Osteoma osteoide
Historia de Elisa

Elisa M., paciente de la Clínica Universidad de Navarra, explica su experiencia tras ser diagnosticada y tratada de osteoma osteoide después de sufrir dos años de dolor.

Después de un año y 9 meses, Elisa M. obtuvo la respuesta. Se trataba de un osteoma osteoide localizado en la vértebra L1, un tumor benigno de pocos milímetros, que llevaba casi dos años haciéndole la vida imposible.

Esta cordobesa de 29 años ha pasado todo un calvario de intenso dolor hasta que en un último intento, después de una búsqueda por internet, decidió acudir a la Clínica Universidad de Navarra. En concreto, solicitó consulta con el doctor Mikel San Julián, especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología de este centro hospitalario.

Hoy, asegura, la pesadilla ha terminado. “Fue el 2 de mayo de 2011. Estaba en una cafetería con mi marido y unos amigos. En el momento en el que fui a levantarme, sentí un dolor muy fuerte en la espalda, muy intenso, que me obligó a sentarme de nuevo. Desde ese día, hasta la operación en la Clínica, el dolor no me había permitido llevar una vida mínimamente normal”, advierte.

Educadora social de profesión, con tan sólo 27 años, Elisa vio cómo se tambaleaba todo su mundo desde que el dolor irrumpió abruptamente en su vida. “Fue repentino, sin que mediara ningún golpe, ni caída, ni accidente. Sin saber por qué”, recuerda. La intensidad era tal que llegó a no dormir apenas y durante todo ese tiempo se vio obligada a tomar fuertes dosis de analgésicos.

Durante ese año y 9 meses, ¿cómo pudo convivir con un dolor tan intenso?
La verdad es que he estado muy mal. Tenía la vida muy limitada para todo. Tanto en casa, como en mi trabajo. Me iba a acostar y no podía dormir. Dormía media hora y con pastillas. El dolor me incapacitaba para hacer cualquier cosa de la vida diaria.

Tras visitar numerosos especialistas y después de casi dos años sin conocer ni el origen ni vislumbrar un final próximo para ese insoportable dolor, ¿nunca pensó en tirar la toalla?
De hecho, la había tirado ya. Acudir a la Clínica era ya mi última baza, mi última esperanza.

Después de tantos meses, ¿qué le llevó a pedir consulta en la Clínica Universidad de Navarra?
Un día a la desesperada entré en internet, buscando otras personas que hubiesen tenido este dolor de espalda. Y en una página web salió como referencia el doctor San Julián y me decidí a ir pedir consulta con él. Pensé que él tenía que dar con lo que yo tenía. Leí que era especialista en tumoración, tanto benigna, como maligna, que era muy bueno.

Una vez en la Clínica, ¿cómo fue la consulta?
Fue muy bien. El doctor San Julián vio todas las pruebas que me habían hecho hasta entonces y me dijo lo que nadie me había dicho, que sí se me podía operar y que me lo podían hacer mediante una técnica muy poco invasiva. Una técnica que sé que se hace en muy pocos sitios de España.

Y para dar con el diagnóstico ¿tuvieron que hacerle muchas pruebas?
Con las pruebas que llevé, el doctor San Julián vio claramente lo que tenía. No hizo falta que me hicieran pruebas de imagen adicionales. Me exploró la espalda y vio que tenía una movilidad muy reducida, ya que por el dolor había desarrollado una escoliosis.

stuvo mirando todas las pruebas: resonancias magnéticas, TACs, radiografías, exploración de tórax…, de todo. Después de, aproximadamente, dos horas estudiando mi caso me dijo que tenía solución, que me tenía que intervenir y que, por lo tanto, no me volviera a Córdoba.

¿Cuál fue el diagnóstico que le ofreció al cabo de esas dos horas?
Me dijo que lo que tenía era un osteoma osteoide, que era un tumor vertebral óseo benigno, que provoca un dolor muy agudo.

Después de un año y 9 meses sin saber a qué se debía ese dolor, ¿qué pensó cuando le dieron el diagnóstico? Una inmensa alegría. Toda mi familia se puso muy contenta porque no sólo he sufrido yo, ellos también. En la Clínica, el doctor San Julián, después de ver todas las pruebas, me dijo que me tranquilizase porque una vez quitado la evolución iba a ser buena.

Y usted le creyó.
Me explicó que el tratamiento consistía en una resección percutánea. Que me la realizarían en una mesa quirúrgica de TAC, con anestesia general y que duraría aproximadamente dos horas en total. Y que si todo iba bien, a las 24 horas me podría ir a mi casa.

Después de tanto tiempo, cuando le ofrecieron para su problema esa solución aparentemente sencilla, ¿qué pensó?
Pensé que no me había equivocado. Y sobre todo porque vi al doctor San Julián con muchísima seguridad. Él fue quien me enseñó por primera vez la causa de mi dolor. En un TAC me señaló el osteoma osteoide.

Tras el tratamiento, ¿cómo ha sido la recuperación?
Ha sido buenísima. Cuando se me terminaron los efectos de la analgesia que me habían administrado, ya me encontraba muy bien. Me pude levantar de la cama sin dolor. Al día siguiente me fui en tren hasta Córdoba sin ningún problema. Y ya puedo trabajar con normalidad.

¿Entró en quirófano con un dolor insoportable, tratado hasta con morfina, y salió sin dolor?
Eso es. Salí genial. Entré en quirófano a las 12 y salí hacia las 14 horas. Me habían puesto analgesia muy fuerte hasta las seis de la tarde y conforme se iba el efecto ya me encontraba cada vez mejor.

Después estuve un par de semanas sin sensibilidad en la piel de la zona que me intervinieron, ya me habían advertido que era un efecto normal, y a partir de entonces ha ido todo muy bien. Ya puedo dormir, hacer las cosas de casa, pasear, ir al cine, a cenar… Es que hasta entonces casi no podía ni andar.

La enfermedad le habría afectado también mucho a su actividad profesional.
Soy educadora social y trabajo en un centro de menores. Estuve un tiempo de baja porque me habían diagnosticado rotación de vértebra, aunque luego resultó que no era, pero tenía muchísimo dolor. Después me tuve que volver a incorporar. Pero en unas condiciones de trabajo limitadas porque tenía que hacer todo muy despacio, con movimientos muy lentos y con mucho cuidado debido al dolor.

¿Cómo ha cambiado su vida?
No tomo absolutamente nada de medicación desde el día posterior a la operación. Sólo puedo decir que estoy genial. Todo lo que he pasado me parece una pesadilla de la que he despertado.

¿Qué recuerdos le quedan de la enfermedad?
No podía creerme lo que me ocurría. Me veía totalmente estancada, deprimida, sin ganas de arreglarme, ni de salir a la calle, ni de ver a la gente. No salía porque la espalda me dolía hasta bajando los escalones. La intervención ha supuesto un cambio radical en mi vida.

¿Se ha planteado hacer cosas que, cuando sufría los dolores, ya había descartado?
Para empezar había descartado tener hijos. Con la medicación que estaba tomando me dijeron que no iba a poder quedarme embarazada porque estaba todo el día medicada, así que era imposible.

Esta operación le ha devuelto su vida.
Recordaré toda mi vida al doctor San Julián porque gracias a él estoy perfecta.

Para su marido también habrá supuesto un gran alivio verle bien.
Está muy contento, sobre todo porque no sabíamos qué era lo que me pasaba. Y por fin alguien dio con la solución.

Tratamiento percutáneo con éxito
Según describe doctor San Julián, el osteoma osteoide, “es una lesión tumoral que por su pequeño tamaño y escasa frecuencia muchas veces no se piensa en ella y, como consecuencia, se retrasa su diagnóstico y tratamiento”. La mejor técnica para su localización “es el TAC de cortes finos con ventana ósea, una vez detectada en la gammagrafía. En concreto, la lesión de Elisa se halló mediante una gammagrafía y con el TAC se examinó en detalle”, indica.

Ante este diagnóstico, el especialista propuso a la paciente “un tratamiento percutáneo (a través de la piel), si bien, al localizarse la lesión en la columna, la intervención podía resultar un poco más complicada, ya que se trata de una zona con numerosas raíces nerviosas con riesgo de que, al intervenir, puedan lesionarse.

Por eso, antes de proceder al tratamiento percutáneo se le advirtió a la paciente de que, en caso de observar dificultades, podría ser necesaria una cirugía abierta”. Finalmente, el tratamiento percutáneo pudo desarrollarse con éxito y se descartó, por tanto, la opción quirúrgica abierta.

En concreto, el procedimiento consiste en localizar la lesión de forma percutánea mediante una aguja y con control intraoperatorio de TAC. Se realiza con anestesia general. El equipo médico participante estuvo integrado por un anestesista, un radiólogo y dos cirujanos.

Localizado el tumor por TAC, “se introdujo la aguja hasta la lesión, de la que se tomó una muestra pequeña para corroborar el diagnóstico que presumíamos, un osteoma osteoide”, detalla el especialista. Después se procedió a su eliminación mediante radiofrecuencia (aplicación de calor intenso). El procedimiento se prolongó por espacio de entre 60 y 90 minutos que, sumado al tiempo de anestesia, tuvo una duración total de dos horas.

Al día siguiente del tratamiento, la paciente ya no refería dolor. Se le dio el alta hospitalaria y volvió a su casa. “De forma casi inmediata. tras la intervención, dejó de tomar toda la medicación analgésica y antiinflamatoria porque ya no la necesitaba”.

“Según nuestra experiencia el 99% de los casos tratados se curan”, concluye el traumatólogo.