Vuelta al colegio

Se acaban las vacaciones de verano y se acerca la vuelta a la rutina. Aunque este momento sea una cita cíclica en el calendario de todas las generaciones, la experiencia médica puede servir para mejorar este proceso de adaptación en las niñas y los niños que volverán a las aulas a lo largo de la próxima semana.

La vuelta al colegio puede suponer la aparición de algunos trastornos propios de un cambio importante. Evidentemente este cambio no influirá de igual forma en todas las edades.

Los más sensibles son los pequeños. Hay un nuevo horario que cumplir y se adelanta la hora de levantarse, algo que puede costar bastante.

Periodo de adaptación

El periodo de adaptación existente en muchos centros escolares intenta evitar una ruptura brusca con el periodo vacacional.

Los niños necesitan dormir más que los adultos. Los niños de entre 3 y 5 años deben dormir entre 10 y 13 horas al día, incluyendo las siestas. Aunque no todos necesiten las mismas horas de sueño, destaca que lo ideal es que los menores de 6 a 12 años duerman entre 9 y 12 horas.

Por ello, el momento de ir a la cama debe también adelantarse. Hay que evitar el uso de la televisión por la noche o cualquier actividad que influya negativamente en el horario. Adelantar todas las actividades rituales que preceden a ese momento, como el baño y la cena, nos ayudará. La creación de un ambiente relajado les facilitará conciliar el sueño. Esto puede ser difícil por el nerviosismo que suscitan estos días.

Empezar el día

Por la mañana no podemos dejarnos llevar por las prisas. Tener que preparar a los niños y llevarlos al autobús o al colegio puede suponer una carrera contrarreloj.

Como consecuencia de la falta de tiempo, el desayuno suele ser incompleto. Es algo sabido que cada vez se ven con más frecuencia niños que no desayunan. Este es un error advertido por los especialistas.

El desayuno debe mantenerse como una ocasión fundamental para aportar una dieta equilibrada.

La leche junto a productos ricos en hidratos de carbono de liberación lenta y fibra les aportarán la energía necesaria para afrontar la actividad de la mañana. Por la tarde el juego puede suponer una buena forma de entretenimiento.

Tareas y actividades extraescolares

Evidentemente, el agotamiento físico puede dar lugar a un comportamiento irascible lo cual puede provocar riñas y discusiones. Debemos tenerlo en cuenta e intentar con imaginación distraerlos.

Los juegos deben ser variados reservando aquellos que les ayude a estar tranquilos para la última hora de la tarde. Quizás ese sea el momento de los juegos didácticos de ordenador, los cuales se pueden emplear como refuerzo a modo de premio.

Por otro lado, al principio no hay que abusar de las actividades extraescolares. La realización de dichas actividades no debe superar su capacidad, más limitada que la del adulto. No podemos tratarlos en este sentido como pequeños adultos. En casa puede ser conveniente separar a los más pequeños de los mayores.

Estos últimos empezarán con tareas para lo cual, crearles un ambiente propicio les ayudará.

La mesa y la silla deben tener la altura adecuada evitando que se inclinen sobre la mesa y facilitándoles una postura erguida de la espalda.

La luz debe tener una potencia suficiente sin que produzca un calor excesivo.

No se recomienda que los niños de entre 2 y 5 años dediquen más de una hora y media al día -tres, durante los fines de semana- a actividades de ocio delante de cualquier tipo de pantalla.

En mayores de 6 años se fomenten en casa los hábitos saludables en el consumo de pantallas que establezcan límites máximos de dos horas al día.

El Departamento de Pediatría cuenta con diversas unidades especializadas, que permiten un mejor diagnóstico y tratamiento del niño, algunas de ellas de carácter multidisciplinar.

Entre ellas destacan las siguientes: Cuidados Intensivos, Neonatología, Respiratorio, Reumatología y Patología músculo-esquelética, Neuropediatría, Oncología Pediátrica, Endocrinopediatría, Gastroenterología, Urgencias Pediátricas y Nutrición.

Además de estas unidades, el Departamento de Pediatría colabora de forma multidisciplinar en las áreas de Cirugía Pediátrica, Dermatología, Cardiología, Oftalmología, alteraciones del aparato locomotor y otras especialidades.

Un equipo de enfermería altamente especializado se encarga del seguimiento del niño durante su desarrollo. Cuentan con una gran experiencia en la atención al niño y en el apoyo a padres en la resolución de sus dudas en el día a día.

Problemas que pueden aparecer en la vuelta al colegio

En los más pequeños puede aparecer un rechazo lógico por la sensación de desarraigo que se produce. Los lloros así como la simulación de diversos síntomas ("el dolor de tripas"), nos pueden poner en la disyuntiva diaria de llevarlos o no al colegio. No hay que ser en este sentido excesivamente rígidos.

Debemos estar alerta ante cualquier síntoma objetivo que aparezca (deposiciones blandas, fiebre, etc...). En caso contrario, podemos emplear algunos trucos. Recurrir a lo novedoso es útil, debido a que los niños se dejan sorprender muy fácilmente. Podemos centrar su atención en la nueva mochila, los libros, el estuche, etc. Podemos prepararles el almuerzo con alimentos que les gustan y sean sanos (cuidado con la bollería o los azúcares concentrados).

Por otro lado, no es conveniente abusar de los premios. Si los concebimos como algo extraordinario (juguetes o chucherías) que hay que dar para evitar el lloro, podemos caer en nuestra propia trampa. El regalo pierde su capacidad de motivación y se puede convertir en un pequeño chantaje al que acabamos rindiéndonos. Este comportamiento puede ser erróneo y no facilita el que el niño adquiera fortaleza en la voluntad. Dicha fortaleza será fundamental para enfrentarse a la vida en el futuro.

En los niños de más edad, el rechazo al colegio puede suponer la existencia de algún problema en el mismo. Esto es algo que se deberá evaluar con el responsable oportuno. Debemos tener en cuenta que muchas veces el niño no es capaz de contarnos lo que ocurre. También, detrás de un rechazo al colegio puede haber una dificultad para la adquisición de los conocimientos que se van impartiendo.

En los más pequeños, en primer lugar debe descartarse un problema orgánico que impida o dificulte la comprensión sobretodo en lecto-escritura o adquisición de vocabulario. Aunque se realizan revisiones periódicas en este sentido, es conveniente comprobar la agudeza visual y auditiva. Una vez descartados esos problemas, es recomendable evaluar con el personal docente la existencia de anomalías en la dicción. Estos defectos pueden ser solventados mediante una atención especializada a través de profesionales.

Por último, los casos de rechazo escolar severos o que se prolongan en el tiempo sin causa aparente, deben ser valorados por el especialista.

A veces como consecuencia de un excesivo agotamiento acumulado a lo largo del día, puede producirse un sueño irregular durante el cual el niño se muestra muy inquieto.

En los más pequeños se puede manifestar este problema como un despertar frecuente con lloros.

Si no existe ningún otro síntoma y observamos que el niño llega por la tarde muy cansado e irascible, puede que no duerma bien la siesta. El cambio de cama y lugar favorece que al principio el niño sea incapaz de conciliar el sueño en la guardería. Si no ocurre este problema, la administración de una dosis de analgésico antes de dormir puede aliviar las molestias que tenga.

En los mayores, la aparición de pesadillas o temores nocturnos dificulta el sueño. Estas pesadillas suelen aparecer entre los tres y seis años. Se debe descartar la existencia de algún problema en el colegio. Si no existen, se pueden probar algunos remedios como la presencia de una luz tenue. El dormir con los padres no es solución, aunque nos parezca el mejor remedio al principio.

Se recomienda asomarse al cuarto periódicamente para que el niño sea consciente de que está acompañado. Progresivamente podemos ir espaciando esas visitas hasta que no hagan falta. En el caso de que persista este problema, es recomendable consultar con un especialista.

En algunos niños puede producirse un rechazo a la comida. Es conocido que los niños pueden comer mejor en el colegio. Se sienten estimulados por otros niños a comer lo mismo, con una mayor exigencia.

Si se produce un rechazo repetido de la comida, habrá que determinar si realmente existe algún problema que va más allá de un comportamiento inadecuado.

Se deben descartar anomalías en la deglución y masticación, siendo importante comprobar la presencia de una dentición adecuada.

El contacto con otros niños puede provocar la aparición de problemas infecciosos que a su vez tienen cierta variabilidad estacional.

En la época de incorporación al colegio suelen aparecer procesos infecciosos de vías respiratorias altas. Se producen faringo-amigdalitis y laringitis habitualmente de naturaleza vírica. Los más mayores identifican perfectamente los síntomas como el dolor de garganta y la dificultad para la deglución.

En estos procesos aparecen otros síntomas como fiebre, tos y voz ronca. En los más pequeños se detecta con mayor dificultad. Suelen presentar una pérdida de apetito provocada por el dolor a la deglución, un babeo continuo, y un llanto con voz ronca. El tratamiento en estos casos es principalmente sintomático con la ingesta de antiinflamatorios o analgésicos. Los antibióticos no tienen eficacia salvo en los casos en los que se produzca una sobreinfección bacteriana. En todo caso, el tratamiento debe estar supeditado a la valoración realizada por parte del médico.

Existen otros procesos que afectan a las vías respiratorias como las bronquiolitis. Tienen un origen vírico y suelen aparecer en niños predispuestos. Su incidencia es menor aunque a veces parecen cursar de forma epidémica.

Finalmente existen otras enfermedades como las gastroenteritis o la varicela que aunque su contagio viene favorecido por el contacto en el colegio, no suelen aparecer en esta época del año.