DICCIONARIO MÉDICO

Sensibilidad de presión

¿Qué es la sensibilidad de presión?

La sensibilidad a la presión es un aspecto esencial de la sensibilidad somatosensorial, un componente fundamental del sistema nervioso humano que permite la percepción de estímulos físicos. En términos médicos, la sensibilidad a la presión se refiere a la capacidad de un individuo para percibir y responder a los cambios en la presión o la fuerza que se ejerce sobre la piel o las estructuras internas del cuerpo. Este concepto tiene implicaciones importantes en varias disciplinas y prácticas médicas, desde la neurología hasta la fisioterapia, y puede ser crucial para la evaluación, el diagnóstico y el tratamiento de una serie de afecciones y trastornos.

La capacidad para detectar la presión es mediada por una clase de neuronas sensoriales llamadas mecanorreceptores, que se encuentran dispersas por todo el cuerpo en la piel, los músculos, los tendones, las articulaciones y los órganos internos. Estos mecanorreceptores son sensibles a la deformación física, como el estiramiento, la compresión o la vibración, y cuando se estimulan, generan impulsos eléctricos que se transmiten a través de las fibras nerviosas al sistema nervioso central para su procesamiento e interpretación.

En la piel, hay cuatro tipos principales de mecanorreceptores que contribuyen a la sensibilidad a la presión: los corpúsculos de Pacini, que detectan cambios rápidos en la presión y las vibraciones; los corpúsculos de Meissner, que son sensibles al tacto ligero y a las modificaciones en la textura y forma de los objetos; los discos de Merkel, que responden al tacto sostenido y a la presión, y los terminales de Ruffini, que detectan la presión sostenida y la tensión de la piel. Todos estos mecanorreceptores juegan un papel vital en la percepción y la discriminación táctil, y permiten a los individuos interactuar de manera efectiva y segura con su entorno.

Más allá de la piel, los mecanorreceptores también se encuentran en los músculos, los tendones y las articulaciones, donde contribuyen a la propriocepción, que es la percepción de la posición y el movimiento del cuerpo. En estos tejidos, los mecanorreceptores, como los órganos tendinosos de Golgi y los husos musculares, detectan la tensión y la longitud muscular, y ayudan a regular el tono muscular, la contracción y la coordinación.

En el contexto clínico, la evaluación de la sensibilidad a la presión puede ser un componente esencial en el diagnóstico y el seguimiento de diversas afecciones neurológicas, como la neuropatía periférica, la esclerosis múltiple y ciertos trastornos del sistema nervioso central. La pérdida o la disminución de la sensibilidad a la presión puede ser un indicador de daño o enfermedad de las fibras nerviosas que transmiten la información sensorial al cerebro. Además, la hipersensibilidad o la alodinia a la presión, en la que la presión normalmente inofensiva se percibe como dolorosa, puede ser un síntoma de ciertas condiciones de dolor crónico, como la fibromialgia y ciertas neuropatías.

© Clínica Universidad de Navarra 2023

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