DICCIONARIO MÉDICO

Arteria

Qué es arteria

Una arteria es un vaso sanguíneo cuya función principal es transportar sangre oxigenada desde el corazón hacia los distintos tejidos y órganos del cuerpo. A excepción de las arterias pulmonares, que llevan sangre desoxigenada del corazón hacia los pulmones para su oxigenación, el resto de las arterias transportan sangre rica en oxígeno y nutrientes, permitiendo la nutrición celular y el mantenimiento de la homeostasis. Las arterias forman parte del sistema circulatorio, junto con venas y capilares, y su integridad es fundamental para el correcto funcionamiento del organismo. En términos evolutivos, las arterias presentan una estructura especializada que les permite resistir la presión arterial generada por la contracción del corazón y distribuir la sangre de forma pulsátil.

Anatomía de las arterias

Estructura general

Las arterias se caracterizan por contar con una pared robusta y elástica que soporta la presión hemodinámica generada por cada latido cardíaco. Esta pared se compone de tres capas o túnicas:

  • Túnica íntima: Se trata de la capa más interna y está formada por un endotelio (una sola capa de células endoteliales) apoyado sobre una membrana basal y, en arterias de mayor calibre, una capa de tejido elástico denominada lámina elástica interna. El endotelio regula el tono vascular, la permeabilidad y la secreción de vasoactivos como el óxido nítrico.
  • Túnica media: Es la capa intermedia, constituida principalmente por fibras musculares lisas y fibras elásticas. En arterias grandes como la aorta, predomina el tejido elástico, lo que permite la distensibilidad del vaso durante la sístole y su reexpansión en la diástole. En arterias de calibre medio y pequeño, predomina el músculo liso, encargado de regular el diámetro arterial mediante mecanismos de vasoconstricción y vasodilatación.
  • Túnica adventicia o externa: Es la capa más externa, formada por tejido conectivo rico en colágeno y fibras elásticas. Contiene vasa vasorum (pequeños vasos sanguíneos que nutren la pared arterial) y fibras nerviosas del sistema nervioso autónomo que inervan la capa muscular, permitiendo regular el tono vascular. La adventicia se continúa con el tejido conectivo circundante, anclando la arteria en su entorno.

Clasificación por tamaño y función

Las arterias se clasifican en función de su diámetro y función hemodinámica. Se reconocen tres categorías principales:

  1. Arterias elásticas (de gran calibre): Incluyen la aorta y sus ramas principales (arterias carótidas comunes, subclavias, ilíacas primitivas). Estas arterias presentan un contenido elevado de fibras elásticas en la túnica media, permitiendo almacenar energía potencial durante el llenado en sístole y liberar dicha energía en diástole, favoreciendo un flujo sanguíneo continuo y uniforme. Su función principal es amortiguar el pulso y mantener la perfusión diastólica.
  2. Arterias musculares (de calibre medio): Abarcan arterias como las coronarias, las arterias renales, las mesentéricas y las femorales. Se caracterizan por un predominio de músculo liso en la túnica media, lo que les permite regular el flujo sanguíneo hacia órganos específicos a través de la vasoconstricción y vasodilatación, ajustándose a demandas metabólicas variables.
  3. Arteriolas (de pequeño calibre): Son los vasos de transición entre las arterias y los capilares. Tienen un diámetro menor a 0,5 mm y poseen una capa media formada por pocas capas de músculo liso. Las arteriolas controlan de forma precisa el resistencia vascular periférica y regulan la presión arterial local, modulando el flujo que llega a los lechos capilares.

Fisiología y función de las arterias

Las arterias desempeñan varias funciones esenciales:

Transporte de sangre oxigenada

Las arterias conducen la sangre oxigenada y rica en nutrientes desde el ventrículo izquierdo hacia todos los órganos y tejidos del cuerpo. Este transporte se realiza de forma pulsátil, sincronizado con el ciclo cardíaco, de modo que cada contracción ventricular (sístole) crea una onda de presión que impulsa la sangre a través del árbol arterial.

Mantenimiento de la presión arterial

La elasticidad de las arterias elásticas permite almacenar parte de la energía generada en la sístole y liberarla en diástole, lo cual mantiene un flujo sanguíneo continuo durante todo el ciclo cardíaco. Esta propiedad, conocida como compliance o distensibilidad arterial, es fundamental para amortiguar las oscilaciones de presión y asegurar una perfusión constante de los tejidos.

Regulación del flujo sanguíneo

Las arterias musculares y, en particular, las arteriolas, modulan la resistencia vascular ajustando su diámetro mediante la contracción o relajación de las células musculares lisas en la túnica media. Este fenómeno se denomina autorregulación y permite adaptar el flujo sanguíneo a las necesidades metabólicas de cada órgano. Por ejemplo, ante un aumento de la demanda de oxígeno en el músculo esquelético durante el ejercicio, las arteriolas se dilatan para incrementar el aporte sanguíneo.

Participación en la homeostasis vascular

El endotelio arterial libera múltiples sustancias vasoactivas (óxido nítrico, prostaciclinas, endotelinas) que modulan el tono vascular, la coagulación y la inflamación. Estas interacciones endoteliales son esenciales para:

  • Regulación de la presión arterial a través de vasodilatación o vasoconstricción.
  • Prevención de la formación de trombos mediante la producción de moléculas anticoagulantes y fibrinolíticas.
  • Respuesta inflamatoria en caso de lesiones o infecciones, facilitando la migración de leucocitos hacia el tejido dañado.

Tipos de arterias principales en el cuerpo

A continuación se describen las arterias más relevantes y su función específica:

  • Aorta: Es la arteria principal que nace del ventrículo izquierdo y se divide en aorta ascendente, arco aórtico y aorta descendente (torácica y abdominal). Distribuye sangre a todas las ramas vasculares del cuerpo.
  • Arterias coronarias: Se originan en la raíz de la aorta y se dividen en arteria coronaria derecha y izquierda, responsables de irrigar el músculo cardíaco.
  • Arterias carótidas comunes: Se bifurcan en arteria carótida interna (irrigación cerebral) y externa (irriga cara y cuello).
  • Arterias subclavias: Aportan sangre a miembros superiores y parte del tórax. De ellas nace la arteria vertebral, que irriga parte del cerebro posterior.
  • Arterias mesentéricas: La mesentérica superior irriga intestino delgado y parte del intestino grueso; la mesentérica inferior irriga colon distal y recto.
  • Arterias renales: Se originan en la aorta abdominal y proporcionan sangre a los riñones.
  • Arterias ilíacas: La aorta se bifurca en arterias ilíacas primitivas que irrigan pelvis y miembros inferiores. Se dividen en ilíaca común, externa (continúa como femoral) e interna (irriga órganos pélvicos).
  • Arterias femorales: Situadas en el muslo, irrigan el miembro inferior. Se continúan como arteria poplítea detrás de la rodilla y luego se dividen en arterias tibiales anterior y posterior.
  • Arterias carotídeas internas: Se encargan de la perfusión cerebral anterior y media, siendo fundamentales en el suministro de oxígeno al cerebro.
  • Arterias vertebrales: Se originan en las subclavias y suben por los forámenes transversos de las vértebras cervicales para formar la arteria basilar, que irriga el troncoencefálico y el cerebelo.

Importancia clínica de las arterias

Las arterias son dianas frecuentes de diversas enfermedades y trastornos vasculares, entre los que destacan:

Aterosclerosis

Es una enfermedad crónica caracterizada por la acumulación de placas de ateroma en la túnica media y subíntima de las arterias. Estas placas contienen lípidos, células inflamatorias, células espumosas y fibras de colágeno. La arteriosclerosis provoca:

  • Estrechamiento del lumen arterial (estenosis), que reduce el flujo sanguíneo a los órganos.
  • Calcificación de la pared, disminuyendo la elasticidad y aumentando la presión sistólica.
  • Riesgo de trombosis por ruptura de la placa y formación de coágulos en el sitio dañado, que pueden ocluir la arteria (infarto agudo de miocardio, accidente cerebrovascular isquémico).

Aneurismas arteriales

Un aneurisma es una dilatación focal y patológica de la pared arterial debido a su debilitamiento. Los aneurismas más frecuentes son:

  • Aneurisma de aorta abdominal (AAA): Dilatación de la aorta mayor a 3 cm de diámetro. El riesgo de ruptura aumenta con el tamaño y puede provocar una hemorragia interna masiva con alta mortalidad.
  • Aneurisma de aorta torácica: Afecta la porción torácica y puede extenderse hacia la aorta ascendente. La ruptura en el mediastino o el pericardio es potencialmente letal.
  • Aneurisma cerebral: Dilatación de arterias intracraneales (arteria comunicante anterior, arterias cerebrales). Su ruptura ocasiona hemorragia subaracnoidea, con cefalea intensa, pérdida de conciencia y riesgo neurológico grave.

Arteritis y vasculitis

Las arteritis y vasculitis son procesos inflamatorios que afectan las paredes de las arterias, provocando engrosamiento, estenosis y, en ocasiones, oclusión. Entre las más relevantes se encuentran:

  • Arteritis de células gigantes (temporal): Inflamación de arterias craneales, especialmente la arteria temporal superficial. Se manifiesta con cefalea, dolor mandibular al masticar y riesgo de pérdida de visión por afectación de arterias oftálmicas.
  • Poliarteritis nodosa: Afecta arterias medianas y pequeñas de piel, nervios periféricos, riñones y tracto gastrointestinal, ocasionando isquemia y necrosis en tejidos irrigados.
  • Enfermedad de Takayasu: Impacta la aorta y sus principales ramas (carótidas, subclavias), provocando estenosis y pulsos disminuidos en extremidades. Predomina en mujeres jóvenes de origen asiático.

Arteriopatía periférica

Se refiere a la estenosis u oclusión de arterias que irrigan las extremidades, habitualmente por aterosclerosis. La claudicación intermitente (dolor muscular con el ejercicio que cede con el reposo) es el síntoma cardinal. En casos avanzados, puede presentarse dolor en reposo y úlceras en la piel por isquemia crónica.

Enfermedades cardíacas isquémicas

La arteria coronaria puede verse afectada por aterosclerosis, generando estenosis o oclusiones que limitan el flujo sanguíneo al miocardio. Esto desencadena:

  • Angina de pecho: Dolor torácico transitorio por isquemia miocárdica durante el esfuerzo.
  • Infarto agudo de miocardio: Necrosis miocárdica por oclusión total de una arteria coronaria; se traduce en dolor torácico intenso, sudoración y disnea.

Accidente cerebrovascular (ACV)

La arteria carótida interna o las ramas de la arteria cerebral pueden obstruirse por un trombo o embolia que interrumpe el flujo sanguíneo cerebral. Dependiendo del territorio afectado, el ACV isquémico produce déficits neurológicos focales (hemiplejia, afasia, alteraciones sensoriales). Las arterias vertebrales y la arteria basilar al sacrificarse pueden ocasionar ACV en el troncoencefálico y cerebelo, con síntomas como vértigo y diplopía.

Diagnóstico de enfermedades arteriales

Para evaluar el estado de las arterias y detectar patologías vasculares, se utilizan diversas pruebas de imagen y funcionales:

Ecografía Doppler color

Es una técnica no invasiva que combina ultrasonido con el efecto Doppler para medir la velocidad del flujo sanguíneo y visualizar la anatomía de las arterias superficiales (carótidas, femorales, renales). Permite detectar estenosis, oclusiones y evaluar la compliantia arterial.

Angiografía por tomografía computarizada (angio-TC)

Consiste en la adquisición de imágenes de alta resolución tras la inyección de un medio de contraste iodado. Permite reconstruir tridimensionalmente el árbol arterial y evaluar estenosis, aneurismas y malformaciones en arterias intracraneales, torácicas o abdominales.

Angiografía por resonancia magnética (angio-RM)

Es una alternativa a la angiografía convencional, sin exposición a radiación ionizante. Utiliza técnicas de flujo para visualizar el lumen arterial, detectando estenosis y oclusiones en arterias del cuello, cerebro y extremidades.

Angiografía digital por sustracción (angiografía convencional)

Es el estándar de oro para evaluar la anatomía arterial, especialmente antes de intervenciones terapéuticas (angioplastias, colocación de stents). Requiere la inyección de contraste a través de un catéter y la adquisición de imágenes en tiempo real, permitiendo identificar estenosis, oclusiones o fugas en la pared arterial.

Índice tobillo-brazo

Es una prueba sencilla y no invasiva para detectar arteriopatía periférica. Consiste en medir la presión sistólica en el tobillo y el brazo; el índice se calcula dividiendo la presión sistólica del tobillo entre la del brazo. Valores inferiores a 0,9 sugieren enfermedad arterial periférica.

Pruebas de laboratorio

Aunque no evalúan directamente las arterias, los siguientes marcadores ayudan a valorar el riesgo cardiovascular y la progresión de enfermedades arteriales:

  • Perfil lipídico: Niveles de colesterol total, LDL, HDL y triglicéridos para estimar el riesgo aterosclerótico.
  • Hemoglobina glucosilada (HbA1c): Control glucémico en pacientes diabéticos, dado que la diabetes mellitus incrementa el riesgo de enfermedad arterial.
  • Proteína C reactiva de alta sensibilidad (PCR-us): Marcador inflamatorio asociado a riesgo aterosclerótico.
  • Carga de microalbúmina en orina: Indicativa de microangiopatía en riñones y factor de riesgo cardiovascular.

Tratamiento y prevención

El manejo de las enfermedades arteriales combina medidas de prevención primaria con estrategias terapéuticas específicas según la patología identificada. A continuación se describen los aspectos clave:

Prevención primaria

Para reducir el riesgo de enfermedad arterial, se recomienda:

  • Dieta equilibrada: Rica en frutas, verduras, cereales integrales, pescado azul (rico en ácidos grasos omega-3) y baja en grasas saturadas, colesterol y azúcares simples.
  • Actividad física regular: Al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado (caminata rápida, ciclismo, natación) para mejorar la salud cardiovascular y controlar el peso corporal.
  • No fumar: El tabaquismo es uno de los factores de riesgo modificables más importantes para el desarrollo de aterosclerosis y enfermedad arterial.
  • Control del peso: Mantener un índice de masa corporal (IMC) dentro de rangos saludables (18,5–24,9 kg/m²) para reducir la carga vascular.
  • Gestión del estrés: Técnicas de relajación, mindfulness y apoyo psicológico para disminuir la respuesta inflamatoria y presión arterial.
  • Control de factores de riesgo metabólicos: Hipertensión arterial (mantener PA < 140/90 mmHg o según guías específicas), diabetes mellitus (HbA1c < 7 % en la mayoría de los pacientes), dislipidemia (LDL < 100 mg/dL o < 70 mg/dL en pacientes de alto riesgo).

Tratamiento farmacológico

Dependiendo de la enfermedad arterial, se utilizan diversas clases de fármacos:

  • Antihipertensivos: Inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) (enalapril, ramipril), antagonistas de los receptores de angiotensina II (ARA-II) (losartán, valsartán), bloqueadores de los canales de calcio (amlodipino, nifedipino), diuréticos tiazídicos (hidroclorotiazida), betabloqueantes (metoprolol, carvedilol). El objetivo es mantener la presión arterial dentro de rangos óptimos para reducir la progresión de la aterosclerosis y prevenir complicaciones.
  • Estatinas: Simvastatina, atorvastatina, rosuvastatina. Disminuyen los niveles de colesterol LDL, estabilizan placas ateroscleróticas y reducen el riesgo de eventos cardiovasculares.
  • Anticoagulantes y antiagregantes plaquetarios: AAS (ácido acetilsalicílico), clopidogrel, ticagrelor para prevenir la formación de trombos en arterias coronarias y cerebrales. En casos de fibrilación auricular o prótesis valvulares, se emplean anticoagulantes orales directos (dabigatrán, rivaroxabán) o antagonistas de la vitamina K (warfarina).
  • Fármacos para la claudicación intermitente: Cilostazol, pentoxifilina para mejorar la circulación periférica y reducir el dolor muscular al caminar.
  • Fibrinolíticos: Activadores del plasminógeno tisular (alteplasa, tenecteplasa) en el contexto de infarto agudo de miocardio o accidente cerebrovascular isquémico para disolver coágulos y restaurar el flujo sanguíneo.
  • Fármacos para aneurismas: En casos de aneurisma de aorta abdominal pequeño (< 5,5 cm), se emplean beta-bloqueantes y vasodilatadores para controlar la presión y reducir la tensión en la pared arterial. En aneurismas cerebrales, se monitoriza la presión intracraneal y se evitan actividades que aumenten la presión arterial.

Tratamientos intervencionistas y quirúrgicos

Cuando la enfermedad arterial es avanzada, pueden requerirse procedimientos invasivos:

  • Angioplastia con balón y colocación de stent: Se introduce un catéter con un balón en la arteria afectada (coronaria, femoral, carótida), se infla para ensanchar el lumen y, en muchos casos, se implanta un stent metálico para mantener la arteria permeable.
  • Bypass coronario: Se realiza un puente vascular utilizando una vena (vena safena) o una arteria (arteria mamaria interna) para saltar la arteria coronaria ocluida y restablecer el flujo sanguíneo al miocardio.
  • Cirugía de aneurisma de aorta: En aneurismas de aorta abdominal mayores a 5,5 cm o torácica mayores a 6 cm, se programa reparación quirúrgica mediante reemplazo protésico o endoprótesis (stent-graft) para prevenir la ruptura.
  • Endarterectomía carotídea: Se extrae la placa de ateroma de la arteria carótida para prevenir accidentes cerebrovasculares isquémicos en pacientes con estenosis moderada o severa.
  • Tromboendarterectomía pulmonar: En casos de hipertensión pulmonar tromboembólica crónica, se remueve el trombo organizadointraluminal de las arterias pulmonares para mejorar la hemodinámica.
  • Revascularización de miembros inferiores: Mediante bypass femoropoplíteo o femorotibial para restablecer el flujo sanguíneo en arteriopatía periférica avanzada y prevenir la pérdida de extremidades.

Cuándo acudir al médico

Es fundamental consultar al médico cuando se presenten signos o síntomas que sugieran compromiso arterial. A continuación se detallan los indicadores más relevantes:

  • Dolor torácico u opresión en el pecho: Puede indicar angina de pecho o infarto agudo de miocardio. El dolor puede irradiarse a mandíbula, hombro o brazo izquierdo, asociarse a sudoración profusa, náuseas y sensación de muerte inminente.
  • Disnea súbita o dificultad respiratoria: Indica posible insuficiencia cardíaca aguda por enfermedad coronaria o embolia pulmonar.
  • Dolor neurológico focal: Déficit súbito de fuerza o sensibilidad en la cara, brazo o pierna (hemiplejia), alteración del lenguaje (afasia), pérdida de la coordinación o visión borrosa, que sugieren accidente cerebrovascular.
  • Dolor abdominal pulsátil intenso o masa palpable en abdomen, acompañado de dolor lumbar, puede indicar aneurisma de aorta abdominal en riesgo de ruptura.
  • Claudicación intermitente: Dolor o calambres en pantorrillas al caminar cierta distancia (10–15 minutos) que ceden con el reposo, característica de arteriopatía periférica.
  • Pérdida de pulso en extremidades o frialdad unilateral, indicativos de oclusión aguda arterial. La extremidad puede presentar palidez, parálisis, parestesias y dolor intenso.
  • Cefalea intensa y súbita: La “peor cefalea de la vida” puede corresponder a ruptura de aneurisma cerebral y requiere atención urgente.
  • Pérdida de fuerza o sensibilidad en extremidades sin causa aparente, podría asociarse a compromiso vascular medular o isquemia de la médula espinal.

Ante cualquiera de estos signos, se debe solicitar atención de urgencia para realizar pruebas diagnósticas inmediatas y definir el tratamiento oportuno.

Precauciones y recomendaciones

Para cuidar la salud arterial y prevenir complicaciones, se sugieren las siguientes medidas generales:

  1. Control de la presión arterial: Medir regularmente la presión, seguir las indicaciones médicas para el uso de antihipertensivos y mantener la PA en rangos recomendados (< 140/90 mmHg en la mayoría de los pacientes, < 130/80 mmHg si existe diabetes o enfermedad renal crónica).
  2. Control de lípidos: Hacerse análisis de colesterol y triglicéridos al menos una vez al año; seguir las recomendaciones para el uso de estatinas si los niveles de LDL están elevados o existe alto riesgo cardiovascular.
  3. Mantener una dieta saludable: Bajar la ingesta de grasas saturadas y trans, aumentar el consumo de ácidos grasos omega-3 (pescado azul), consumir frutas y verduras diariamente y preferir grasas monoinsaturadas (aceite de oliva) para proteger la salud arterial.
  4. Actividad física regular: Realizar al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado para mejorar la circulación y reducir el riesgo de aterosclerosis.
  5. No fumar ni consumir tabaco: El tabaco acelera la formación de placas ateroscleróticas y aumenta la rigidez arterial. En fumadores, se recomienda buscar ayuda para el abandono del hábito.
  6. Control de la glucemia: En pacientes diabéticos, mantener la hemoglobina glucosilada (HbA1c) por debajo del 7 % para reducir el daño a la pared arterial y prevenir complicaciones.
  7. Gestión del estrés: Practicar técnicas de relajación, yoga o meditación para disminuir la secreción de hormonas que afectan negativamente la presión arterial y la inflamación endotelial.
  8. Pesaje y control del índice de masa corporal (IMC): Mantener un IMC entre 18,5 y 24,9 kg/m² mediante nutrición adecuada y ejercicio para reducir la carga arterial.
  9. Revisiones médicas periódicas: Valorar riesgos cardiovasculares cada 6–12 meses, especialmente en pacientes con antecedentes familiares de enfermedad arterial, hipertensión, diabetes o dislipidemia.

Preguntas frecuentes para el paciente

¿Qué síntomas indican que puedo tener problemas en las arterias?

Los síntomas varían según la arteria afectada, pero entre los más comunes se encuentran:

  • Dolor torácico que se irradia a mandíbula, cuello, espalda o brazo izquierdo, asociado a sudoración y náuseas (posible enfermedad coronaria).
  • Claudicación intermitente en pantorrillas al caminar que cede al descansar (arteriopatía periférica).
  • Dolor abdominal pulsátil o sensación de latido en el abdomen (posible aneurisma de aorta abdominal).
  • Debilidad o adormecimiento súbito en brazo, pierna o cara, dificultad para hablar o ver, cefalea intensa (posible accidente cerebrovascular).
  • Pérdida de pulso en las extremidades inferiores, frialdad o palidez de la piel (oclusión arterial aguda).

¿Cómo puedo saber si tengo una arteriopatía sin sentir síntomas?

Existen pruebas de detección que permiten identificar enfermedad arterial en fases tempranas, incluso antes de que aparezcan síntomas:

  • Índice tobillo-brazo: Mide la relación entre la presión arterial en tobillo y brazo para detectar arteriopatía periférica.
  • Ecografía Doppler carotídea: Evalúa la presencia de placas ateroscleróticas en arterias del cuello y estima el grado de estenosis.
  • Pruebas de esfuerzo: Electrocardiograma y ecocardiograma durante ejercicio para valorar la perfusión coronaria.
  • Angio-TC o angio-RM para evaluar arterias torácicas, abdominales o cerebrales en pacientes con factores de riesgo elevados.

¿La enfermedad arterial es hereditaria?

La enfermedad aterosclerótica es multifactorial. Existen componentes genéticos que predisponen al paciente a hipercolesterolemia familiar, hipertrigliceridemia o hipertensión primaria. Sin embargo, los factores de riesgo modificables (dieta, tabaquismo, sedentarismo, control de la glucemia y presión arterial) desempeñan un papel crucial en la aparición y progresión de la enfermedad.

¿Puedo prevenir los aneurismas?

Si bien algunos aneurismas tienen componente genético (síndrome de Marfan, síndromes de tejido conectivo), la mayoría se asocian a hipertensión arterial y tabaquismo. Controlar la presión arterial, dejar de fumar y realizar ecografías de cribado en pacientes mayores de 65 años o con antecedentes familiares de aneurisma abdominal puede ayudar a detectar aneurismas en etapas tempranas y prevenir la ruptura.

¿Qué cuidados necesito después de una angioplastia?

Después de una angioplastia con colocación de stent, es importante:

  • Tomar medicación antiagregante (ácido acetilsalicílico, clopidogrel) según indicación para evitar trombosis del stent.
  • Controlar la presión arterial y lípidos a través de fármacos (IECA, estatinas) y cambios en el estilo de vida.
  • Realizar ejercicios de rehabilitación cardiovascular supervisados para mejorar la función cardíaca y la circulación periférica.
  • Evitar esfuerzos intensos durante las primeras semanas y seguir recomendaciones de cuidado en el sitio de punción (reposo, control del vendaje).

¿Es doloroso detectar estenosis coronaria con cateterismo?

El cateterismo cardíaco se realiza bajo anestesia local en el sitio de inserción (arteria radial o femoral) y sedación ligera. El paciente puede sentir presión o leve molestia al introducir el catéter, pero no dolor intenso. Durante el procedimiento, se monitoriza la actividad cardíaca y la presión arterial. Tras completar la angiografía, se inyecta un agente de contraste y se adquieren imágenes en tiempo real para visualizar las arterias coronarias. El malestar suele ser mínimo, y la recuperación en pocas horas.

¿Cómo sé si tengo un aneurisma cerebral?

Los aneurismas cerebrales no suelen producir síntomas hasta su ruptura. En ocasiones, un aneurisma grande puede comprimir estructuras adyacentes y causar:

  • Cefalea crónica localizada en una zona específica del cráneo.
  • Visión doble o diplopía si comprime el nervio oculomotor.
  • Dolor facial o pérdida de sensibilidad si involucra ramas nerviosas cercanas.

La detección se realiza mediante angio-RM, angio-TC o angiografía cerebral en pacientes con antecedentes familiares o síntomas sugestivos.

¿El ejercicio intenso perjudica las arterias?

El ejercicio moderado y regular es beneficioso para las arterias, ya que mejora la función endotelial, disminuye la presión arterial y regula los niveles de lípidos. Sin embargo, el ejercicio extremo (maratones, levantamiento de pesas muy intensas) puede aumentar de forma transitoria la presión arterial sistólica y generar mayor estrés mecánico en la pared arterial. Para personas con enfermedad arterial establecida, se recomienda supervisión médica y adaptación del programa de entrenamiento, evitando esfuerzos excesivos que incrementen el riesgo de eventos cardiovasculares agudos.

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