La hiperhidrosis puede tener causas médicas, tratarse y, en muchos casos, solucionarse

La Dra. Leyre Aguado, especialista del Departamento de Dermatología, explica que el exceso de sudoración no siempre tiene una causa identificable, pero existen tratamientos eficaces para mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Los tratamientos para la hiperhidrosis van desde antitranspirantes con sales de aluminio hasta una sencilla intervención quirúrgica.

6 de agosto de 2025

Sentir que se suda más de lo normal en situaciones cotidianas, sin calor ni esfuerzo físico, puede ser un signo de hiperhidrosis, una condición que afecta a un número importante de personas y que a menudo pasa desapercibida. La Dra. Leyre Aguado, especialista del Departamento de Dermatología de la Clínica Universidad de Navarra, aclara que la sudoración excesiva “puede tener causas médicas que deben descartarse, como infecciones, alteraciones hormonales o incluso algunos tipos de tumores”. 

La Dra. Aguado indica, también, que no todos los casos requieren pruebas diagnósticas. “Lo primero es realizar una anamnesis exhaustiva, es decir, una entrevista clínica detallada en la que preguntamos a los pacientes sobre sus síntomas y según lo que nos cuenten, decidimos a qué pacientes hay que hacer pruebas y a qué pacientes no. Por ejemplo, no es lo mismo un paciente que suda desde la infancia, que un adulto que empieza a sudar de forma repentina”, explica. 

Cuando existe una causa concreta, como una alteración tiroidea, el tratamiento puede hacer desaparecer completamente la hiperhidrosis. Pero incluso en los casos sin causa aparente —la llamada hiperhidrosis primaria—, hay opciones terapéuticas que reducen notablemente el sudor y mejoran el bienestar del paciente. 

Una de las dudas más frecuentes es si existe alguna hormona responsable de esta condición. La Dra. Aguado responde con claridad: “No hay una hormona concreta que produzca la hiperhidrosis. Lo que ocurre es que las glándulas sudoríparas responden a estímulos del sistema nervioso, y en estos pacientes esa respuesta está amplificada”. 

Aunque sudar cumple una función fisiológica esencial —regular la temperatura corporal—, cuando la producción es excesiva interfiere en la vida social, laboral o emocional. “Por eso es importante consultar con el especialista y no resignarse a convivir con esta situación”, añade la especialista. 

El tratamiento debe ser individualizado   

En cuanto al abordaje terapéutico, esta dermatóloga subraya que el tratamiento debe individualizarse. “Empezamos por los antitranspirantes con sales de aluminio, que bloquean el conducto de las glándulas. En casos más intensos, podemos utilizar fármacos orales como la oxibutinina o el glicopirrolato, que ayudan a reducir la cantidad de sudor”. 

En situaciones en las que estas medidas no son suficientes, se recurre a tratamientos más avanzados como la inyección de toxina botulínica, especialmente útil en axilas, palmas o plantas de los pies. “Es una técnica muy eficaz, aunque sus efectos no son permanentes”, indica. 

Por último, en los casos más graves o localizados, existe la opción quirúrgica, conocida como simpatectomía torácica. “Consiste en realizar una pequeña incisión a cada lado del tórax para cortar o comprimir los nervios responsables de estimular el sudor. Es un procedimiento eficaz, pero se indica solo cuando los tratamientos conservadores no han funcionado y tras una evaluación individual”, señala la Dra. Aguado. 

Entre las recomendaciones cotidianas, la especialista aclara que los desodorantes no reducen la producción de sudor. “Su función es neutralizar el olor. Para disminuir realmente la sudoración, hay que utilizar antitranspirantes que contengan sales de aluminio”, puntualiza. 

Finalmente, recuerda que la hiperhidrosis no es un problema menor: “Tiene un gran impacto en la vida diaria y emocional de las personas. Por eso, desde la consulta dermatológica animamos a los pacientes a preguntar y valorar el tratamiento más adecuado para su caso”.