DICCIONARIO MÉDICO

Arquicorteza

Qué es arquicorteza

La arquicorteza, también llamada corteza arcaica, constituye la región más primitiva y filogenéticamente antigua de la corteza cerebral en los mamíferos. A diferencia de la neocorteza, que conforma la mayor parte de la corteza cerebral moderna y está involucrada en funciones complejas como el pensamiento y la percepción sensorial, la arquicorteza presenta una organización más sencilla y está estrechamente vinculada a procesos esenciales como la memoria y la orientación espacial. Desde el punto de vista evolutivo, esta área se desarrolló antes que las capas más recientes de la corteza y comparte características con la allocorteza y la paleocorteza. De manera general, la arquicorteza engloba estructuras nucleares y corticales que participan en la consolidación de la memoria a largo plazo, el aprendizaje y la regulación emocional.

Anatomía y localización

La arquicorteza se localiza en la cara medial del lóbulo temporal, adyacente al cuerpo calloso y al tálamo. Sus componentes principales incluyen:

  • Formación hipocámpica: Conformada por el hipocampo propiamente dicho (en sus regiones CA1, CA2, CA3 y CA4), el giro dentado y el subículo. Estas estructuras se disponen en forma de C en un plano coronal, formando un circuito cerrado que conecta con la corteza entorrinal.
  • Corteza entorrinal: Actúa como la puerta de entrada principal de información cortical hacia el hipocampo. Se ubica en la porción medial del lóbulo temporal y recibe aferencias de áreas asociativas de la neocorteza.
  • Corteza perirrinal y parahipocámpica: Regiones adyacentes que establecen conexiones bidireccionales entre la neocorteza y la formación hipocámpica. Participan en el procesamiento previo de estímulos visuales y de reconocimiento de objetos.
  • Fornix: Haz neuronal principal que transporta proyecciones eferentes desde el hipocampo hacia el hipotálamo, el septum y otros núcleos del sistema límbico.
  • Amígdala (en estrecha relación funcional): Aunque filogenéticamente clasificada como parte de la paleocorteza, establece conexiones muy relevantes con la arquicorteza para la regulación emocional y la consolidación de memorias asociadas a estímulos afectivos.

Desde el punto de vista estructural, la arquicorteza presenta un espesor cortical variable de 2 a 4 capas neuronales, en contraste con las seis capas de la neocorteza. Esta disposición laminar simplificada facilita la transmisión rápida de información sensorial y asociativa hacia circuitos propios de la memoria.

Capas y organización celular

La arquicorteza se caracteriza por presentar solo tres capas celulares principales, distribuidas de la siguiente manera:

  1. Capa molecular (capa I): Contiene dendritas de las células piramidales y axones de interneuronas, pero escasa presencia de somas neuronales.
  2. Capa con células piramidales (capa II): Abarca cuerpos celulares de neuronas piramidales y multipolares, responsables de la transmisión excitatoria hacia otras regiones corticales y subcorticales.
  3. Capa polimórfica o de células polimorfas (capa III): Constituida por neuronas de diversa morfología que conectan localmente con interneuronas y proyectan al hipocampo propiamente dicho, en particular al giro dentado y al subículo.

En el hipocampo, la organización se extiende en subregiones: CA1, CA2, CA3 y CA4, cada una con funcionalidades específicas. Las células piramidales de CA3 reciben aferencias de las células granulares del giro dentado, mientras que CA1 recibe las proyecciones finales antes de enviar información hacia el subículo y la corteza entorrinal. Esta maquinaria neuronal crea un circuito en bucle, denominado circuito trisináptico, crucial para la potenciación a largo plazo (LTP) y la formación de memorias declarativas.

Conexiones neuronales

Vías aferentes principales

La arquicorteza recibe información de diversas áreas corticales y subcorticales a través de vías aferentes que permiten el procesamiento de estímulos sensoriales, emocionales y ejecutivos. Entre las principales vías se encuentran:

  • Vía perforante: Proveniente de la capa II de la corteza entorrinal, envía fibras hacia la capa molecular del giro dentado y las dendritas de las células piramidales de la región CA3. Constituye el paso inicial del circuito trisináptico.
  • Ramas temporoamoniácas: Proyecciones colaterales que conectan la corteza entorrinal con la región CA1 y el subículo, permitiendo la comunicación directa sin pasar por el giro dentado.
  • Conexiones desde la amígdala: Aportes aferentes que modulan la consolidación emocional de las memorias y favorecen la sincronización entre arqueocorteza y sistema límbico.
  • Fibras aferentes hipotalámicas: Transmiten información sobre el estado homeostático y endocrino al subículo, influyendo en la memoria y la regulación del comportamiento.

Vías eferentes principales

La arquicorteza envía proyecciones eferentes a múltiples estructuras, formando circuitos que integran la formación hipocámpica con el resto del cerebro. Entre las vías eferentes más relevantes destacan:

  • Fornix: Principal vía eferente que transporta axones desde el subículo y la región CA1 hacia el cuerpo mamilar, el núcleo septal y el hipotálamo. Participa en la regulación del ciclo sueño-vigilia y el comportamiento motivacional.
  • Sistema mamilotalámico: Conexión indirecta desde el subículo a través de los cuerpos mamilares hasta el tálamo anterior, esencial para la consolidación de la memoria explícita.
  • Proyecciones a la corteza prefrontal: Rutas que conectan la formación hipocámpica con la corteza prefrontal medial, involucradas en la planificación de acciones basadas en la memoria y la toma de decisiones.
  • Fibras eferentes a la amígdala: Modulan la respuesta emocional asociada a los recuerdos y facilitan la codificación de experiencias con alto valor afectivo.

Estas conexiones permiten que la arquicorteza integre información sensorial, espacial y emocional para generar respuestas adaptativas, consolidar memorias a largo plazo y regular la conducta basada en experiencias previas.

Funciones fisiológicas

Memoria y aprendizaje

La arquicorteza desempeña un papel fundamental en la consolidación de memorias episódicas y declarativas. A través del circuito trisináptico, la formación hipocámpica codifica la información que proviene de la neocorteza, facilitando su almacenamiento y posterior recuperación. Los principales procesos involucrados son:

  • Potenciación a largo plazo (LTP): Mecanismo sináptico que fortalece las conexiones entre neuronas piramidales en CA3 y CA1, promoviendo la retención de información.
  • Memoria espacial: La arquicorteza, especialmente el hipocampo dorsal, contiene células de lugar que se activan cuando el individuo se sitúa en un lugar específico del entorno, facilitando la navegación y el mapeo cognitivo del espacio.
  • Memoria contextual: Permite asociar eventos específicos con entornos particulares, de modo que la activación de una pista ambiental desencadene el recuerdo completo de una experiencia.

Regulación emocional y comportamental

Si bien la amígdala es el núcleo principal en la modulación emocional, la arquicorteza colabora estrechamente para integrar experiencias afectivas y consolidarlas en la memoria. De esta forma, situaciones de alto contenido emocional (estrés, miedo, placer) impactan en la actividad hipocámpica, facilitando la formación de memorias duraderas y la adaptación conductual.

Orientación espacial y mapeo cognitivo

Las células de lugar y las células de cabeza direccional localizadas en la arquicorteza permiten al cerebro elaborar un mapa interno del entorno. Estas neuronas se activan en función de la posición y orientación de la cabeza, siendo esenciales para:

  • Navegación: Los individuos, al desplazarse en espacios desconocidos, emplean este mapa cognitivo para localizarse y recordar rutas.
  • Aprendizaje espacial: Permite anticipar puntos de referencia y planificar desplazamientos futuros con base en la memoria de trayectos previos.

Importancia clínica

Enfermedad de Alzheimer y demencias

La arquicorteza, particularmente el hipocampo, es una de las primeras regiones afectadas en la enfermedad de Alzheimer. El depósito de placas de beta-amiloide y ovillos neurofibrilares de proteína tau inicia en el hipocampo y se extiende progresivamente hacia la neocorteza. Las manifestaciones iniciales incluyen:

  • Pérdida de memoria episódica: Dificultad para retener información reciente, confusión temporal y espacial.
  • Desorientación: Incapacidad para reconocer rutas familiares o ubicarse en entornos previamente conocidos.
  • Cambio en el estado de ánimo: Ansiedad y depresión asociada a la frustración por la pérdida de funciones cognitivas.

La atrofia hipocámpica identificada mediante resonancia magnética y el descenso en marcadores de líquido cefalorraquídeo (p. ej., beta-amiloide 42) constituyen indicadores diagnósticos tempranos de Alzheimer.

Epilepsia del lóbulo temporal

La epilepsia del lóbulo temporal mesial se asocia frecuentemente con la esclerosis hipocámpica, una lesión caracterizada por la pérdida neuronal en la región CA1 y CA3 del hipocampo, así como la proliferación de gliosis en el giro dentado. Los pacientes suelen presentar:

  • Crisis focales complejas: Comienzan con síntomas psíquicos como déjà vu, temor repentino o alteraciones temporales de la conciencia, y pueden evolucionar a crisis generalizadas.
  • Déficit de memoria: Dificultad para consolidar nuevos recuerdos, especialmente después del inicio de las crisis.
  • Alteraciones del estado de ánimo: Depresión y ansiedad secundarias a la enfermedad crónica y la carga emocional de las crisis.

El diagnóstico se basa en la electroencefalografía (EEG) para detectar actividad epileptiforme en la región mesial y en la resonancia magnética de alta resolución para visualizar la esclerosis hipocámpica. El tratamiento puede incluir fármacos antiepilépticos como levetiracetam o ácido valproico, y en casos refractarios, la lobectomía temporal mesial con resección del hipocampo produce mejoría significativa de las crisis.

Trastornos psiquiátricos y afectivos

La arquicorteza participa en la regulación del estado emocional y del comportamiento adaptativo. Se ha observado:

  • Depresión mayor: Pacientes con depresión presentan reducción volumétrica hipocámpica, correlacionada con la duración de los episodios depresivos y la resistencia al tratamiento.
  • Trastorno de estrés postraumático (TEPT): La hiperactivación de la amígdala y la reducción del volumen hipocámpico dificultan la supresión de memorias traumáticas y la modulación adecuada de la respuesta al estrés.
  • Trastornos del espectro de esquizofrenia: Algunos estudios revelan alteraciones en la conectividad entre arquicorteza y corteza prefrontal, contribuyendo a déficits cognitivos y síntomas negativos.

Síndrome de Korsakoff

En el síndrome de Korsakoff, asociado a deficiencia crónica de tiamina (vitamina B1) en pacientes alcohólicos, ocurre lesión en la región mamilar y en el hipocampo, provocando:

  • Amnesia anterógrada: Incapacidad para formar nuevos recuerdos.
  • Confabulaciones: Relatos falsos generados involuntariamente para compensar lagunas de la memoria.
  • Desorientación temporal y espacial: Dificultad para ubicar eventos en el tiempo y reconocer entornos conocidos.

La recuperación parcial puede ocurrir tras la reposición de tiamina y la abstinencia de alcohol, pero el daño arquicortical suele ser irreversible en muchos casos.

Procedimientos diagnósticos

Resonancia magnética (RM) cerebral

La resonancia magnética de alta resolución es la técnica de elección para evaluar la anatomía de la arquicorteza y detectar lesiones estructurales. Los hallazgos relevantes incluyen:

  • Atrofia hipocámpica: Reducción del volumen del hipocampo, visualizada en cortes coronales y axiales. Se asocia a Alzheimer, epilepsia del lóbulo temporal y trastornos psiquiátricos.
  • Esclerosis hipocámpica: Aumento de la señal en T2/FLAIR en la región CA1 y CA3, indicando pérdida neuronal e incremento de gliosis.
  • Masa ocupante de espacio: Tumores como el glioma o el gangliocitoma hipocampal, cuya localización puede comprimir estructuras vecinas y provocar crisis epilépticas.
  • Lesiones desmielinizantes: Placas múltiples en esclerosis múltiple que involucran la región hippocampal y la corteza entorrinal.

Electroencefalografía (EEG)

El EEG registra la actividad eléctrica cortical. En el contexto de la arquicorteza, se realiza:

  • Electrodos temporales basales: Permiten detectar descargas epileptiformes mesiales indicativas de epilepsia del lóbulo temporal.
  • Monitoreo prolongado (video-EEG): Combina grabación de video y EEG para correlacionar crisis clínicas con patrones electrográficos, especialmente útil en epilepsias farmacorresistentes.
  • Potenciales evocados auditivos y visuales: Evaluación de la integridad de vías sensoriales y su proyección hacia la arquicorteza, en pacientes con sospecha de disfunción asociada a lesiones.

Pruebas neuropsicológicas

La evaluación neuropsicológica es esencial para valorar el rendimiento cognitivo relacionado con la arquicorteza. Entre las pruebas más utilizadas figuran:

  • Test de memoria verbal y no verbal: Evalúan la capacidad de retener y recuperar información episódica.
  • Test de aprendizaje espacial: Laberintos y tareas de localización de objetos para estimar la función de las células de lugar.
  • Pruebas de fluidez verbal: Indican la implicación de la corteza entorrinal y prefrontal en la asociación léxica.
  • Escalas de evaluación de depresión y ansiedad: Como el Inventario de Depresión de Beck, para determinar el impacto emocional asociado a la disfunción arquicortical.

Tratamiento y manejo

Tratamiento farmacológico

El enfoque farmacológico varía según la patología que afecte la arquicorteza:

  • Enfermedad de Alzheimer: Inhibidores de la colinesterasa (donepezilo, rivastigmina) y antagonistas NMDA (memantina) para retrasar el deterioro cognitivo y mejorar la calidad de vida.
  • Epilepsia del lóbulo temporal: Antiepilépticos de primera línea como levetiracetam, lamotrigina o ácido valproico, ajustando dosis según tolerancia y perfil de efectos secundarios.
  • Trastornos afectivos: Antidepresivos (ISRS, IRSN) y ansiolíticos (benzodiacepinas de acción corta) para mejorar el estado de ánimo y modular la actividad hipocámpica.
  • Trastornos del sueño: Melatonina o agentes sedantes para regular el ciclo sueño-vigilia en pacientes con alteraciones hipocámpicas que causan insomnio o somnolencia diurna.

Intervención quirúrgica

En la epilepsia del lóbulo temporal mesial farmacorresistente, la resección quirúrgica del hipocampo (amilohipocampectomía) o la lobectomía temporal representan opciones terapéuticas con altas tasas de control de crisis. Antes de la cirugía, se realiza:

  • Mapeo funcional y Wada: Para determinar la dominancia hemisférica y preservar las funciones del lenguaje y la memoria.
  • Estereo-EEG o magnetoencefalografía (MEG): Para localizar con precisión el foco epileptógeno en la arquicorteza.
  • Evaluación neuropsicológica pre y postoperatoria: Controla la evolución cognitiva y la función memórica tras la resección.

Los beneficios incluyen reducción significativa de las crisis epilépticas y mejora en la calidad de vida, aunque existe riesgo de alteraciones mnésicas en el lado dominante.

Estimulación cerebral profunda (DBS) y neuromodulación

En casos de epilepsia refractaria y trastornos psiquiátricos resistentes, se han explorado técnicas de estimulación cerebral profunda dirigidas al núcleo anterior del tálamo o al hipocampo para modular la actividad neuronal. Los objetivos son:

  • Reducir la frecuencia de crisis epilépticas mediante la desincronización de redes epileptógenas.
  • Mejorar la plasticidad hipocámpica y potenciar mecanismos de memoria en pacientes con demencia temprana.
  • Tratar síntomas psiquiátricos resistente a fármacos, como depresión mayor o TEPT, mediante neuromodulación de la arquicorteza y estructuras límbicas.

Rehabilitación cognitiva

La rehabilitación cognitiva se orienta a estimular las funciones de la arquicorteza a través de:

  • Ejercicios de memoria verbal y visual: Tareas de recuerdo de listas de palabras, reconocimiento de figuras y asociación de pares estímulo-respuesta.
  • Entrenamiento espacial: Laberintos virtuales y navegación en entornos simulados para reforzar las habilidades de orientación.
  • Estimulación cognitiva grupal: Actividades en grupo que promueven el intercambio social y el compromiso funcional, beneficiando la activación hipocámpica.
  • Realidad virtual y neurofeedback: Tecnologías emergentes que permiten feedback en tiempo real de la actividad cerebral, fomentando la autorregulación neuronal.

Cuándo acudir al médico

La detección temprana de alteraciones de la arquicorteza es fundamental para el manejo oportuno de patologías que comprometen la memoria, la orientación espacial y el control emocional. Se recomienda consulta médica ante la presencia de:

  • Pérdida de memoria reciente: Dificultad progresiva para retener información nueva, olvido repetido de eventos recientes o confusión temporal.
  • Desorientación espacial: Incapacidad para reconocer entornos familiares, perderse en lugares conocidos o dificultad para seguir rutas simples.
  • Crisis epilépticas focales: Sintomatología psíquica previa a la pérdida de conciencia, como sensación de déjà vu, alteraciones visuales o auditivas, seguida de movimientos involuntarios o confusión postictal.
  • Alteraciones del estado de ánimo: Síntomas depresivos o ansiosos asociados a dificultades para recordar o tomar decisiones, afectando la calidad de vida.
  • Dificultad para orientarse en la noche: Incremento de la confusión temporal y espacial durante entornos poco iluminados, sobre todo en personas mayores.
  • Cambios de conducta inexplicables: Irritabilidad, agresividad o retraimiento social sin causa evidente, que pueden estar relacionados con disfunción hipocámpica.

La evaluación inicial incluye historia clínica detallada, exploración neurológica y, de ser necesario, pruebas de imagen y neuropsicológicas para determinar el grado de afectación architectónica y planificar el tratamiento adecuado.

Precauciones y recomendaciones

Para preservar la salud de la arquicorteza y minimizar el riesgo de deterioro cognitivo, se aconseja:

  1. Actividad física regular: El ejercicio aeróbico favorece la neurogénesis en el hipocampo y mejora la perfusión cerebral, contribuyendo a la plasticidad neuronal.
  2. Estimulación cognitiva continua: Mantener una rutina de lectura, resolución de acertijos y aprendizaje de nuevas habilidades (idiomas, música) para fortalecer las redes arquicorticales.
  3. Dieta equilibrada: Consumo de ácidos grasos omega-3, antioxidantes (frutas, verduras de hoja verde) y vitaminas (B12, E) que protegen las neuronas del hipocampo.
  4. Control de factores de riesgo cardiovascular: Hipertensión, diabetes y dislipidemia aumentan el riesgo de atrofia hipocámpica; su manejo estricto previene complicaciones cognitivas.
  5. Protección ante traumatismos craneales: Uso de casco en actividades de riesgo (ciclismo, deportes de contacto) para evitar lesiones que afecten al lóbulo temporal.
  6. Higiene del sueño: Dormir entre 7 y 9 horas diarias en un ambiente adecuado, ya que la consolidación de la memoria ocurre durante las fases de sueño profundo.
  7. Abstinencia y moderación en el consumo de alcohol: El consumo excesivo de alcohol se asocia con atrofia del hipocampo y deficiencias de tiamina, incrementando el riesgo de síndromes amnésicos.

Preguntas frecuentes para el paciente

¿Qué diferencia existe entre arquicorteza y neocorteza?

La arquicorteza es filogenéticamente más antigua y se organiza en tres capas neuronales, mientras que la neocorteza presenta seis capas y se extiende por la mayor parte de los hemisferios cerebrales. Funcionalmente, la arquicorteza se centra en la memoria y la orientación espacial, en tanto que la neocorteza participa en procesos complejos como el lenguaje, la percepción sensorial fina y las habilidades ejecutivas.

¿Puede recuperarse la función arquicortical tras un daño?

La recuperación depende de la extensión de la lesión y del tratamiento instaurado. En lesiones leves, la neurogénesis del hipocampo y la plasticidad sináptica permiten cierta recuperación funcional. Sin embargo, en casos de atrofia o esclerosis hipocámpica avanzada, el daño suele ser irreversible, aunque la rehabilitación cognitiva puede mejorar la calidad de vida y compensar parcialmente las deficiencias.

¿El estrés crónico afecta al arquicorteza?

Sí. El estrés crónico eleva los niveles de cortisol, hormona que en altas concentraciones produce neurotoxicidad selectiva en el hipocampo. Esto se traduce en reducción del volumen hipocámpico, alteración de la neurogénesis y déficit en la capacidad de consolidar nuevas memorias.

¿La pérdida de memoria siempre indica un problema en la arquicorteza?

No necesariamente. La pérdida de memoria puede originarse en aspectos psicológicos (ansiedad, depresión), trastornos del sueño o deficiencias nutricionales. No obstante, si la alteración de memoria es progresiva, afecta la orientación espacial y se acompaña de cambios de ánimo, es importante descartar afecciones de la arquicorteza como Alzheimer o esclerosis hipocámpica.

¿Cómo se detecta temprano un problema en la arquicorteza?

La detección temprana combina:

  • Historia clínica y examen neurológico: Evaluación de la memoria, orientación y funciones ejecutivas.
  • Pruebas de imagen: Resonancia magnética para identificar atrofia o lesiones focales.
  • Pruebas neuropsicológicas: Baterías de memoria verbal y visual, que detectan déficits sutiles en la fase inicial.
  • Evaluación de marcadores en líquido cefalorraquídeo: Beta-amiloide y proteína tau en el contexto de sospecha de Alzheimer.

¿Existen estrategias para prevenir el deterioro de la arquicorteza?

Sí. Entre las recomendaciones se incluyen:

  • Actividad física regular para promover la neurogénesis y mejorar la perfusión.
  • Estimulación cognitiva mediante lecturas, juegos mentales y aprendizaje continuo.
  • Dieta saludable rica en antioxidantes y ácidos grasos omega-3.
  • Manejo adecuado del estrés con técnicas de relajación, meditación y terapia psicológica.
  • Control de factores de riesgo vascular para evitar isquemia que pueda comprometer la perfusión hipocámpica.

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