Convulsiones febriles

El origen de la fiebre, cuando ocurre una convulsión febril, no se encuentra en el sistema nervioso, sino generalmente en una infección banal de las vías respiratorias, oídos, etc. Afectan a entre un 1-5% de la población.

La edad de presentación es entre los 6 meses y los 4 años de edad. En el 55% de los casos se presentan en el segundo años de vida.

Frecuentemente, en los seis meses posteriores al primer episodio, puede repetirse otro cuadro de convulsiones febriles. Existe cierta predisposición familiar en un 30% de los casos. En un 2% de los casos, se asocia a una epilepsia antes de los 7 años.

Tratamiento

  • Si su hijo sufre una convulsión febril, lo que debe hacer es intentar que sus vías respiratorias estén libres, quitándole todo aquello que obstruya la vía aéreas: comida, saliva, etc.
  • Pónganle tumbado y con la cabeza de lado.
  • La mayoría de los pacientes que han sufrido convulsiones febriles no van a necesitar más tratamiento que el de los antitérmicos.

Indicaciones del tratamiento preventivo

  • Exploración neurológica anormal, transitoria o permanentemente.
  • Convulsión prolongada (más de 15 minutos).
  • Convulsión focal (no generalizada).
  • Convulsión recurrente en el mismo proceso febril, sobre todo en las primeras 24 horas.
  • Estado postcrítico prolongado.
  • Edad inferior a 12 meses.
  • Tercer episodio de convulsión febril.
  • Niños con anormalidades neurológicas (parálisis cerebral, etc.)

Diazepam: Se utiliza en el momento de la crisis en forma de enema. En el caso de niños que hayan sufrido convulsiones febriles con factores de riesgo, se usa cuando presentan un proceso infeccioso a la dosis de 0,5 mgr./Kg. cada 8 ó 12 horas.

Valproato sódico: Produce efectos secundarios (alteraciones hepáticas, hiperactividad, irritabilidad y alteraciones de la coagulación). Es necesario el control de niveles en sangre de forma periódica y, en los primeros meses de tratamiento, control de la función hepática.

Fenobarbital: Se administra en dosis de 3 a 5 mg./Kg./día , por vía oral, repartido en 2 dosis. Sus indicaciones son muy concretas, ya que presenta muchos efectos secundarios. Requiere controles periódicos de sangre. 

Diagnóstico

  • Asegurarse de que son sólo convulsiones causadas por la fiebre misma.
  • Cuidadosa historia clínica y examen físico con especial atención a los aspectos neurológicos. Si el médico sospecha que el niño pueda tener una meningitis, se realizará una punción lumbar.
  • Si ha habido diarreas o vómitos severos, la deshidratación puede ser responsable de las convulsiones.
  • Pruebas para determinar la causa de la fiebre.
  • Exámenes de sangre y orina.
  • Descartar intoxicaciones y traumatismos craneoencefálicos.

En ocasiones, será necesaria la realización de un electroencefalograma y de estudios de neuroimagen. Los niños con convulsiones febriles complejas o atípicas precisarán de un examen más cuidadoso por parte del neuropediatra.