DICCIONARIO MÉDICO

Agitación

La agitación es un estado de hiperactividad motora y emocional que puede aparecer en múltiples contextos médicos y psiquiátricos. Se caracteriza por inquietud psicomotriz, excitabilidad, irritabilidad, ansiedad intensa y, en ocasiones, agresividad. Puede presentarse como síntoma primario en trastornos psiquiátricos graves, como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o los episodios maníacos, pero también puede derivarse de condiciones médicas orgánicas, intoxicaciones, síndromes de abstinencia o alteraciones metabólicas.

Desde el punto de vista clínico, la agitación es una urgencia médica potencial, especialmente cuando pone en riesgo al paciente o a su entorno. El manejo debe ser inmediato, con un enfoque integral que abarque la contención física y farmacológica, el diagnóstico de la causa subyacente y la prevención de complicaciones.

Qué es la agitación

La agitación es un estado de activación motora excesiva acompañado de alteraciones del estado mental, que se manifiesta en forma de conductas impulsivas, desorganizadas, o incluso violentas. Clínicamente se considera un síndrome heterogéneo, que puede fluctuar en intensidad y asociarse a diversas entidades clínicas.

A menudo se acompaña de disminución de la capacidad de juicio, alteración de la percepción o del pensamiento, lo que puede dificultar la cooperación del paciente con el equipo sanitario. La detección precoz y la actuación rápida son esenciales para evitar la progresión a agitación severa o estado de agitación extrema, donde el control se vuelve más complejo.

Causas de la agitación

La agitación puede tener origen psiquiátrico, neurológico, tóxico, metabólico o ambiental. Entre las causas más frecuentes se incluyen:

Trastornos psiquiátricos

  • Esquizofrenia (fase activa o exacerbación).
  • Trastorno bipolar (episodios maníacos o mixtos).
  • Trastornos psicóticos inducidos por sustancias.
  • Trastorno de ansiedad generalizada, crisis de angustia o trastorno límite de la personalidad.

Enfermedades médicas y neurológicas

  • Delirium o síndrome confusional agudo (frecuente en pacientes hospitalizados o mayores).
  • Encefalopatías metabólicas (hipoxia, hipoglucemia, insuficiencia hepática o renal).
  • Traumatismos craneoencefálicos o lesiones estructurales del sistema nervioso central.

Fármacos y tóxicos

  • Intoxicación por alcohol, anfetaminas, cocaína, LSD o cannabis.
  • Síndrome de abstinencia de benzodiacepinas, opiáceos o alcohol.
  • Reacciones adversas a fármacos como corticoides, anticolinérgicos o psicofármacos mal ajustados.

Clasificación de la agitación según la gravedad

Para facilitar su manejo, la agitación se clasifica en:

  • Leve: inquietud, verborrea, irritabilidad. El paciente aún es colaborador.
  • Moderada: agitación motora evidente, dificultades para redirigir al paciente.
  • Severa: comportamiento desorganizado, agresivo o violento, necesidad de contención.

Diagnóstico de la agitación

El abordaje diagnóstico debe ser rápido pero exhaustivo, y considerar tanto causas psiquiátricas como médicas. Las medidas habituales incluyen:

  • Historia clínica dirigida, incluyendo consumo de tóxicos y antecedentes psiquiátricos.
  • Exploración física y neurológica.
  • Analítica básica: glucemia, función hepática y renal, electrólitos, hemograma.
  • Tóxicos en orina y, si procede, pruebas de imagen cerebral.

Manejo clínico de la agitación

El tratamiento de la agitación requiere un protocolo estructurado que priorice la seguridad del paciente y del personal. Las fases del manejo incluyen:

1. Evaluación inicial

Valorar el nivel de agitación y el riesgo de violencia. Buscar causas orgánicas potencialmente tratables.

2. Contención verbal y ambiental

Es la primera línea en casos leves. Requiere una actitud empática, comunicación clara, entorno tranquilo y reducción de estímulos.

3. Tratamiento farmacológico

Indicado en agitación moderada o severa. Los principales grupos utilizados son:

  • Benzodiacepinas: lorazepam, diazepam. Especialmente útiles en abstinencia y agitación por ansiedad.
  • Antipsicóticos: haloperidol, olanzapina, risperidona. Recomendados en agitación psicótica.
  • En algunos casos se usan combinaciones o formulaciones intramusculares de liberación rápida.

4. Contención física

Debe ser la última opción y aplicarse solo en casos de riesgo inmediato, siguiendo estrictos protocolos éticos y legales.

Complicaciones de la agitación no tratada

La falta de control de un episodio de agitación puede provocar:

  • Lesiones físicas autoinfligidas o a terceros.
  • Descompensaciones metabólicas o cardiovasculares.
  • Fracturas, rabdomiólisis o síndrome de delirio excitado.
  • Reacciones adversas a fármacos por uso inadecuado.

Cuándo acudir al médico

Es fundamental buscar atención médica urgente cuando se observa:

  • Cambio repentino del comportamiento con agitación persistente.
  • Agitación acompañada de alucinaciones, delirios o pérdida de conciencia.
  • Violencia o riesgo de daño físico propio o a otras personas.
  • Fiebre, convulsiones o signos de intoxicación.

Precauciones y seguimiento

Después de controlar el episodio agudo, se requiere:

  • Derivación a psiquiatría para evaluación integral.
  • Monitorización ambulatoria en casos de causa orgánica o farmacológica.
  • Educación a familiares y cuidadores sobre signos de alerta.
  • Plan terapéutico individualizado, incluyendo psicoterapia, farmacoterapia o intervenciones sociales.

Preguntas frecuentes sobre la agitación

¿La agitación siempre es un síntoma psiquiátrico?

No. Aunque es frecuente en trastornos mentales, puede ser la manifestación inicial de enfermedades médicas graves, como hipoxia, infecciones sistémicas, hipoglucemia o intoxicaciones.

¿Qué diferencia hay entre agitación y ansiedad?

La ansiedad es una emoción subjetiva de anticipación o temor, mientras que la agitación implica una activación motora objetivable, con potencial desorganización conductual. Ambas pueden coexistir, pero no son sinónimos.

¿La agitación puede aparecer en niños o ancianos?

Sí. En niños puede ser síntoma de trastornos del neurodesarrollo o estrés agudo, y en ancianos suele asociarse a delirium, demencias o reacciones farmacológicas. En ambos casos, requiere una evaluación especializada.

¿Es posible prevenir los episodios de agitación?

En ciertos pacientes sí, mediante control adecuado del tratamiento psiquiátrico, educación familiar, ajustes farmacológicos y seguimiento estrecho. También es importante detectar factores desencadenantes como infecciones, cambios de medicación o alteraciones del sueño.

¿La agitación requiere ingreso hospitalario?

No siempre. Pero si hay riesgo de autolesión, agresión o deterioro del estado general, es preferible una evaluación hospitalaria en un entorno seguro, con capacidad de contención y tratamiento inmediato.

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