DICCIONARIO MÉDICO
Alivio
En medicina, el término alivio se define como la reducción, mitigación o desaparición parcial o completa de un síntoma, signo o sensación desagradable que experimenta una persona como consecuencia de una enfermedad, de su tratamiento o de un procedimiento diagnóstico. Este concepto abarca tanto la dimensión física —por ejemplo, la disminución del dolor, la disnea o el prurito— como la dimensión psicoemocional, aliviando angustia, ansiedad o sufrimiento subjetivo. El alivio puede ser etiológico (corregir la causa subyacente) o sintomático (modular la percepción sin modificar la etiología), y constituye un objetivo nuclear de la práctica clínica, la medicina paliativa y la rehabilitación. El concepto aparece ya en textos hipocráticos, pero alcanzó relevancia con la Declaración de Alma-Ata (OMS, 1978) y la posterior inclusión del alivio del dolor y del sufrimiento evitable como parte del derecho fundamental a la salud. Desde entonces, sociedades científicas y organismos internacionales han establecido guías y recursos destinados a garantizar el acceso universal a intervenciones que procuren alivio eficaz, seguro y equitativo. Incluye la modulación de sensaciones nociceptivas (dolor), disestésicas (prurito, parestesias), urgentes (disnea, nicturia) o de malestar general (náuseas, fatiga). Lograr este tipo de alivio exige comprender la fisiopatología específica de cada síntoma y seleccionar estrategias farmacológicas y no farmacológicas dirigidas. La percepción de alivio está fuertemente influida por factores cognitivos y emocionales —ansiedad, depresión, catastrofismo— y por la capacidad de afrontamiento del paciente. Intervenciones como la terapia cognitivo-conductual, la atención plena (mindfulness) o la hipnosis clínica mejoran la tolerancia al síntoma y potencian el efecto de la analgesia farmacológica. El alivio también involucra aspectos de participación social, rol familiar y sentido de trascendencia. Programas de rehabilitación interdisciplinar, grupos de apoyo y acompañamiento espiritual facilitan la reintegración del paciente a sus actividades y promueven el bienestar existencial. El dolor es modulado por un complejo sistema de vías ascendentes y descendentes. La teoría del control de compuerta (Melzack y Wall) explica cómo la estimulación de fibras Aβ (tacto, presión) inhibe la transmisión nociceptiva en la médula espinal, generando sensación de alivio. A nivel suprasegmentario, sistemas serotoninérgicos y noradrenérgicos que parten del bulbo y la sustancia gris periacueductal descienden e inhiben interneuronas de lámina II, mientras que neurotransmisores endógenos (endorfinas, encefalinas) activan receptores μ-opioides, reduciendo la liberación de sustancia P y glutamato. Las imágenes funcionales confirman la activación de corteza prefrontal dorsolateral, giro cingulado anterior y núcleo accumbens durante experiencias de alivio, subrayando el componente motivacional y de recompensa. Este conocimiento ha impulsado técnicas como la estimulación cerebral profunda y la neuromodulación medular para dolor crónico refractario. Es la forma más investigada. La OMS propone la escalera analgésica, donde se avanza de AINES a opioides débiles y finalmente a opioides mayores, añadiendo coadyuvantes (anticonvulsivantes, antidepresivos) según la intensidad y la naturaleza nociceptiva o neuropática del dolor. El objetivo es alcanzar un nivel de dolor ≤3/10 sin toxicidad inaceptable. La sensación de falta de aire responde a múltiples mecanismos (hipercapnia, hipoxia, carga ventilatoria). El alivio se logra con oxigenoterapia, opioides en microdosis, ventilación no invasiva y medidas posturales. El tratamiento etiológico (diuréticos, broncodilatadores) complementa el enfoque sintomático. Se indican antieméticos específicos según la vía neuroquímica implicada: antagonistas 5-HT3 para quimioterapia, neurolépticos para cinetosis, antagonistas NK1 para vómitos refractarios. El control nutricional y la acupresión en punto P6 complementan la terapia farmacológica. El prurito sistémico (colestásico, urémico) requiere antihistamínicos sedantes, gabapentinoides o fototerapia UV-B. Para pruritos localizados se aplican cremas emolientes, capsaicina tópica o crioterapia. El distrés psicológico asociado a enfermedad grave se maneja con benzodiacepinas de acción intermedia, inhibidores de la recaptación de serotonina y técnicas de relajación guiada. Un apoyo precoz de psicooncología optimiza la adherencia terapéutica. Las guías de la OMS recomiendan individualizar la pauta considerando vía, intervalo y rotaciones, así como la disponibilidad en entornos de bajos recursos. El monitoreo sistemático mediante escalas visuales o numéricas es esencial para ajustar la terapia. La combinación de intervenciones no farmacológicas con analgesia estándar produce efectos sinérgicos y reduce la dosis de fármacos necesaria, minimizando toxicidad. La Medicina Paliativa se centra en proporcionar alivio de síntomas complejos —dolor, disnea, delirium— y apoyo a las familias, independiente del pronóstico. Estudios del NINR-NIH demuestran que la integración precoz de cuidados paliativos mejora la calidad de vida, reduce ingresos hospitalarios y optimiza la comunicación sobre objetivos de tratamiento. Los equipos multidisciplinares aplican protocolos de sedación proporcional en caso de sufrimiento refractario, siempre bajo criterios éticos y legales precisos. La monitorización continua y la reevaluación de objetivos garantizan la proporcionalidad de la intervención. La reevaluación debe realizarse a intervalos definidos (30-60 minutos en dolor agudo; 24 h en dolor crónico) para ajustar el plan terapéutico. La farmacovigilancia y los sistemas de notificación de incidentes contribuyen a identificar errores de medicación y a mejorar la seguridad del paciente. En la mayoría de los casos se puede alcanzar un control satisfactorio (dolor ≤3/10). Sin embargo, factores como dolor neuropático complejo o tolerancia a opioides pueden dificultar el objetivo. Un enfoque multimodal mejora significativamente la respuesta. Un analgésico reduce la sensación de dolor; un antiinflamatorio además disminuye la respuesta inflamatoria. Fármacos como el paracetamol son analgésicos puros, mientras que ibuprofeno o naproxeno poseen ambas propiedades. Los opioides de liberación inmediata (morfina, oxicodona) comienzan su acción en 20-40 minutos; alcanzan pico plasmático a los 60-90 min. La reevaluación debe hacerse pasada una hora para valorar eficacia y efectos adversos. La evidencia respalda su utilidad en dolor crónico musculoesquelético (lumbalgia, gonartrosis) y cefalea tensional. Para dolor visceral o dolor oncológico avanzado las pruebas son más limitadas y se recomienda combinar con terapia estándar. Consiste en administrar analgésicos antes de la agresión quirúrgica o traumática para reducir la sensibilización central. Disminuye la intensidad de dolor postoperatorio y el consumo total de opioides. © Clínica Universidad de Navarra 2025Qué es alivio
Dimensiones del alivio en la práctica clínica
Alivio físico
Alivio psicoemocional
Dimensión social y espiritual
Bases neurofisiológicas del alivio del dolor
Tipos de alivio clínicamente relevantes
Alivio del dolor
Alivio de la disnea
Alivio de náuseas y vómitos
Alivio del prurito
Alivio de ansiedad y distrés
Estrategias farmacológicas para el alivio
Estrategias no farmacológicas de alivio
Alivio en cuidados paliativos y final de la vida
Evaluación y medición del alivio
Precauciones y seguridad
Preguntas frecuentes
¿El alivio total del dolor siempre es posible?
¿Qué diferencia hay entre analgésico y antiinflamatorio?
¿Cuánto tarda en hacer efecto un opioide oral?
¿La acupuntura sirve para cualquier tipo de dolor?
¿Qué es la analgesia preventiva o pre-emptiva?