DICCIONARIO MÉDICO

Olfacción

¿Qué es la olfacción?

La olfacción, comúnmente conocida como el sentido del olfato, es uno de los cinco sentidos tradicionales y desempeña un papel crucial en la percepción del entorno y en numerosas funciones fisiológicas y emocionales. Este sentido permite a los individuos detectar y distinguir los olores de su entorno, facilitando desde la detección de alimentos y la percepción de peligros, como humo o gases tóxicos, hasta influir en las interacciones sociales y la memoria emocional.

Anatómicamente, el sistema olfativo se compone principalmente de la nariz y el epitelio olfatorio ubicado en la parte superior de la cavidad nasal, el cual contiene las células receptoras olfativas. Estas células nerviosas especializadas tienen cilios que se extienden hacia la mucosa nasal, donde entran en contacto con las moléculas odoríferas disueltas en el aire inhalado. Cada célula receptora está equipada con receptores específicos que se unen a las moléculas de olor, desencadenando una respuesta eléctrica que se transmite a través del nervio olfatorio al bulbo olfatorio en el cerebro. Desde el bulbo olfatorio, las señales se envían a otras áreas del cerebro, incluidas las áreas responsables de la identificación de olores, la memoria y las emociones.

La olfacción es única entre los sentidos debido a su conexión directa con el sistema límbico, que está involucrado en la emoción, el comportamiento y la memoria a largo plazo. Esta conexión explica por qué los olores pueden evocar recuerdos y emociones poderosos de manera instantánea y a menudo, más intensamente que los estímulos captados por otros sentidos.

Las alteraciones en la olfacción pueden abarcar desde la pérdida del olfato (anosmia) hasta una disminución (hiposmia), una distorsión (disosmia) o la percepción de olores sin una fuente externa (fantosmia). Estas alteraciones pueden deberse a múltiples causas, incluyendo infecciones respiratorias superiores, traumatismos craneales, enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Parkinson y la enfermedad de Alzheimer, exposición a ciertas sustancias químicas, y obstrucciones nasales.

La evaluación de la función olfativa puede realizarse mediante pruebas específicas que miden la capacidad del paciente para detectar, identificar y diferenciar diversos olores. Estas pruebas son útiles no solo para diagnosticar trastornos del olfato, sino también para evaluar la progresión de ciertas enfermedades neurodegenerativas y el efecto de tratamientos médicos o quirúrgicos.

El manejo de las alteraciones olfativas depende de la causa subyacente. Mientras que algunas condiciones, como las infecciones respiratorias, pueden ser temporales y resolverse sin intervención, otras pueden requerir tratamientos específicos, incluida la cirugía para obstrucciones nasales o la administración de medicamentos para condiciones inflamatorias. Además, el entrenamiento olfativo, que implica la exposición repetida a ciertos olores, ha demostrado ser una intervención prometedora para mejorar la función olfativa en algunos casos.

© Clínica Universidad de Navarra 2023

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