Cuidado de la piel de la cara, manos y pies  

Con el paso de los años la piel pierde sus propiedades naturales, especialmente de elasticidad, firmeza y humedad. Además suelen aparecer cambios en la pigmentación de la piel.

Son muchos los factores que afectan a la piel: el tabaco, el estrés, la mala alimentación y especialmente la radiación solar.

Son muy variadas las agresiones que recibe la piel de la cara. Destacan las ambientales, especialmente físicas. La exposición a radiaciones ultravioletas procedentes del sol, excesivas y sin una protección suficiente, favorece un envejecimiento temprano de la piel.

Otras circunstancias ambientales, como el frío y el viento, resultan nocivas para la piel de la cara, así como el exceso de humedad. Por otro lado, se debe tener cuidado con las agresiones químicas. Esas agresiones proceden del ambiente en forma de humo o polvo que se deposita en la piel, aunque también de la aplicación de determinados productos químicos o cosméticos (sobre todo mal conservados o no homologados).

El tabaco resulta especialmente nocivo. No todas las personas tienen el mismo tipo de piel, con lo cual resisten de distinta forma a esas agresiones. Las personas con una piel grasa tienden a resistir mejor esos agentes nocivos. La grasa supone una capa protectora de la piel, debido a que genera un manto que recubre la capa más externa (con propiedades aislantes y germinicidas).

En cambio, la piel seca sufre peor la acción de esos agentes. En ese caso, con facilidad se deteriora el manto protector quedando expuestas las capas más superficiales de la piel. Los efectos de las agresiones sobre la piel son variados, aunque predomina la aparición de lesiones descamativas, así como un envejecimiento precoz.

Esas lesiones descamativas se producen por una pérdida del manto protector de la piel. Los estratos superficiales quedan expuestos sufriendo un deterioro rápido que ocasiona la aparición de esas lesiones. Esas lesiones adquieren un aspecto descamativo e incluso inflamatorio llegando a alcanzar zonas más profundas, especialmente en los pliegues o donde la tensión de la piel es mayor.

Ese tipo de lesión puede recuperarse con un tratamiento adecuado, sin embargo esto es más difícil con el envejecimiento de la piel. Ese envejecimiento se origina por la pérdida de hidratación y una degeneración de las estructuras fibrilares que le dan soporte. La deshidratación ocasiona una disminución de la turgencia y aspecto brillante de la piel, mientras que la destrucción de las estructuras fibrilares ,especialmente colágeno, origina una pérdida de firmeza.

Como consecuencia de todos esos cambios, la piel pierde elasticidad y flexibilidad, formándose arrugas y bolsas. Para evitar ese deterioro de la piel, conviene conocer las características de la misma.

La piel grasa puede resultar más fácil de proteger, pero se debe tener cuidado con la limpieza de la misma. Esa piel acumula secreciones en mayor cantidad generando problemas con frecuencia de foliculitis.

La piel seca debe ser protegida con más esmero. Para ello, hay que evitar la exposición excesiva a las agresiones físicas (ultravioletas, humedad, viento) y químicas. Al final del día o, incluso, en algún momento más conviene protegerla con alguna crema hidratante.

Sin embargo, también hay que tener cuidado realizando una limpieza de la misma con el fin de eliminar restos de cremas o cosméticos (con frecuencia atrapan polvo u otras sustancias). Esa limpieza se recomienda que sea, al menos, dos veces al día, empleando esponjas o cepillos suaves (eliminan restos de suciedad o las capas córneas más deterioradas, sin lesionar la piel).

Es conveniente eliminar el tabaco y, como muchos afirman, controlar el estrés y hacer un masaje tonificante (nunca estirando excesivamente la piel, sobre todo hacia abajo) de la musculatura facial pues mejoran su firmeza y flexibilidad. En este sentido, la risa parece ser una terapia muy recomendable.

Las manos están sometidas también a múltiples agresiones a lo largo del día. Las principales agresiones provienen del empleo de sustancias químicas, como detergentes o colorantes. Estas sustancias tienen la capacidad de degradar las grasas, con lo cual destruyen con facilidad el manto graso que protege la piel.

Si se manipulan estas sustancias sin una protección adecuada, se origina una piel seca descamativa y fácil de lesionar. En los casos más graves o cuando existe cierta sensibilización a algunos de los compuestos empleados, pueden aparecer en la piel placas rojas que se extienden, dando lugar posteriormente a la aparición de grietas muy dolorosas.

Para la realización de cualquier trabajo con dichas sustancias, conviene proteger las manos con guantes. Si los guantes nos irritan, es recomendable ponerse otros de algodón por debajo. Son muy útiles las cremas hidratantes, que recuperan el manto graso de la piel.

Es recomendable realizarse varias aplicaciones al día, incluso cuando estamos empleando guantes, al absorberse más fácilmente la crema por el calor que producen. En algunas ocasiones, se puede aplicar la crema hidratante en las manos antes de dormir, cubriéndolas después con unos guantes de algodón.

El cuidado de las uñas es también importante. En los más pequeños, unas uñas cortas pueden evitar que se autolesionen. Para cortarlas es mejor emplear cortauñas y no tijeras. El corte debe ser recto y transversal evitando la lesión de la cutícula que sella la uña. Como consecuencia de un golpe sobre un dedo, puede aparecer un coágulo debajo de la uña.

En este caso, si es muy doloroso, es conveniente que lo drene un facultativo. En el supuesto de que la uña quede lesionada, no se debe intentar arrancarla, debido a que podría dañar el lecho ungueal donde se forma la nueva. Es mejor vendarla y esperar a que la nueva uña que surja la desprenda.

En el caso de que haya penetrado una astilla o espina en la piel, hay que procurar retirarla con unas pinzas siguiendo el ángulo de entrada. Se puede intentar esterilizar previamente las pinzas con fuego. Si la astilla es visible bajo la piel, se puede abrir parte de la misma hasta que se pueda sacar. Una vez extraída la astilla, conviene apretar la zona con el fin de que sangre algo, lavando a continuación la herida con agua y jabón durante cinco minutos.

Si se nos clava un anzuelo de pescar, en este caso no hay que retirarlo siguiendo el trayecto de entrada pues el gancho lesionaría los tejidos. Para evitarlo conviene hacer salir la punta a través de la piel y a continuación cortar el gancho o cubrirlo con hilo para poder retirar después el anzuelo.

Es conveniente lavarse diariamente los pies, sobretodo cuando la sudoración es importante. En caso contrario, pueden aparecer problemas de olor o infecciones.

Después de lavarlos se han de secar bien, sobretodo los espacios interdigitales. Este cuidado de los pies es fundamental en deportistas, por la mayor facilidad a sufrir infecciones por hongos que suelen afectar a esas zonas con una mayor humedad. Los pies pueden sufrir por el empleo de zapatos inadecuados o con un tacón excesivamente alto.

El pie tiene una forma de arco que distribuye la carga que soporta a partes iguales entre el talón y la parte anterior. Si se emplean tacones excesivamente elevados, se produce una sobrecarga sobre la parte delantera del pie que puede llegar a ser del setenta por ciento del peso. Esta sobrecarga puede producir un aumento en la achura del antepie que facilita la desviación de los dedos, con la consiguiente aparición de rozaduras y zonas de hiperqueratosis (aumento de la capa córnea o escamosa de la piel).

Para eliminar estas hiperqueratosis, podemos recurrir al empleo de una piedra pómez. En el caso de que persistan o sean muy dolorosas, es necesario acudir al especialista. El empleo de zapatos no adecuados en los niños o heredados de hermanos mayores, también puede facilitar la aparición en el futuro de estos problemas.

Cuidado de la piel de la cara:

  1. Lavarse la cara por la noche aplicándose a continuación una crema hidratante.
  2. Evitar el tabaco así como una exposición al sol sin la adecuada protección.
  3. Descansar lo suficiente procurando relajar los músculos de la cara.

Cuidado de la piel de las manos:

  1. Manipular productos químicos con la adecuada protección.
  2. Procurar emplear jabones no agresivos e hidratantes.
  3. Aplicarse crema hidratante si observamos que la piel se seca o aparece una descamación importante.

Cuidado de la piel de los pies:

  1. Emplear un calzado cómodo que se adecue a la forma del pie.
  2. Detectar la aparición de rozaduras o lesiones "hiperqueratósicas".
  3. Lavarlos diariamente, secándolos a continuación bien.

 

Cualquier producto químico puede sensibilizar la piel, favoreciendo la aparición de una dermatitis o lesión inflamatoria de la misma (enrojecimiento, descamación y presencia de grietas dolorosas). Es necesaria la protección frente al contacto con cualquier compuesto químico, no sólo detergentes, sino también sustancias empleadas en el bricolaje, cemento, productos sanitarios, etc.

  • No debemos automedicarnos con el empleo de cremas que contengan fármacos, sobretodo corticoides.

La utilización de estas cremas, si es prolongada, debe realizarse bajo control facultativo por el riesgo de que la absorción a través de la piel acabe produciendo efectos secundarios.

En el Departamento de Dermatología  de la Clínica Universidad de Navarra contamos con una gran experiencia en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades dermatológicas.

Disponemos de la última tecnología en láseres para el tratamiento dermoestético de las lesiones de la piel.

Realizamos Cirugía de Mohs para tratamiento de cáncer cutáneo y terapia fotodinámica para el tratamiento de algunos carcinomas de la piel.

Además tratamos enfermedades ampollosas, hiperhidrosis, melanoma, vitíligo así como hemangiomas y malformaciones vasculares.