DICCIONARIO MÉDICO
Aloinjerto
Un aloinjerto —también llamado alloinjerto o allograft— es un tejido vivo o tratado que se trasplanta de un donante a un receptor de la misma especie pero con diferente carga genética. A diferencia de un autoinjerto (tejido del propio paciente), el aloinjerto procede de una persona fallecida o, en determinados casos, de un donante vivo que cede tejido sobrante de una intervención quirúrgica (por ejemplo, cabeza femoral tras una artroplastia de cadera). Se emplea en traumatología, odontología, oftalmología, cirugía cardiovascular, cirugía reconstructiva y trasplante de órganos, entre otras disciplinas. El objetivo principal es reemplazar, reconstruir o reforzar una estructura anatómica dañada sin generar un segundo foco quirúrgico como ocurre con el autoinjerto. Gracias a los avances en bancos de tejidos, los aloinjertos se procesan, esterilizan y almacenan bajo estrictas normas de calidad que minimizan el riesgo de transmisión de enfermedades y garantizan su disponibilidad inmediata. El prefijo griego állo- significa “otro” o “diferente”. Así, aloinjerto se refiere a un injerto de “otro” individuo de la misma especie. Para comprender la literatura médica conviene distinguir: Cada categoría ofrece ventajas y desafíos específicos que el equipo médico valora antes de la intervención. Los intentos de trasplantar tejidos humanos se remontan al siglo XVI, pero la sterilización moderna, la refrigeración y la criopreservación no se desarrollaron hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando aparecieron los primeros bancos de hueso en Estados Unidos y Europa. La creación de estándares internacionales —como las Standards for Tissue Banking de la American Association of Tissue Banks (AATB) o las Guías de la OMS sobre células y tejidos humanos— permitió unificar criterios de selección de donantes, procesamiento y distribución. Aunque en la práctica clínica “trasplante” se reserva para órganos completos (riñón, hígado, corazón, pulmón), desde el punto de vista taxonómico cada órgano trasplantado es también un aloinjerto porque proviene de un donante genéticamente diferente. Se utilizan aloinjertos óseos estructurales en pseudartrosis complejas, defectos segmentarios tras resección tumoral y cirugía de revisión protésica. Los aloinjertos tendinosos permiten reconstruir ligamentos sin sacrificio de tejidos propios, reduciendo el dolor posoperatorio. En lesiones condrolabiales de la cadera o del hombro, los fragmentos osteocondrales frescos restablecen la congruencia articular. Los chips óseos y las matrices mineralizadas desprovistas de células se combinan con implantes dentales para aumentar la cresta alveolar. Así se evita la toma de injerto de cresta ilíaca, acortando la cirugía y la recuperación. La queratoplastia con córnea de donante restaura la transparencia corneal en queratocono, cicatrices o distrofias. Mediante técnicas lamelares se reemplazan solo las capas dañadas, lo que acelera la rehabilitación visual y disminuye el rechazo. Las válvulas humanas criopreservadas son la opción de elección en endocarditis infecciosa con destrucción valvular o en cirugía de la raíz aórtica de pacientes jóvenes que desean evitar la anticoagulación crónica. La piel cadavérica funciona como “paño biológico” temporal que cubre y protege la zona quemada mientras se prepara un autoinjerto definitivo. Reduce la pérdida de líquidos y la colonización bacteriana. Se realiza una historia clínica ampliada y pruebas serológicas (VIH, VHB, VHC, sífilis, HTLV) para descartar infecciones transmisibles. En tejidos musculoesqueléticos se añaden cultivos bacterianos y test de enfermedad de Creutzfeldt-Jakob si procede. Los tejidos se someten a lavados, desgrasado, decelularización y liofilización o criopreservación, según el uso previsto. El método de esterilización —radiación gamma, peróxido de hidrógeno vaporizado o antibióticos en cadena fría— se escoge para equilibrar seguridad y preservación de las propiedades biomecánicas. Las normas AATB establecen niveles máximos de radiación para no comprometer la resistencia del injerto. Los registros informatizados permiten rastrear cada aloinjerto desde el donante hasta el receptor. La trazabilidad cumple requisitos legales y facilita la vigilancia de reacciones adversas. El sistema inmune reconoce antígenos del complejo mayor de histocompatibilidad (HLA) presentes en células del injerto. La vía directa implica linfocitos T del receptor que detectan moléculas HLA extrañas; la indirecta se basa en péptidos donantes procesados por las células presentadoras del receptor. Ambos caminos desencadenan activación de células T, producción de citocinas y, en el caso de injertos vascularizados, daño endotelial. Los aloinjertos modernos son seguros, pero cualquier procedimiento médico conlleva riesgos: En ortopedia, los aloinjertos osteocondrales frescos muestran tasas de supervivencia del 75 % a más de diez años cuando se respetan criterios de tamaño y alineación. En trasplante de menisco, las revisiones sistemáticas evidencian mejora clínicamente significativa de las escalas de dolor y función en más del 80 % de los casos a cinco años. Las válvulas cardíacas humanas presentan baja trombogenicidad y excelente hemodinámica, con una media de durabilidad de 10-15 años en pacientes jóvenes. El cirujano adapta la forma del aloinjerto a la cavidad receptora y la fija con tornillos, grapas o suturas biocompatibles. Se mantiene la esterilidad extrema para evitar contaminación. La probabilidad es extremadamente baja. Los bancos de tejidos aplican cribado múltiple, cultivos y esterilización controlada. El riesgo residual se estima inferior a 1 por millón para virus como VIH o hepatitis. En general, menos, porque se evita la incisión adicional necesaria para extraer el propio tejido. El dolor posoperatorio se limita al área receptora. La unión biológica depende del flujo sanguíneo y la carga mecánica, pero suele oscilar entre 3 y 12 meses, similar a un autoinjerto de igual tamaño. Sí. Se espera que el tejido donado se revascularice y se convierta en parte estable del organismo. Sin embargo, como cualquier estructura biológica, puede deteriorarse si recibe sobrecarga o impacta una enfermedad sistémica. Solo en aloinjertos vascularizados o en trasplante de córnea de alto riesgo. Los injertos óseos, tendinosos o cutáneos procesados no suelen requerir medicación inmunosupresora crónica. © Clínica Universidad de Navarra 2025Qué es aloinjerto
Conceptos clave y terminología
Evolución histórica del aloinjerto
Tipos de aloinjertos disponibles
Aloinjertos musculoesqueléticos
Aloinjertos cardiovasculares y vasculares
Aloinjertos cutáneos y de tejidos blandos
Aloinjertos oculares y nerviosos
Aloinjerto de órganos sólidos
Indicaciones clínicas más frecuentes
Traumatología y ortopedia
Odontología y cirugía maxilofacial
Oftalmología
Cirugía cardiovascular
Cirugía reconstructiva y quemados
Obtención y procesamiento en bancos de tejidos
Selección de donantes
Procesamiento y esterilización
Almacenamiento y trazabilidad
Inmunología del aloinjerto y mecanismos de rechazo
Reconocimiento antigénico
Estrategias para minimizar el rechazo
Riesgos y complicaciones
Resultados y pronóstico a largo plazo
Proceso quirúrgico y recuperación
Antes de la cirugía
Durante la intervención
Después de la cirugía
Cuándo acudir al médico
Precauciones para pacientes y profesionales
Preguntas frecuentes
¿Un aloinjerto puede transmitir enfermedades?
¿El aloinjerto duele más que un autoinjerto?
¿Cuánto tarda en integrarse un aloinjerto óseo?
¿Los aloinjertos son permanentes?
¿Es necesario tomar inmunosupresores?