DICCIONARIO MÉDICO

Receptor olfatorio

¿Qué es un receptor olfatorio?

Los receptores olfatorios son estructuras proteicas especializadas que se encuentran en la membrana de las células receptoras olfativas, las cuales son las encargadas de detectar los olores. Estas células se ubican en la región olfativa del epitelio nasal y son parte esencial del sistema olfativo, que permite a los organismos detectar y diferenciar los miles de compuestos químicos volátiles que componen los olores y aromas.

En el ser humano, los receptores olfatorios constituyen una amplia familia de genes, con aproximadamente 400 tipos de receptores olfativos funcionales, cada uno codificado por un gen específico del genoma humano. Esta diversidad genética es fundamental para la capacidad de reconocer una gran variedad de olores. Cada receptor olfativo es capaz de unirse a moléculas odoríferas específicas, lo que inicia una cadena de eventos bioquímicos y eléctricos que resultan en la transmisión de una señal al cerebro, donde se interpreta como un olor particular.

Cuando una molécula odorante se une a un receptor olfatorio en la nariz, activa una serie de respuestas intracelulares que incluyen la activación de la proteína G olfatoria, que a su vez activa la adenilato ciclasa. Esto conduce a un aumento en los niveles de AMP cíclico (cAMP), que abre canales de iones de sodio y calcio, generando un potencial de acción que se transmite a lo largo del axón de la neurona olfativa hacia el bulbo olfatorio en el cerebro.

Los receptores olfatorios son fundamentales no solo para la percepción del olfato, sino también para la interacción social, el disfrute de los alimentos, la detección de peligros, como el humo o alimentos en mal estado, y tienen un papel en la memoria y las emociones. El olfato es el sentido más antiguo evolutivamente y está estrechamente vinculado a las áreas del cerebro implicadas en la emoción y la memoria, como el hipocampo y la amígdala.

Las disfunciones en el sistema olfatorio pueden dar lugar a trastornos del olfato como la anosmia (pérdida del sentido del olfato), la hiposmia (disminución de la sensibilidad olfatoria), la disosmia (distorsiones del sentido del olfato) y la fantosmia (olores fantasmas), que pueden ser indicativos de enfermedades más graves, incluyendo infecciones respiratorias, enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Parkinson y la enfermedad de Alzheimer, y tumores cerebrales.

© Clínica Universidad de Navarra 2023

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