Cómo evitar el tétanos

El tétanos es una enfermedad infecciosa producida por un germen denominado Clostridium tetani o también bacilo de Nicolaier. Es un bacilo muy resistente en el ambiente y que puede sobrevivir sin oxígeno (anaerobio). Resiste años, incluso hasta cuarenta, fuera del alcance de la luz solar y en condiciones extremas. Puede habitar en el intestino de los animales y contaminar el ambiente a través de las heces.

Es incapaz de producir enfermedad si no se introduce en el cuerpo humano a través de una herida, que se produce habitualmente a través de traumatismos (golpes, cortes o mordeduras), que además suelen ser sucias al contaminarse con tierra o compuestos orgánicos.

Sin embargo, también puede llegar a producir la enfermedad por la penetración a través de heridas pequeñas y limpias o incluso en otras circunstancias, como sucede en partos acontecidos en condiciones insalubres.

Se manifiesta con la contracción de varios grupos musculares situados cerca de la puerta de entrada del bacilo. En ocasiones, puede producirse este cuadro, de forma muy limitada y leve, como consecuencia de una vacuna.

Prevención

En España, se describen pocos casos cada año, alrededor de veinticinco, y habitualmente en personas mayores de cincuenta años no inmunizadas. El mejor tratamiento es la prevención. La prevención se basa en una correcta vacunación y en la limpieza de las heridas producidas especialmente en un ambiente de suciedad.

La vacuna está incluida en el calendario escolar. Dicha vacuna protege de la enfermedad. Si existen dudas acerca de haberla recibido completamente, conviene volver a vacunarse o iniciarla de nuevo. Existe también un tratamiento mediante antitoxina que puede neutralizar a la toxina del bacilo.

Respecto a las heridas, por las características del germen que ocasiona esta enfermedad, hay que tener especial cuidado con los traumatismos en los que se producen múltiples lesiones de la piel con afectación de los tejidos subyacentes. Existe un riesgo elevado cuando las heridas están contaminadas o son sucias (tierra, restos orgánicos o metales).

Por todo ello, una buena limpieza de la herida es fundamental para prevenir esta enfermedad. La administración adecuada de la vacuna ha dado lugar a que esta enfermedad sea anecdótica en nuestro medio. Lo contrario ocurría en el pasado, cuando esta enfermedad afectaba a muchas personas que trabajaban en labores agrícolas y ganaderas, de tal forma que por la resistencia del germen y su persistencia en el medio, daba lugar a los denominados campos malditos.

En los países subdesarrollados, pueden observarse estos casos con cierta frecuencia, incluso una forma especialmente dramática denominada "tétanos del neonato". Es una forma de tétanos que afecta a los recién nacidos como consecuencia de un parto no realizado en las adecuadas condiciones higiénicas.

Vacunación

Todos los niños deben ser vacunados aproximadamente a los 2, 4 y 6 meses junto con otras vacunas (trivalente), a los 18 meses, y posteriormente entre los 4 y 6 años, se administran dosis de recuerdo. Estas dosis de recuerdo deben repetirse cada 5 ó 10 años.

En el caso de una herida sucia, debe administrarse una gammaglobulina que neutralice la posible presencia de la neurotoxina. Si la vacunación se recibió hace más de cinco años o se tienen dudas acerca de que se haya realizado de forma correcta, debe practicarse una nueva.

Consejos de prevención

  • Asegurarse de que se ha recibido una correcta vacunación. Ante la duda, iniciar una nueva. 
  • Protegerse de sufrir cualquier herida al manipular material de riesgo (metales) o si trabaja en condiciones de suciedad (labores agrícolas, jardinería). 
  • Emplear guantes de cuero y calzado adecuado. 
  • Proceder a la limpieza de la herida nada más producirse, independientemente de su extensión. Especial cuidado se debe tener con las heridas amplias, con pérdida de sustancia y sucias.

¿Qué síntomas produce el tétanos?

El germen se introduce en forma inactiva o esporas. Si en los tejidos contaminados encuentra las condiciones adecuadas (falta de oxígeno especialmente), comienza a germinar transformándose en formas activas. Empieza a crecer invadiendo los tejidos en los que se encuentra.

Entonces, secretan una toxina potencialmente perjudicial para el sistema nervioso. Esta toxina se propaga a través de las terminaciones nerviosas, alterando su función. Interrumpe la acción de ciertos neurotransmisores que actúan inhibiendo la activación controlada de las neuronas motoras. Debido a este proceso, se produce una estimulación o hiperactivación incontrolada de las neuronas motoras.

Como consecuencia de esta activación de las motoneuronas se desarrolla el cuadro clínico conocido como tétanos. Esta enfermedad se caracteriza por una contracción generalizada de los músculos del cuello, tronco y extremidades por la que el paciente adquiere una postura rígida en arco.

Esas contracciones musculares pueden llegar a provocar lesiones óseas, incluso fracturas vertebrales, y desgarros. Además, se contraen los músculos masticadores, siendo incapaz el enfermo de abrir la boca y adquiriendo la cara el aspecto de una sonrisa denominada risa sardónica. Aparecen también convulsiones producidas por cualquier estímulo (luz o sonido).

Durante la enfermedad, el paciente puede mantener la conciencia incluso mientras se producen las contracciones espásticas o las convulsiones. El periodo de incubación depende de la distancia que tiene que recorrer la toxina, oscilando alrededor de los catorce días.

Si la cantidad de toxina es elevada, la diseminación es más rápida, produciéndose dicha contaminación también a través de la circulación sanguínea y linfática. La mortalidad es elevada, siendo la causa más habitual del fallecimiento una parada respiratoria o arritmia severa. Existen otras formas clínicas más leves conocidas como tétanos local.