Los resultados de un estudio ayudan a predecir precozmente qué pacientes se beneficiarán del tratamiento para las metástasis meníngeas

El trabajo, desarrollado por especialistas de la Clínica Universidad de Navarra, revela que la afectación metastásica de las meninges que envuelven el cerebro y la médula espinal ocurre en el 5-10% de los casos de tumores sólidos.

De izquierda a derecha, los doctores Ignacio Gil Bazo, Eduardo Castañón Álvarez, José Manuel Aramendía Beitia, Juan Pablo Fusco Morales y Marta Santisteban Eslava, especialistas del Departamento de Oncología de la Clínica Universidad de Navarra. 

18 de noviembre de 2013

Los resultados de un estudio elaborado por especialistas del Departamento de Oncología de la Clínica Universidad de Navarra pueden ayudar a predecir de forma precoz qué pacientes se van a beneficiar de un tratamiento frente a las metástasis meníngeas, que son aquellas que afectan a la cubierta que envuelve el cerebro y la médula espinal.

Atendiendo a los inconvenientes que conlleva para el paciente la administración de dicho medicamento, pues se realiza mediante una punción en la espalda o a través de un reservorio colocado en el cráneo, conocer la eficacia prevista del tratamiento en cada persona resulta fundamental para poder decidir cuanto antes si se mantiene o suspende esta terapia.

El estudio ha sido publicado en Journal of Neuro-Oncology, una de las revistas internacionales con mayor factor de impacto en el ámbito de la neurooncología.

Síntomas variados y de diferente intensidad

“Las metástasis meníngeas ocurren en un 5-10% de los pacientes con tumores sólidos. Se caracterizan por la afectación tumoral de las cubiertas que tiene el sistema nervioso central para proteger el cerebro y la médula espinal”, explica el doctor Ignacio Gil Bazo, especialista del Departamento de Oncología de la Clínica Universidad de Navarra y del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la misma universidad, quien ha liderado el estudio.

A pesar de no ser una patología frecuente, resulta una presentación metastásica “difícil de diagnosticar porque los síntomas neurológicos son variados y además aparecen con distinta intensidad: unos días apenas se presentan y otros son muy acusados”, añade el doctor Gil Bazo. En la sintomatología de esta dolencia puede encontrarse cefalea; nauseas; vómitos; alteraciones de pares craneales o compresión de nervios periféricos en la médula espinal que puede afectar a la regulación de esfínteres o del movimiento o a la sensibilidad de las extremidades.

Una vez detectada la afectación metastásica de las meninges, continúa el especialista de la Clínica, “la enfermedad se caracteriza por su mal pronóstico. En ocasiones el plazo de supervivencia se estima en semanas, mientras que en otros pacientes no es tan dramático y viven durante meses e incluso años”.

Hasta hace poco tiempo, añade, “el tratamiento clásico consistía en proporcionar al paciente cuidados paliativos para los síntomas”.

Posteriormente se descubrió que el tratamiento quimioterápico que incluye fármacos como el metotrexato y la citarabina, mediante su administración dentro del compartimento de la médula por el que fluye el líquido cefalorraquídeo, “puede beneficiar a algunos pacientes: mejora la calidad de vida porque alivia los síntomas e incluso puede alargar la supervivencia. Uno de sus mayores inconvenientes era la necesidad de ser administrado mediante una punción lumbar (en la espalda) semanal para mantener niveles elevados del quimioterápico dentro del líquido cefalorraquídeo que baña las meninges, lo que limita la calidad de vida del paciente al tener que acudir cada semana al hospital, además de las molestias del procedimiento. La citarabina liposomal, sin embargo, se puede administrar cada dos semanas e incluso se puede colocar un reservorio en el cráneo para su aplicación, lo que evita practicar una punción lumbar para cada administración del tratamiento”, detalla el doctor Gil Bazo.

Medicamento solo autorizado para la afectación meníngea por linfoma

La aparición hace unos años de la citarabina liposomal permitió ampliar a dos semanas el tiempo entre cada dosis administrada “porque va recubierto de unas partículas que permiten mantener niveles altos del fármaco en el líquido cefalorraquídeo durante más tiempo”, explica.

Sin embargo, como reconoce el especialista de la Clínica, este medicamento no está aprobado para su administración habitual en pacientes con tumores sólidos que tienen afectación meníngea, sino que por el momento sólo lo está para tratar la linfomatosis meníngea, relacionada con un linfoma o tumor hematológico. “Se puede utilizar, y así lo hemos hecho, mediante un programa de uso compasivo, que consiste en solicitar autorización para su empleo al Ministerio de Sanidad exponiendo las características de cada paciente y los beneficios que le puede suponer”.

Así, el estudio ha consistido en analizar la experiencia clínica de los últimos 27 pacientes con metástasis meníngeas que han sido tratados en la Clínica Universidad de Navarra con citarabina liposomal. “Tras un primer ciclo de tratamiento, cuando los pacientes vienen a recibir la segunda dosis, analizamos de nuevo su líquido cefalorraquídeo. Hemos descubierto que si han desaparecido las células tumorales en el líquido y además el paciente presenta una respuesta clínica neurológica de los síntomas que tenía antes de empezar el tratamiento, aumenta notablemente su probabilidad tener una mayor supervivencia y de que transcurra más tiempo hasta la progresión de la enfermedad. Por tanto, con un solo ciclo de tratamiento podemos predecir de forma precoz en qué paciente tiene sentido continuar con la terapia y en quién es mejor suspenderla”, señala el doctor Gil Bazo.

Se trata, indica el especialista de la Clínica, “del primer estudio que demuestra cómo la combinación de estas variables prevé un mejor resultado”. A su juicio, este primer estudio “abre la posibilidad de desarrollar un ensayo clínico para seleccionar en qué pacientes resultaría más eficaz el tratamiento, lo que facilitaría que se aprobara su administración frente a la afectación metastásica de las meninges”.
Junto a Ignacio Gil Bazo, en el estudio han participado los doctores Juan P. Fusco, Eduardo Castañón, Omar E. Carranza, Leire Zubiri, Patricia Martín, Jaime Espinós, Javier Rodríguez, Marta Santisteban y José Manuel Aramendía.

Referencia:
J. P. Fusco, E. Castañón,O. E. Carranza, L. Zubiri, P. Martín, J. Espinós,  J. Rodríguez, M. Santisteban, J. M. Aramendía, I. Gil-Bazo. Neurological and cytological response as potential early predictors of time-to-progression and overall survival in patients with leptomeningeal carcinomatosis treated with intrathecal liposomal cytarabine: a retrospective cohort study. J. Neurooncol 2013. DOI 10.1007/s11060-013-1241-0