Reflujo gastroesofágico

"Si los síntomas son diarios o se requiere tratamiento prolongado, es conveniente realizar consulta médica para clasificar el reflujo en cada caso y saber cuál es el tratamiento oportuno que evite el desarrollo de complicaciones".

DR. SANTIAGO GONZÁLEZ VÁZQUEZ
ESPECIALISTA. DEPARTAMENTO DE DIGESTIVO

¿Qué es el reflujo gastroesofágico?

El término reflujo gastroesofágico (RGE) describe el paso del contenido del estómago hacia el esófago.

En condiciones normales, el contenido gástrico o intestinal no pasa al esófago, ya que existe un esfínter esofágico inferior (EEI) que actúa como una válvula e impide el paso del alimento.

Cuando esta barrera muscular se altera o relaja inadecuadamente, el contenido gástrico pasa al esófago, irritando la mucosa y produciendo diferentes síntomas y/o complicaciones.

En el reflujo gastroesofágico el diagnóstico y tratamiento están relacionados, puesto que se considera criterio diagnóstico la respuesta a la terapia antisecretora.

En todos los casos se deberán adoptar medidas higiénico-dietéticas encaminadas a reducir la presión intraabdominal. Después se indicará tratamiento con fármacos que son muy eficaces en la mayoría de los pacientes.

Si todas estas medidas fracasan, se puede realizar tratamiento quirúrgico para resolver el problema de manera definitiva.

¿Cuáles son los síntomas del reflujo gastroesofágico?

El ardor o quemazón («pirosis» en términos médicos), que asciende desde el estómago hacia la garganta, es el principal síntoma del RGE. Es posible que se asocie al paso de alimentos ácidos o amargos desde el estómago a la boca

Generalmente empeora tras las comidas, especialmente con los alimentos que favorecen la relajación del esfínter o con excesos dietéticos. En muchos casos también empeora durante el descanso nocturno o cuando se flexiona el tronco.

En algunos casos los síntomas predominantes son respiratorios: afonía o carraspera (por irritación de la laringe por el ácido refluido) o incluso asma o dificultad respiratoria (por aspiración del ácido a la vía respiratoria).

Los síntomas más habituales son:

  • Pirosis (ardor).
  • Afonía.
  • Carraspera.
  • Asma o dificultad respiratoria.

¿Tiene alguno de estos síntomas?

Puede que padezca de reflujo gastroesofágico

¿Cuáles son las causas del reflujo?

Existen factores dietéticos o formas de vida que pueden contribuir al reflujo gastroesofágico.

El chocolate, la pimienta o especias, la menta, las grasas, el café y las bebidas alcohólicas favorecen la relajación del esfínter esofágico inferior y, por lo tanto, el reflujo. También el tabaco produce relajación del esfínter.

La existencia de una hernia de hiato favorece el reflujo gastroesofágico, aunque no es su única causa.

Todas aquellas situaciones que supongan un aumento de la presión intra-abdominal (obesidad, embarazo, determinados tipos de ejercicio físico) favorecen también el reflujo.

¿Cuáles son las complicaciones?

Existen diversas complicaciones derivadas del reflujo, aunque éstas no ocurren en la mayoría de los casos. Dependen de la severidad del reflujo en cada sujeto.

La más frecuente es la esofagitis, que es la inflamación de la mucosa del esófago que está expuesta al ácido. Existen distintos grados. Las esofagitis graves pueden: ulcerarse y sangrar; cicatrizar de forma irregular, reduciendo el diámetro de la luz esofágica y dificultando el paso de los alimentos.

En algunos casos se puede producir un cambio de la mucosa normal esofágica, que es sustituida por una mucosa más parecida a la del estómago o a la del intestino delgado, más resistente al ácido.

Esta situación se conoce como «esófago de Barrett» y su principal importancia radica en que se considera un factor de riesgo para desarrollar cáncer de esófago.

¿Cómo se diagnostica el reflujo gastroesofágico?

El diagnóstico inicial del reflujo gastroesofágico se basa en los síntomas. Sin embargo, si estos son diarios o es necesario mantener tratamiento farmacológico durante más de 2-3 semanas, es conveniente realizar exploraciones dirigidas a conocer:

  • Existencia o no de reflujo.
  • Existencia o no de complicaciones derivadas del reflujo.
  • Descartar otras lesiones que clínicamente se parecen al reflujo y tienen un tratamiento y un pronóstico diferente.

El médico puede estudiar el reflujo mediante distintas pruebas diagnósticas:

  • Gastroscopia: permite saber si se ha producido inflamación esofágica (esofagitis) y su severidad. También permite tomar muestras para biopsia en el caso de encontrar lesiones y descartar otras enfermedades que pueden simular un reflujo.
  • Manometría esofágica: mediante una sonda se estudia cómo se mueve el esófago cuando el paciente traga líquidos.
  • Radiografías con constraste: se administra un líquido oralmente, que es opaco y se puede ver por rayos X, y se estudia el paso de esófago a estómago y la existencia o no de reflujo hacia el esófago.
  • pH metría de 24 horas: consiste en introducir una sonda por la nariz con un sistema en la punta que detecta el pH existente en el esófago y/o en el estómago. Permite saber cuándo se producen los episodios de reflujo, cuánto tiempo duran, si se relacionan o no con los síntomas, etc.

¿Cómo se trata el reflujo gastroesofágico?

En principio, el reflujo es una enfermedad crónica y, como tal, requiere un tratamiento de mantenimiento, aunque éste depende de la gravedad del reflujo y de la existencia de complicaciones.

En general, los casos leves y no complicados sólo requieren controlar los síntomas y la duración del tratamiento depende solamente de las molestias que refiere el paciente.

Los casos graves o complicados requieren tratamiento de mantenimiento aunque no existan síntomas.

El tratamiento farmacológico dependerá de los síntomas del paciente, especialmente su frecuencia y severidad. En algunas ocasiones es suficiente con tomar antiácidos, aunque en algunos casos es necesario bloquear la secreción ácida del estómago. Si hay síntomas de regurgitación, se pueden indicar fármacos procinéticos que aumentan la motilidad esofágica.

Cuando es necesario un tratamiento farmacológico a largo plazo o en el caso de que sean necesarias dosis muy altas de fármacos anti-secretores, se puede optar por un tratamiento quirúrgico, llamado funduplicatura, y que en la actualidad se puede realizar en la mayor parte de los casos por laparoscopia (cirugía mínimamente invasiva).

Estas medidas permiten, en muchos casos, un adecuado control de los síntomas:

  • Evitar las comidas y las bebidas que favorecen la relajación del EEI, incluyendo grasas (especialmente fritos), pimienta y especias, chocolate, alcohol, café, frutos cítricos, tomate y productos mentolados.
  • Perder peso en caso de obesidad.
  • Dejar de fumar.
  • Elevar la cabecera de la cama unos 10 cm. Es importante NO colocar almohadas, que sólo consiguen flexionar el cuello. Se trata de conseguir una inclinación de todo el tronco, por eso se aconsejan camas articuladas o colocar tacos de madera en las patas delanteras de la cama.
  • Evitar acostarse antes de haber pasado 2 ó 3 horas de la ingesta.

Las medidas dietéticas y posturales deben mantenerse a pesar de seguir un tratamiento farmacológico, puesto que está demostrado que ayudan sensiblemente al buen control clínico de la enfermedad.

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