DICCIONARIO MÉDICO

Agonía

La agonía es un concepto médico que describe la fase final del proceso vital, caracterizada por una disminución progresiva e irreversible de las funciones fisiológicas, en especial de las funciones neurológicas, respiratorias y cardiovasculares. Este estado antecede a la muerte clínica y se manifiesta a través de múltiples signos que indican el fallo sistémico inminente del organismo. Se trata de una situación médica que, aunque natural en el contexto del final de la vida, requiere una atención integral que incluya tanto el manejo clínico como el acompañamiento emocional y ético del paciente y su entorno.

En medicina, el término "agonía" tiene una connotación técnica y no debe confundirse con su uso coloquial, en el que suele asociarse a sufrimiento intenso o angustia. Su adecuada identificación permite optimizar el tratamiento paliativo y respetar los principios de autonomía, dignidad y confort del paciente en sus últimos momentos.

Qué es la agonía

La agonía es el estado clínico que precede inmediatamente a la muerte, en el cual se produce un deterioro progresivo de las funciones vitales. Este proceso suele durar desde minutos hasta algunas horas o, en ocasiones, días, dependiendo de la causa subyacente del fallecimiento. Se observa en pacientes en situación terminal por enfermedades crónicas avanzadas, procesos oncológicos o patologías agudas irreversibles.

Durante la agonía, el cuerpo experimenta una pérdida de la homeostasis fisiológica, con alteraciones profundas en los sistemas cardiovascular, respiratorio, neurológico y metabólico. Desde una perspectiva médica, reconocer el estado agónico permite a los profesionales sanitarios centrar los cuidados en el alivio del sufrimiento, la sedación paliativa si está indicada, y en el acompañamiento humanizado del paciente.

Fases de la agonía

El proceso agónico puede dividirse en tres fases, aunque su duración y manifestación pueden variar considerablemente:

  1. Fase preagónica: caracterizada por una disminución del nivel de conciencia, debilidad generalizada, inestabilidad hemodinámica y cambios en la respiración.
  2. Fase agónica: marcada por la pérdida progresiva de las funciones cerebrales superiores, alteraciones en la frecuencia respiratoria (patrón de Cheyne-Stokes), palidez cutánea y fallo multisistémico.
  3. Muerte clínica: cese irreversible de la actividad respiratoria y circulatoria, así como de la función encefálica.

Signos clínicos de agonía

Existen múltiples signos que permiten identificar el estado agónico. Su reconocimiento temprano es fundamental para adecuar las intervenciones médicas a los objetivos del cuidado paliativo:

  • Disminución del nivel de conciencia: somnolencia profunda, estupor o coma.
  • Alteración del patrón respiratorio: respiración irregular, superficial, con posibles pausas apneicas.
  • Cianosis acral: coloración azulada de labios y extremidades.
  • Enfriamiento de la piel: disminución de la temperatura corporal periférica.
  • Desaparición del reflejo pupilar: pupilas fijas y midriáticas en fases avanzadas.
  • Incontinencia urinaria o fecal: por pérdida del control esfinteriano.

Causas que pueden llevar a un estado agónico

La agonía puede producirse por diversas causas médicas que culminan en un fallo orgánico terminal. Las más frecuentes son:

  • Enfermedades oncológicas avanzadas: como carcinomas metastásicos o tumores cerebrales terminales.
  • Insuficiencia orgánica múltiple: fallo hepático, renal o cardíaco en pacientes con patologías crónicas.
  • Eventos agudos graves: como sepsis, hemorragias masivas, infartos cerebrales o cardiacos extensos.
  • Enfermedades neurodegenerativas en fase terminal: como la enfermedad de Alzheimer avanzada, ELA o demencia por cuerpos de Lewy.

Evaluación médica y diagnóstico

El diagnóstico de agonía es clínico y se basa en la observación directa del paciente. No existen pruebas de laboratorio específicas para confirmar el estado agónico, aunque el contexto médico y la evolución clínica ayudan a establecer el diagnóstico. La evaluación se centra en:

  • El nivel de conciencia y la capacidad de respuesta a estímulos.
  • El patrón respiratorio y signos de esfuerzo ventilatorio.
  • La presión arterial, la frecuencia cardíaca y la perfusión periférica.
  • La historia clínica del paciente y el diagnóstico de base.

Manejo clínico y cuidados en la agonía

La atención al paciente en agonía debe centrarse en el control sintomático y el acompañamiento integral. Los objetivos del tratamiento son evitar el sufrimiento y preservar la dignidad de la persona. Las medidas incluyen:

  • Control del dolor: con opiáceos ajustados a las necesidades clínicas.
  • Manejo de disnea: mediante sedación leve, oxigenoterapia o ventilación no invasiva si es compatible con el confort.
  • Higiene y cuidados posturales: para evitar úlceras por presión y mantener la comodidad física.
  • Apoyo emocional y espiritual: tanto al paciente como a su entorno familiar.
  • Evitar medidas fútiles: como resucitación cardiopulmonar o terapias invasivas sin beneficio clínico real.

Aspectos éticos y legales

La atención en la fase de agonía plantea importantes cuestiones éticas y legales. Entre ellas destacan:

  • Consentimiento informado: respetar la voluntad del paciente previamente expresada o recogida en el documento de voluntades anticipadas.
  • Proporcionalidad terapéutica: evitar tratamientos desproporcionados que prolonguen el sufrimiento sin mejorar el pronóstico.
  • Sedación paliativa: indicada en casos de sufrimiento refractario, siempre bajo criterios éticos y clínicos claros.

Cuándo acudir al médico

Es importante consultar con el equipo médico cuando:

  • Un paciente con enfermedad avanzada presenta signos de deterioro brusco.
  • Existen síntomas intensos como disnea, agitación o dolor no controlado.
  • Se necesita orientación sobre cuidados paliativos o sedación terminal.

Precauciones en el entorno del paciente agónico

En el entorno del paciente en agonía, es fundamental crear un ambiente que favorezca la tranquilidad y el respeto:

  • Evitar ruidos innecesarios o intervenciones repetitivas.
  • Permitir la presencia de familiares y seres queridos si el paciente lo desea o lo ha manifestado previamente.
  • Garantizar la privacidad y la intimidad del paciente.
  • Comunicar con claridad y honestidad con los familiares sobre el proceso y expectativas.

Preguntas frecuentes

¿La agonía implica necesariamente sufrimiento?

No. Con una adecuada atención médica y cuidados paliativos, es posible controlar el dolor y otros síntomas, permitiendo que el paciente transite la fase final con dignidad y sin sufrimiento.

¿Puede prolongarse la agonía durante días?

Sí. Aunque en muchos casos la agonía dura horas, en otros puede extenderse durante días, especialmente en enfermedades neurodegenerativas avanzadas o en ausencia de complicaciones agudas.

¿Cuándo se indica la sedación paliativa en la agonía?

Cuando existe un síntoma refractario al tratamiento (como disnea o agitación intensa) que no puede aliviarse por otros medios, y siempre con indicación médica, consentimiento informado y un protocolo específico de seguimiento.

¿Es necesario alimentar o hidratar artificialmente a un paciente en agonía?

No siempre. En muchos casos, la nutrición o hidratación artificial no aportan beneficios clínicos en esta fase y pueden generar más incomodidad. La decisión debe individualizarse y basarse en criterios clínicos y éticos.

¿Se puede prever el momento exacto de la muerte durante la agonía?

No. Aunque existen signos que indican cercanía de la muerte, no es posible predecir con exactitud cuándo ocurrirá. La atención debe centrarse en el confort y el acompañamiento constante.

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