DICCIONARIO MÉDICO

Síndrome de Irvine-Gass

¿Qué es el síndrome de Irvine-Gass?

El síndrome de Irvine-Gass, también conocido como edema macular cistoideo postoperatorio, es una complicación oculomicroquirúrgica que puede presentarse tras una cirugía de cataratas, siendo una de las principales causas de disminución de la agudeza visual después de este tipo de procedimientos. Si bien la cirugía de cataratas es uno de los procedimientos quirúrgicos más comunes y exitosos en la Oftalmología moderna, las complicaciones, aunque raras, pueden afectar significativamente la calidad de vida de los pacientes, siendo el síndrome de Irvine-Gass una de las más destacadas.

La anatomía ocular es un componente crucial para entender este síndrome. La mácula, situada en la parte central de la retina, es responsable de nuestra visión central y de detalles finos. Cualquier alteración en esta zona puede afectar gravemente nuestra capacidad para realizar tareas que requieran una visión detallada, como leer o conducir.

En el síndrome de Irvine-Gass, se produce una acumulación anormal de fluido dentro de la mácula, formando pequeños quistes, lo que lleva a un engrosamiento y edema de esta zona. Estos cambios pueden conducir a una serie de síntomas visuales que incluyen visión borrosa, distorsión de imágenes, y en algunos casos, disminución significativa de la agudeza visual.

La etiología exacta de esta afección no está completamente esclarecida, pero se cree que varios factores pueden contribuir a su aparición. La inflamación intraocular después de una cirugía es un factor importante. Durante la cirugía de cataratas, la cápsula del cristalino del ojo se abre y el cristalino opaco se extrae. A pesar de las técnicas avanzadas y el equipo utilizado, este procedimiento puede provocar una respuesta inflamatoria dentro del ojo. Esta inflamación puede llevar a la liberación de mediadores inflamatorios y factores de crecimiento que alteran la barrera hematorretiniana, permitiendo la filtración de líquido hacia la mácula.

Además, el uso de instrumentos quirúrgicos, el tiempo prolongado de cirugía, la energía ultrasónica utilizada para fragmentar el cristalino y el tipo de lente intraocular implantada pueden influir en la aparición del síndrome. Otros factores asociados con un mayor riesgo incluyen la presencia de enfermedades retinianas preexistentes, como la retinopatía diabética o la oclusión venosa retiniana, así como afecciones sistémicas como diabetes.

El diagnóstico del síndrome de Irvine-Gass se basa principalmente en la presentación clínica y los hallazgos en la tomografía de coherencia óptica (OCT), que muestra un engrosamiento macular y la presencia de quistes intrarretinianos. La angiografía con fluoresceína, aunque menos utilizada, puede mostrar áreas de fuga capilar en la mácula.

El tratamiento primario es médico, centrándose en la reducción de la inflamación intraocular. Los corticosteroides tópicos son la primera línea de tratamiento, y en casos más severos o refractarios, se pueden considerar inyecciones intraoculares de corticosteroides o agentes anti-VEGF. Es fundamental un seguimiento estrecho y regular con un oftalmólogo para monitorizar la respuesta al tratamiento y asegurar la resolución del edema.

Aunque el síndrome de Irvine-Gass es una complicación postquirúrgica, la mayoría de los pacientes experimentan una mejora significativa con el tratamiento adecuado. Sin embargo, en algunos casos, el edema macular cistoideo puede persistir o recurrir, lo que requiere tratamientos adicionales o prolongados.

© Clínica Universidad de Navarra 2023

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