Ansiolíticos, cuidado con la adicción

Cada vez somos más conscientes de las consecuencias del abuso de medicamentos como los antiinflamatorios y los analgésicos. También son conocidos los efectos adversos del mal uso de los antibióticos, con la resistencia bacteriana como principal preocupación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Sin embargo, no son las únicas familias de fármacos que los tienen. No hay ningún medicamento inocuo. Aunque es bueno recordar que esos efectos aparecen tras un abuso prolongado de su ingesta y que las dosis convencionales no conllevan efectos, salvo posibles reacciones alérgicas, es recomendable hacer un uso responsable de los medicamentos. Especialmente cuando se trata de una automedicación.

El consumo de ansiolíticos ha crecido en los últimos años. En la última década, España ha visto aumentado su consumo en más de un 50% y es el país líder en Europa en consumo de benzodiacepinas como el lorazepam o Trankimazin según la Organización Mundial de la Salud.

“Los ansiolíticos se toman mucho porque una persona no puede afrontar problemas de la vida (laborales, familiares, sociales…) ya sea porque no tiene tiempo, no sabe cómo hacerlo o ni siquiera se da cuenta de que le está generando esa ansiedad”, describe el especialista. La ansiedad se ha convertido en uno de los problemas más mencionados por los españoles. Una respuesta de nuestro organismo ante situaciones que enfrentamos y que, en ocasiones, no se sabe controlar.

Sin embargo, el especialista recuerda que los ansiolíticos no consiguen llegar al origen de la ansiedad para tratar de curarla. “Con el ansiolítico se consigue que ya no le afecte la ansiedad, pero no se ha solucionado el problema. Entonces, no le afecta mientras se toma la pastilla porque el día que deje de tomarla, esos receptores lo van a echar en falta y se van a activar de nuevo”. Un uso esporádico ante un desencadenante externo, como puede ser por ejemplo la pérdida de un familiar, no conlleva consecuencias graves. Sin embargo, si el origen no es tan claro, su empleo puede prolongarse.

Esa dependencia es uno de los principales problemas de estos medicamentos, su capacidad de producir adicción. “Normalmente es necesario ir subiendo la dosis en el tiempo para conseguir le mismo efecto (lo que se conoce como tolerancia), y además no tienen un efecto específico para mejorar los síntomas de ansiedad, sino que se hace a raíz de alterar nuestra capacidad de respuesta para todo”, reconoce.

Las recomendaciones advierten que no se debe consumir una benzodiacepina más de 14 días, salvo en pacientes con psicopatología grave. Y como con todo tratamiento médico es recomendable que el especialista lleve un seguimiento del mismo, con el que pueda valorar cómo está actuando el fármaco, si es necesario cambiar de procedimiento o si ya no es necesario continuar con él ya que esa ansiedad se ha visto disminuida.