DICCIONARIO MÉDICO

Ageusia

La ageusia es la pérdida completa de la capacidad para percibir los sabores. Se trata de una alteración sensorial relativamente infrecuente, pero que puede tener un gran impacto en la calidad de vida del paciente, ya que afecta directamente al disfrute de la comida, a la nutrición y, en algunos casos, a la detección de alimentos en mal estado. En el ámbito médico, la ageusia se incluye dentro de los trastornos del gusto, junto con la hipogeusia (disminución del gusto) y la disgeusia (alteración cualitativa del gusto).

Este trastorno puede estar originado por múltiples causas, incluyendo afecciones neurológicas, infecciones, efectos adversos de medicamentos, déficits nutricionales o intervenciones quirúrgicas. En los últimos años, ha cobrado relevancia por su asociación con infecciones virales respiratorias, especialmente por SARS-CoV-2 (COVID-19).

Qué es la ageusia

La ageusia es la incapacidad total para detectar los sabores básicos: dulce, salado, ácido, amargo y umami. Este fenómeno se produce cuando hay una alteración en cualquiera de los componentes del sistema gustativo: desde los receptores gustativos en la lengua, pasando por los nervios que transmiten la información (como el facial, glosofaríngeo y vago), hasta las áreas cerebrales encargadas de procesarla.

A diferencia de la anosmia (pérdida del olfato), la ageusia es menos frecuente como síntoma aislado. Muchas personas con alteraciones del gusto refieren en realidad disfunciones combinadas de gusto y olfato, ya que ambos sentidos están interrelacionados en la percepción global del sabor.

Fisiología del gusto

El sentido del gusto se basa en la activación de células especializadas ubicadas en las papilas gustativas, situadas principalmente en la lengua, pero también en el paladar, la faringe y la epiglotis. Estas células se activan al entrar en contacto con moléculas saporíferas y transmiten señales a través de los nervios:

  • Nervio facial (VII par craneal): recoge información de los dos tercios anteriores de la lengua.
  • Nervio glosofaríngeo (IX): transmite señales del tercio posterior de la lengua.
  • Nervio vago (X): recoge información gustativa de la epiglotis y región laríngea.

Estas señales se integran en el tronco encefálico y, posteriormente, en la corteza gustativa primaria localizada en la ínsula y la región opercular del lóbulo parietal.

Causas de la ageusia

Las causas de la ageusia pueden clasificarse en varios grupos, en función del mecanismo que afecta al sistema gustativo:

Enfermedades infecciosas

  • COVID-19: uno de los síntomas más característicos durante la fase aguda de la infección.
  • Infecciones víricas como gripe, herpes simple o virus de Epstein-Barr.
  • Infecciones bacterianas en la cavidad oral, faringitis o sinusitis.

Trastornos neurológicos

  • Parálisis facial (afectación del nervio facial).
  • Neuropatías periféricas.
  • Lesiones del tronco encefálico o de la corteza gustativa por ictus o traumatismo craneoencefálico.

Fármacos y tratamientos médicos

  • Antibióticos (metronidazol, claritromicina).
  • Antihipertensivos (captopril, enalapril).
  • Quimioterapia y radioterapia, especialmente cuando afecta a cabeza y cuello.

Déficits nutricionales

  • Déficit de zinc, hierro, vitamina B12 o vitamina A.
  • Desnutrición o dietas muy restrictivas.

Intervenciones quirúrgicas o traumatismos

  • Cirugías de oído medio, parótida o base del cráneo.
  • Lesiones linguales o maxilofaciales.

Enfermedades sistémicas

  • Diabetes mellitus.
  • Síndrome de Sjögren.
  • Insuficiencia renal crónica.

Diagnóstico de la ageusia

El diagnóstico requiere una historia clínica detallada y una evaluación cuidadosa. Entre los pasos fundamentales:

  • Exploración otorrinolaringológica y neurológica.
  • Pruebas gustativas con soluciones específicas (dulce, salado, ácido, amargo).
  • Estudios analíticos para detectar déficits vitamínicos o minerales.
  • Neuroimagen (resonancia magnética) si se sospechan lesiones centrales.

Tratamiento de la ageusia

El tratamiento de la ageusia se basa en identificar y corregir la causa subyacente. Algunas medidas incluyen:

  • Corrección de déficits nutricionales mediante suplementos (zinc, B12).
  • Revisión de medicación y cambio de fármacos cuando sea posible.
  • Tratamiento de infecciones locales o sistémicas.
  • Fisioterapia y estimulación gustativa en casos de parálisis facial.
  • En casos de disfunción persistente, apoyo psicológico para evitar alteraciones emocionales asociadas.

Consecuencias de la ageusia

La pérdida del gusto puede tener efectos directos e indirectos sobre la salud:

  • Desnutrición o pérdida de peso por falta de apetito.
  • Alteración del control glucémico en diabéticos.
  • Ingesta excesiva de sal, azúcar o grasas al intentar compensar la falta de sabor.
  • Síntomas de ansiedad o depresión.

Cuándo acudir al médico

Debe consultarse con un profesional sanitario si se presenta:

  • Pérdida total o significativa del gusto sin causa aparente.
  • Ageusia persistente tras una infección vírica.
  • Asociación con síntomas neurológicos, parálisis facial o dificultad para tragar.
  • Cambios en la alimentación o pérdida de peso injustificada.

Preguntas frecuentes sobre la ageusia

¿La ageusia es reversible?

En muchos casos, sí. Especialmente cuando está causada por infecciones o medicamentos. La reversibilidad depende de la causa y del tiempo de evolución.

¿La ageusia puede afectar solo a un sabor?

No. La pérdida de un sabor específico suele clasificarse como hipogeusia selectiva. La ageusia implica la pérdida completa de todos los sabores.

¿Puede confundirse con pérdida del olfato?

Sí. Muchas personas interpretan la pérdida de aroma retronasal como pérdida del gusto. Es importante diferenciar entre anosmia y ageusia mediante pruebas específicas.

¿Qué alimentos son seguros para pacientes con ageusia?

Todos los alimentos lo son, siempre que estén en buen estado. Sin embargo, al no percibir el sabor, es importante extremar las precauciones en cuanto a fechas de caducidad y conservación.

¿La ageusia puede ser síntoma de una enfermedad grave?

Sí, en algunos casos puede ser un indicador de afecciones neurológicas o sistémicas importantes. Siempre debe valorarse dentro del contexto clínico general del paciente.

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