Inmunidad y deporte

Si intentamos relacionar el deporte y el sistema inmunitario de nuestro organismo, a primera vista, parece que no tiene ninguna relación y, sin embargo, nada más lejos de la realidad. Estos datos han ido aumentando, lógicamente, a medida que la especialidad de inmunología ha ido creciendo en conocimientos gracias a las investigaciones de los últimos años, sobre todo de la mano del capítulo de los trasplantes de órganos y la oncología.

Basta recordar que, en relación con el mundo del deporte profesional, a veces oímos o leemos la noticia de que tal deportista padece una infección que le apartará de la competición un tiempo y que la causa encontrada es un virus, un gérmen determinado etc.

Si, en teoría, son individuos que inspiran salud, poseen una mayor capacidad física, fuerza, resistencia, etc., ¿porque se ven afectados con procesos tan graves como una miocarditis (inflamación del músculo cardiaco), pericarditis (inflamación de la "envoltura" del corazón) o sinusitis, neumonía, bronquitis etc. En principio una cosa no esta reñida con la otra.

Los primeros estudios que relacionan estos hallazgos son de 1981 y estudian a un grupo de maratonianos de ambos sexos. Tras analizar las orinas de éstos al acabar la carrera, se descubrió una elevación de unas sustancias llamadas prostaglandinas.

Posteriormente, en 1993 se observó, en otro grupo de maratonianos, que estas sustancias se elevaban 3 veces más en el hombre que en la mujer durante la maratón. Paralelamente a estos hallazgos y en el campo de la investigación inmunologica, en el año 1989 se observó como, después del ejercicio, se producía una disminución de la actividad de un grupo de células naturales en el organismo humano y que tiene una finalidad de defensa, las células NK (Natural Killer).

Un año mas tarde se observó que este periodo de tiempo era de unas 2 horas, normalizándose a las 24 horas y que guardaba relación con la elevación temporal de un grupo de células de la sangre, exactamente los monocitos y los neutrofilos y como consecuencia de este aumento, con la mayor producción por parte de estas células de prostaglandinas.

De este modo, se relacionó con estos estudios a las prostaglandinas liberadas, sobre todo por los monocitos, con la disminución de la actividad de las células naturales de defensa durante un periodo de tiempo de unas dos horas después del ejercicio.

Claro está que no todos los ejercicios son iguales y, por ello se relacionaron estos hallazgos con tres niveles diferentes de ejercicio, exactamente con ejercicios de intensidad ligera, moderada y severa. Solamente se pudo demostrar en los ejercicios de intensidad severa una autentica elevación de los monocitos.

Mas tarde, en el año 1994, se dio un paso más y se describió que en los atletas de élite la actividad de las células NK estaba elevada en reposo y solamente tras el ejercicio severo se producía una disminución de esta actividad y, por ello, se acuñó el término de "ventana abierta", que venía a significar que tras un ejercicio severo se producía una caída de la capacidad de "defensa", lo que permitía en un espacio de tiempo de unas dos horas ser infectado por cualquier virus, germen ó ser contagiado por alguien.

Pero en contraposición, también se encontró que los atletas que realizaban un ejercicio de intensidad moderada de manera regular tenían con frecuencia la actividad del sistema inmune elevada, lo que les permitía una mayor y mejor defensa frente a las infecciones.

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