DICCIONARIO MÉDICO

Resistencia a la insulina

¿Qué es la resistencia a la insulina?

La resistencia a la insulina es un término médico utilizado para describir una situación en la que las células del cuerpo no responden adecuadamente a la insulina, una hormona producida por el páncreas cuya función principal es facilitar el ingreso de glucosa en las células para su utilización como energía. A pesar de que pueda haber niveles normales o elevados de insulina en el torrente sanguíneo, las células se vuelven "resistentes" a sus efectos, resultando en una utilización ineficaz de la glucosa y, por ende, en un aumento de sus niveles en la sangre, condición conocida como hiperglucemia.

Para comprender a fondo este fenómeno, es esencial abordar algunos conceptos básicos relacionados con el metabolismo de la glucosa. La glucosa es una forma de azúcar que el cuerpo utiliza como fuente primaria de energía. Una vez que los alimentos ricos en carbohidratos son consumidos y digeridos, se descomponen en glucosa y otros azúcares simples que luego son absorbidos en el torrente sanguíneo. En respuesta a este aumento de glucosa en la sangre, el páncreas secreta insulina, cuyo papel es actuar como una "llave", permitiendo que la glucosa entre en las células y se utilice para producir energía. Sin insulina, la glucosa no puede entrar en las células y, en su lugar, se acumula en el torrente sanguíneo.

Ahora bien, cuando se presenta resistencia a la insulina, las células requieren de mayores cantidades de insulina para permitir el ingreso de la glucosa. En las primeras etapas de esta resistencia, el páncreas puede compensar produciendo más insulina. Sin embargo, con el tiempo, esta producción adicional puede no ser suficiente para mantener la glucosa en sangre en niveles normales. Esta situación puede evolucionar hacia una diabetes tipo 2, en la que la producción de insulina es insuficiente o la resistencia a la insulina es muy elevada.

Varios factores pueden contribuir al desarrollo de resistencia a la insulina, y entre ellos se incluyen la genética, el envejecimiento, el sedentarismo, la obesidad, especialmente cuando la grasa se acumula predominantemente en el abdomen, y ciertas condiciones médicas como el síndrome de ovario poliquístico. Además, factores ambientales, dietéticos y el estilo de vida juegan un papel crucial.

Las manifestaciones clínicas de la resistencia a la insulina no son siempre evidentes en las etapas iniciales. Sin embargo, a medida que avanza la condición, pueden surgir síntomas relacionados con niveles elevados de glucosa en la sangre, tales como fatiga, hambre excesiva, sed intensa, micción frecuente y visión borrosa. Si no se aborda, la resistencia a la insulina puede llevar a complicaciones más graves, como enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, enfermedad renal, neuropatía y problemas en la vista.

Para diagnosticar la resistencia a la insulina, los profesionales de la salud se basan en pruebas de laboratorio como el perfil de glucosa en ayunas, la prueba de tolerancia a la glucosa oral y, en ocasiones, los niveles de insulina en sangre. Estas pruebas evalúan cómo el cuerpo maneja la glucosa después de un ayuno o después de consumir una carga de glucosa.

Una vez diagnosticada la resistencia a la insulina, es fundamental abordarla para prevenir la progresión a la diabetes tipo 2 y otras complicaciones asociadas. El tratamiento se centra en cambios en el estilo de vida, como una dieta saludable, rica en fibras y baja en azúcares simples y grasas saturadas, y un incremento en la actividad física. La pérdida de peso es particularmente beneficiosa para mejorar la sensibilidad a la insulina. En algunos casos, se pueden prescribir medicamentos como la metformina para mejorar la respuesta del cuerpo a la insulina.

© Clínica Universidad de Navarra 2023

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