DICCIONARIO MÉDICO

Ácido fíbrico

¿Qué es el ácido fíbrico?

El ácido fíbrico, conocido también como fibra de ácido graso o simplemente fibratos, es una clase de compuestos que se utilizan principalmente en el tratamiento de dislipidemias, que son alteraciones del metabolismo de los lípidos en el cuerpo. Los fibratos son medicamentos diseñados para reducir los niveles de triglicéridos y, en algunos casos, aumentar los niveles de colesterol de alta densidad (HDL), también conocido como el "colesterol bueno".

Los fibratos actúan activando el receptor activado por proliferadores de peroxisomas tipo alfa (PPAR-α), una proteína que regula la expresión de varios genes implicados en el metabolismo de los lípidos. Al activar PPAR-α, los fibratos aumentan la oxidación de ácidos grasos, disminuyen la producción de triglicéridos en el hígado y aumentan la eliminación de partículas de lipoproteínas ricas en triglicéridos. Estos efectos combinados resultan en una disminución significativa de los niveles de triglicéridos en la sangre y, en menor medida, en un aumento del colesterol HDL.

Entre los fibratos más comúnmente utilizados en la práctica clínica se encuentran el gemfibrozilo, el fenofibrato y el bezafibrato. Cada uno de estos compuestos tiene un perfil farmacocinético ligeramente diferente, pero todos comparten el mismo mecanismo de acción a través de la activación de PPAR-α.

Los fibratos son especialmente útiles en el tratamiento de la hipertrigliceridemia, una condición caracterizada por niveles elevados de triglicéridos en la sangre. La hipertrigliceridemia puede ser primaria, debido a factores genéticos, o secundaria, como resultado de otras condiciones como la diabetes mellitus, la obesidad, el síndrome metabólico y el consumo excesivo de alcohol. La reducción de los triglicéridos con fibratos ayuda a prevenir complicaciones asociadas con la hipertrigliceridemia, incluyendo la pancreatitis aguda y el aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Además de su efecto sobre los triglicéridos, los fibratos también tienen efectos beneficiosos sobre otros parámetros lipídicos. Aunque su impacto sobre el colesterol LDL (lipoproteínas de baja densidad, comúnmente conocido como "colesterol malo") es modesto en comparación con las estatinas, los fibratos pueden ser útiles en pacientes con una combinación de hipertrigliceridemia y niveles bajos de HDL. Al mejorar el perfil lipídico global, los fibratos contribuyen a la reducción del riesgo cardiovascular en pacientes con dislipidemias complejas.

Desde un punto de vista farmacocinético, los fibratos se absorben bien tras la administración oral, aunque su absorción puede verse mejorada cuando se toman con alimentos. Estos compuestos se metabolizan principalmente en el hígado y se eliminan a través de los riñones. Por lo tanto, es importante ajustar la dosis en pacientes con insuficiencia renal para evitar acumulación y toxicidad.

El perfil de seguridad de los fibratos es generalmente favorable, pero, como todos los medicamentos, pueden presentar efectos secundarios. Los efectos adversos más comunes incluyen síntomas gastrointestinales como náuseas, dolor abdominal y diarrea. En raras ocasiones, los fibratos pueden causar miopatía, una condición que afecta los músculos y que puede manifestarse como debilidad muscular y dolor. El riesgo de miopatía aumenta cuando los fibratos se utilizan en combinación con estatinas, por lo que se debe tener precaución y monitorear a los pacientes que reciben esta combinación de tratamiento.

Además de su uso en el manejo de la dislipidemia, los fibratos también están siendo investigados por sus potenciales efectos beneficiosos en otras condiciones metabólicas. Por ejemplo, hay estudios que sugieren que los fibratos podrían tener un papel en la mejora de la resistencia a la insulina y en la reducción de la inflamación sistémica, ambos factores que contribuyen al desarrollo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2.

© Clínica Universidad de Navarra 2023

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