo o sensible, pues provoca abundantes efectos nocivos que inducen la aparición y la falta de curación de la mayor parte de las enfermedades gástricas: úlceras, gastritis, cáncer y dispepsia.
Efectos nocivos del tabaco a nivel gástrico:
- Aumenta la secreción de ácido.
- Disminuye la secreción de bicarbonato.
- Disminuye la secreción de moco.
- Disminuye la secreción de prostaglandinas.
- Disminuye el flujo sanguíneo da la mucosa gástrica.
Cabe señalar finalmente que los AINES son fármacos muy utilizados, sobretodo en pacientes mayores con problemas reumáticos, en los que con frecuencia pueden producir lesiones gástricas, que pueden ir, desde las simples erosiones superficiales, hasta las úlceras profundas y múltiples, frecuentemente con sangrado que puede ser grave dada la edad avanzada y las patologías asociadas.
Por ello, es aconsejable que, en general y, sobretodo, los sujetos de edad avanzada, cuando tengan que tomar AINEs, aunque sea durante cortos periodos de tiempo y con más razón cuando sean periodos largos, lo hagan protegiéndose el estómago tomando inhibidores de la secreción ácida (omeprazol o ranitidina) para evitar el desarrollo de lesiones y complicaciones gástricas.