“El PET supone un gran avance ya que permite diagnosticar el Alzheimer en las primeras fases, cuando todavía están disponibles todas las opciones terapéuticas para el paciente”

La realización de un PET con beta amiloide, una tecnología que permite diagnosticar el Alzheimer cuando los síntomas aún son leves, posibilita establecer un plan para intentar ralentizar este deterioro y mejorar la calidad de vida del paciente

Imagen de un PET de la Clínica Universidad de Navarra para el diagnóstico precoz de la enfermedad de Alzheimer.
La doctora Ángela Milán y el Dr. Fernando Guillén, durante la realización de un PET para diagnosticar el Alzheimer.

21 de septiembre de 2019

“Para el diagnóstico del Alzheimer, el poder contar con una tecnología como el PET supone un gran avance ya que nos permite diagnosticar la enfermedad cuando empiezan los primeros síntomas, es decir, en las fases más tempranas y, por tanto, cuando aún es posible realizar estrategias terapéuticas para intentar frenar el deterioro”, indica la Dra. Ángela Milán, neuróloga de la Clínica Universidad de Navarra en Madrid.

El Alzheimer es la demencia más común y se estima que en 2050 cerca de un millón de personas en España padecerán esta enfermedad. Al no existir tratamientos efectivos para curar la demencia, los especialistas centran las estrategias en retrasar o ralentizar el deterioro cuando aparecen los primeros síntomas. Por eso, el diagnóstico precoz es fundamental.

“El poder realizar un diagnóstico temprano con este avanzado PET nos permite ofrecer al paciente todas las opciones terapéuticas que existen en la actualidad, opciones que serán más efectivas en las primeras fases, cuanto antes se realice el diagnóstico”, explican los Dres. Marta Fernández Matarrubia y Mario Riverol, especialistas en Neurología de la Clínica en Pamplona.

En concreto, esta herramienta posibilita medir la actividad cerebral y corroborar si se está acumulando la proteína beta amiloide, que produce esta enfermedad. Además, se pueden ver qué zonas del cerebro están más afectadas para predecir qué funciones cognitivas (memoria, atención, lenguaje, planificación…) pueden alterarse más.

“Hasta hace poco tiempo, para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer solo disponíamos de la historia clínica, es decir, lo que nos contaba el paciente. Este primer paso es fundamental y se suele complementar con técnicas para descartar otras causas de los fallos que experimenta el paciente (una hemorragia, tumor o infartos). Además, una punción en la zona lumbar nos permite comprobar si se está acumulando la proteína beta amiloide”, añade la Dra. Milán.

“Sin embargo, hasta ahora, no podíamos ver la actividad cerebral y tampoco saber en qué zona cerebral se estaba produciendo el depósito de esta proteína. El PET permite no solo corroborar que se está depositando el amiloide, sino saber si existen signos de degeneración o “muerte neuronal” mediante la medición de la actividad cerebral”, destaca la especialista.

PET-FDG, una tecnología para diagnosticar otros tipos de demencia

La enfermedad de Alzheimer es la causa de demencia más frecuente (entre el 50 y el 70% del total de casos), pero no es la única, existen otros tipos (demencia asociada al Parkinson, demencia frontotemporal, demencia asociada a patología vascular…).

“En la Clínica no solo disponemos del PET con beta amiloide para diagnosticar el Alzheimer, sino que tenemos toda la batería de pruebas para diagnosticar otras demencias, como el PET-FDG, que nos permite distinguir entre distintos tipos como la demencia frontotemporal, demencia por cuerpos de Lewy, secundaria a enfermedad cerebrovasculares o ictus…”, declara.

Ejercicios individuales de estimulación para frenar el deterioro cognitivo

Los fallos de memoria (o de otras funciones cognitivas, como el lenguaje o la planificación) pueden estar causados por una demencia o por el envejecimiento natural del cerebro, por lo que los expertos promueven programas de estimulación cognitiva para mejorar el rendimiento de las funciones como la memoria, atención, funciones ejecutivas, memoria, lenguaje, capacidad visoespacial, etc.

“Este programa, totalmente individualizado, mejora la calidad de vida de personas que experimentan fallos de las funciones cognitivas para intentar enlentecer este deterioro”, indica Teresa Rognoni, especialista en Neuropsicología de la Clínica en Campus Madrid.

“Estos entrenamientos están dirigidos a personas con un diagnóstico de demencia (si la enfermedad se encuentra en las primeras fases, la calidad de vida que experimentará el paciente con estos entrenamientos será superior) o a personas que noten que su memoria, lenguaje o funciones de planificación está fallando, aunque no esté relacionado con una enfermedad, sino con el deterioro natural causado por el envejecimiento, para fortalecer aquella parte del cerebro que está más afectada”, añaden las neuropsicoólogas Carlota Arrondo y Sofía Antón, de Pamplona.

Además, de este tratamiento cognitivo online pueden beneficiarse personas sanas para mejorar sus capacidades cognitivas como parte de unos hábitos de vida saludables.

“Estudios y ensayos clínicos internacionales han demostrado la importancia de este tipo de entrenamientos, siempre que estén dirigidos por especialistas, que se pueden realizar de forma presencial en muchos hospitales o en formato online, a través de una plataforma en la que el especialista se reúne con el paciente para realizar los ejercicios y ver la progresión”, indica.