Nutricionistas recuerdan la importancia de mantener la cadena de frío para evitar la contaminación de alimentos en verano
Ainhoa Garde, del Área de Obesidad de la Clínica Universidad de Navarra, destaca la importancia del correcto mantenimiento de la comida y la importancia de consumir frutas, verduras, proteínas y cereales en época estival
16 de julio de 2025
Entre los principales riesgos del verano relacionados con la alimentación se encuentra la proliferación de microorganismos debido a las altas temperaturas. Según Ainhoa Garde, nutricionista del Área de Obesidad de la Clínica Universidad de Navarra, “la temperatura ambiente se convierte en un caldo de cultivo para bacterias, por lo que es fundamental mantener la cadena de frío para evitar la contaminación de los alimentos”. Para ello, propone tres recomendaciones básicas: “organizar la compra para que el traslado sea lo más breve posible, no descongelar los alimentos a temperatura ambiente y extremar las precauciones con productos sensibles como el jamón cocido, la carne picada, la carne de ave o las ensaladas envasadas”.
Además, los especialistas recomiendan adaptar la alimentación no solo a las altas temperaturas del verano, sino también a los cambios en el estilo de vida. Ainhoa Garde afirma que “conviene aprovechar los alimentos de temporada que, además de ser más económicos y sostenibles, resultan más apetecibles por su frescura y contenido en agua”. Frutas como el melón, la sandía, la cereza, el paraguayo, el melocotón o la fresa, y verduras como el pepino, la lechuga, el tomate, el calabacín o la berenjena, son grandes aliados para afrontar el calor.
Las combinaciones entre verduras, proteínas y cereales complejos permiten elaborar “miles de platos equilibrados”, apunta la nutricionista. La fruta, por su parte, “es un grupo muy versátil que puede consumirse entre horas, como postre o incluso en platos principales, aportando sabor y color”.
La hidratación es otro aspecto clave. “Frutas como la sandía, el melón o las fresas, y verduras como el pepino, la lechuga o el tomate ayudan a mantener una correcta hidratación gracias a su alto contenido en agua”, señala.
En cuanto a los alimentos menos recomendables, Garde matiza que “no se trata tanto de prohibir alimentos concretos, sino de evitar patrones alimentarios poco saludables”. En este sentido, recomienda reducir el consumo de grasas saturadas, harinas refinadas y productos ultraprocesados, y basar la dieta en productos frescos y de calidad. Entre ellos, destaca “las verduras, frutas, pescados blancos y azules, carne magra, huevos, legumbres, lácteos naturales, cereales complejos y grasas saludables como los frutos secos o el aceite de oliva”.
Con estos consejos, mantener una alimentación equilibrada, segura e hidratante durante el verano no solo es posible, sino también una oportunidad para mejorar los hábitos alimentarios y cuidar la salud desde la mesa.